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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
El día del Presidente
Alfredo Ríos Hernández
2 de septiembre de 2021
alcalorpolitico.com
*¿Y cuál democracia?
*Protesta, no provocación
*Escuchar al magisterio
 
Nunca, jamás de los jamases, he dejado de escuchar informes presidenciales adornados con tonalidades triunfalistas, podría referir que lo mismo me acontece en los espacios gubernamentales estatales e incluso municipales, tanto así que si nos supeditáramos al contenido de dichos documentos que escuchamos anualmente, desde los años infantiles hasta la ancianidad, la imagen de mi país sería superior o por lo menos igual, a la que se pudiera tener de Alemania, de Estados Unidos, de Canadá, Francia e Inglaterra, porque en verdad que en ese renglón “informativo” se diseñan escenarios de ensueño, espacios de los que no quisiéramos despertar, como de igual manera les gustaría continuar en sus ensueños a los dormilones legisladores, de esos que sus compañeros aprovechan su tierno descanso para levantarles la mano (sin despertarlos) acción en favor de las ocurrencias presidenciales...
 

Todo ello porque los informes presidenciales se han convertido en “El Día del Presidente”... motivo por el cual quedará vetado ya no sólo el que desaprueba, sino también el que “ni pío dice”, doctrina practicada con impresionante apego “al catecismo partidista”, referencias de un país que por décadas ha registrado un cuerpo legislativo mayormente burocratizado que reflexivo, seno en el cual se practican los acuerdos, incluso de reformas que no podrían ser trascendentales, después de haber recibido “línea” de quien despacha en el poder supremo del país, antes en Los Pinos y hoy en el Palacio Nacional de orígenes imperialistas.
 
Y es por ello que los eventos en referencia han perdido niveles de audiencia, porque todos los presidentes hablan de bienestar y desarrollo creciente, cuando en realidad son millones de mexicanos los que viven en ámbitos de pobreza, al tiempo que en ésta actual etapa presidencial, los salarios y las plazas laborales atraviesan por una crisis de dimensiones no registradas por las actuales generaciones de mexicanos, referencias acreditadas a los efectos colaterales de la pandemia, pero cuyo escenario ya se vislumbraba en tierras mexicanas cuando los hospitales resultaron deficientes, para atender a niños con cáncer, lo que es indicador de que la crisis en materia de salud, ya existía en México y se agudizó con los contagios del agresivo coronavirus.
 
En el informe de ayer no se hacen referencia a los descalabros laborales registrados en los primeros ejercicios de la actual administración gubernamental, aquellos que ya iniciaban precisamente cuando en Palacio Nacional se escuchó decir “que la pandemia le venía al Gobierno Federal como anillo al dedo”... Ayer se habló de vacunas silenciándose el dedo anular, en tanto que tal anillo nos ha resultado de fatales consecuencias, tanto por la pérdida de vidas, como por el estancamiento e incluso cierres de pequeñas y medianas empresas, sobre las cuales poco se hace referencia en el contexto del Informe Presidencial, pero eso sí, presumimos de recuperación.
 

Una es la realidad de nuestros entornos económicos y sociales... Nuestro país busca los senderos para recuperar lo que se ha perdido, agregando a ello el drama irremediable de millones de mexicanos por el fallecimiento de familiares, amigos, compañeros de trabajo e incluso patrones, escenarios que definitivamente hubieran resultado menores si no hubiéramos pensado en sus inicios, que la pandemia “nos venía como anillo al dedo” sino por el contrario, haber reaccionado en tiempo y forma para mejorar con rapidez instalaciones médicas, así como elevar los niveles de capacitación a todo el personal médico del territorio mexicano, agregando a ello la atención hacia otros sectores de la población para que no registraran daños colaterales ante la prioridad pandémica, como sucedió en el caso de los niños con cáncer.
 
La lectura del tercer informe presidencial, de hecho nos coloca en el tobogán que va colocando a quien gobierna, con menos días por gobernar que los ya transitados gobernando, ésa es la primera percepción que el ciudadano advierte en torno al Tercer Informe del Presidente de la República, quien a más de ello, también registra en sus entornos el que las referencias sobre la sucesión tienden a intensificarse, desgastes ineludibles que obviamente podrían influir (como ya ha sucedido en algunos casos del pasado) en que la cercanía de la sucesión, reste entusiasmo hacía mayores avances en relación al desarrollo integral de la colectividad en lo general... Todo ello porque en verdad, en tales espacios se confirma la referencia de que “tiempo pasado siempre fue mejor” sin que se deje de sostener la idea, que el día del informe “es el día del Presidente” no de rendir cuentas de su función frente al pueblo de México... Ayer: Fue más de lo mismo.
 
Lo que se lee
 

Cierto, somos un país con muchas dudas sobre la real práctica de la democracia, no tanto en lo que se refiere a la elección de funcionarios públicos, porque en lo referente al respeto al sufragio ciudadano sí hemos avanzado y de manera significativa, la elección del presidente López Obrador constituye una prueba notable de ello, sin embargo pareciera que la democracia termina el día de la elección, porque posteriormente los electos: alcaldes, legisladores, gobernadores o Presidente de la República, ya en los escenarios de la función pública, hacen lo que sus intereses partidistas y personales les indican, lo que resulta muy distante de lo que entendemos por estructuras gubernamentales democráticas, o sea, que toman determinaciones con las que no coinciden precisamente quienes los eligieron... Luego entonces: ¿Cuál democracia?
 
Lo que se ve
 
Que ya se recurre con mayor frecuencia en el actual sexenio, el utilizar el calificativo de “provocación” a lo que debe ser anotado como “protesta”, lo cual (por obviedad) lleva la intención en los espacios gubernamentales de que los reclamos sean considerados como “manipulaciones provocativas”, con las que “se pretende sembrar el caos y la desestabilización del país”, lo que definitivamente no es la intención de los damnificados por las tormentas, al reclamar auxilio ante el aislamiento por el que atraviesan, ni tampoco se advierte que sea el interés del sector magisterial cuando registra los efectos del aislamiento y la imposición... Diálogo y entendimiento es lo que se requiere, no agudizar más los problemas moldeando escenarios que no corresponden a la realidad.
 

Lo que se oye
 
Se debe coincidir con quienes externan que, en el caso de críticas al sector magisterial, es incorrecto descalificar generalizando, porque la mayoría del magisterio, lo que realmente ha intentado es el servir a la niñez y adolescentes, en los marcos de nuevos moldes educativos, originados precisamente por las emergencias pandémicas y los rangos de elevada peligrosidad, tanto para los alumnos como para los maestros.
 
Es la ausencia de diálogo y sentido común lo que ha conducido hacia el horno a punto de estallido, lo que debería de inmediato destensarse, para proceder a los acuerdos en beneficio tanto de los alumnos, como de los maestros y los mexicanos en lo general... ¿Tardaremos aún más en encontrar la ruta de la solución?... Ahí la dejamos.