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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Cuando se armó el arroz con mango
Miguel Molina
23 de septiembre de 2021
alcalorpolitico.com
Hay que reconocer que de algo sirvió la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se celebró en México la semana pasada: ante la presencia de Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, los dos invitados especiales del presidente Andrés Manuel López Obrador, los presidentes de Uruguay y de Paraguay llamaron la atención sobre lo que viven Cuba y Venezuela. Y se armó el arroz con mango, como dicen los cubanos.
 
Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, señaló "con voz tranquila pero firme" que "en determinados países no hay una democracia plena, no se respeta la separación de poderes, desde el poder se usa el aparato represor para callar protestas y encarcelar opositores, no se respetan los derechos humanos", y expresó su preocupación sobre lo que ocurre en Cuba, Venezuela y Nicaragua, cuyo presidente no asistió a la cumbre y al parecer prefirió quedarse en Managua encarcelando opositores.
 
Díaz-Canel respondió que la declaración de Lacalle evidenciaba su desconocimiento de la realidad cubana, y le recordó que la oposición uruguaya juntó firmas para oponerse a las reformas legislativas que Lacalle había aprobado. Lacalle no se quedó callado: "Por suerte, en mi país, la oposición puede juntar firmas y tiene resortes democráticos para quejarse. Esa es la gran diferencia con el régimen cubano".
 

Si hubiera habido moscas, los que estaban en la cumbre habrían podido oír cómo volaban. Pero ni las moscas volaban, aunque después de cada intervención las delegaciones aplaudían los discursos y las declaraciones de sus respectivos mandatarios. Pero la cumbre exhibió las enormes diferencias y las distancias que separan a los países de nuestra América.
 
El presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, aclaró que su presencia en la cumbre "en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro (...) y creo que es de caballeros decirlo de frente".
 
Y entonces comenzó el show de Maduro. "Venezuela está lista para debatir de democracia, de libertades, de resistencia, de revolución y de lo que haya que debatir", aseguró el venezolano. "Pongan la fecha, el lugar y la hora", como si el asunto de la democracia y las libertades pudiera someterse a debate, sobre todo después de haber visto lo que hemos visto en las calles de Caracas y de La Habana.
 

Lo demás fue asunto de declaraciones conjuntas, cosa que ya hemos visto hasta el cansancio. Pero en los oídos de muchos seguían sonando las palabras de la canción que cantan los cubanos cuando piden que los dejen pensar de otro modo: Que no siga corriendo la sangre por querer pensar diferente, quién les dijo a ustedes que Cuba es de ustedes si mi Cuba es de toda la gente.
 
Y luego hubo otros discursos. Y se acabó el circo.
 
Los grandes aliados
 

Más acá, la presunta diputada del Partido Revolucionario Institucional de Veracruz, Anilú Ingram Vallines, anunció que su partido tratará de conformar una alianza legislativa con los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, porque los tres son "grandes aliados", como se pudo ver en las elecciones federales de junio. "Hay una excelente relación, hay grandes coincidencias", aseguró Ingram Vallines.
 
La declaración de la priista confirma lo que muchos pensamos: el sistema político mexicano está en quiebra. El PRI, fantasma de lo que fue, ni revolucionario ni institucional, busca aliarse con el PAN, amigo de la extrema derecha española y otras tristezas, y el PRD, que no encuentra el camino para responder a la realidad ni tiene un proyecto de nación. Y se plantean alianzas entre organismos políticos con principios opuestos, cada uno con ganas de hacer un país diferente, y con distintas ideas de cómo hacerlo. Eso no es serio.
 
En diciembre del año pasado, en este espacio se habló sobre el conjunto de grupos que se integran y se desintegran sin esfuerzo en su búsqueda de poder y de los millones que les entrega el Estado para que hagan su lucha y se repongan. Pero no hay un proyecto de país. Cada seis años ha habido ideas deshilvanadas sobre qué hacer, y cada seis años hay que reinventar a la Nación de acuerdo con las nuevas ideas deshilvanadas, con la promesa de transformar a México en un país que nunca ha sido.
 

 
Desde el balcón
 
El último día del verano nos quedó fresco aunque soleado. Uno salió a la luz, armado con un chupito de malta (Geoff Dewhirst, que mucho supo de eso, decía que uno no debería beber whisky sin un poquito de agua, ni agua sin un poco de whisky, y tenía razón).
 
Lejos, a las cuatro, sonó la campana electrónica de la escuela en el parque de enfrente. Y en la pantalla de la tableta estaba lo que dijo el secretario de Educación de Veracruz: los profesores no pueden obligar a que los estudiantes vayan a clases, llueva, truene o relampaguee. Y entonces, a la luz del sol y el calor de la malta, uno se da cuenta de que no tienen idea...

 
El jueves será otoño.