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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
En la mitad del sexenio
Alfredo Ríos Hernández
23 de septiembre de 2021
alcalorpolitico.com
*Violencia nos distingue
*Letargo productivo
*Pobreza en Veracruz
 
Es entendible que quienes se desempeñan en la función pública, todos los días busquen los senderos más apropiados que eviten la referencia de problemas sociales en el entorno, convencer que “vamos bien” y tranquilizar a la colectividad frente a los escenarios de violencia, forma parte de las tareas cotidianas que debe afrontar un funcionario público, máxime si se trata de un Gobernador del Estado de Veracruz, entidad envuelta en los últimos años en numerosos problemas de productividad y ya no digamos en lo relativo a la sensación de inseguridad.
 

Hoy en tierras veracruzanas y obviamente en gran parte del territorio nacional, los niveles de productividad han decrecido como efecto de los escenarios pandémicos, al margen de problemas endémicos que en el renglón productivo (industrial, agrícola, marítimo y comercial) se vienen presentando de tiempo atrás, porque cuando se inició la pandemia ya advertíamos si no decrecimiento, ciertos rangos de estancamiento financiero que ante el crecimiento población se convierten en retrocesos, en tanto que el desarrollo económico debe ir aparejado al crecimiento poblacional, al margen de que ya en México nos es urgente reducir los niveles de población, reto que indudablemente se advierte como severamente complicado.
 
Pero si ya transcurrido prácticamente la mitad del actual sexenio auto-identificado como de la transformación, procedemos a realizar una evaluación de logros y alcances en lo relativo a desarrollo integral, el calificativo que la mayoría de la población acreditaría es que las esperanzas de fortalecimiento financiero y social, se encuentran todavía en rangos de proyectos calificados como transformadores, registrándose beneficios directamente estimulados y ejecutado por el Gobierno, como lo son los apoyos en efectivo que reciben mensualmente los adultos mayores, acción que habla indudablemente bien del actual sistema gubernamental, referencia que probablemente sea la de mayor notoriedad en lo respectivo a programas sociales, determinación que incluso se aplica sin distinciones y con clara notoriedad de trato equitativo para todos los mexicanos, enmarcados en dicho programa.
 
Pero de la misma forma se debe anotar que a la mitad del sexenio transformador, los problemas que agreden al país y que fueron precisamente la causa primordial que originó el golpe de timón electoral de hace más de tres años, siguen presentándose sin notorias transformaciones, como lo es el renglón de inseguridad y por obviedad de actividad delincuencial, espacios que sacuden cotidianamente a diversas regiones del país (unas más que otras) referencias que continúan sembrando angustiantes panoramas en múltiples espacios del territorio nacional, hechos tan severos como lo son el cierre de negocios y reducción de servicios, todo como resultado directo del miedo colectivo frente a rangos delincuenciales de elevado impacto.
 

Debe agregarse que tales referencias mayormente preocupan a la población cuando en los marcos oficiales se escuchan argumentaciones refiriendo que ha decrecido la actividad delictiva, cuando directamente y de manera cotidiana es la ciudadanía la que se convierte en víctima de bandas criminales, que no son de reciente creación, pero que siguen operando hasta la fecha con nuevas prácticas delincuenciales, escenarios de terror que contradicen las fanfarrias optimistas del sector oficialista.
 
Así las cosas, en los últimos tres años sí se ha mejorado en programas de bienestar, pero de la misma forma se ha pecado en renglones de salud pública, como lo es el caso de tres años con carencia de medicamentos para niños agredidos por el cáncer, deficiencia que ya forma parte de la historia negra del México actual.
 
Cierto es que se ha logrado crear un nuevo sistema de seguridad cimentado con fuerzas militares, pero la actividad delincuencial prosigue, sin que pudiera calificarse a los actuales programas oficiales como claramente exitosos, en lo referente a la pacificación del territorio nacional.
 

El desempleo se ha incrementado y ello, indudablemente es indicador de estancamiento e incluso reducción de la actividad comercial e industrial, escenarios que a la mitad del sexenio no se han logrado superar pese a que el gobierno se ha convertido en generador de importantes y multimillonarias inversiones, situación que muchos calculan que mejorará cuando tales procesos de inversión se conviertan en realidad.
 
Así las cosas, a prácticamente dos meses de que inicie la cuenta regresiva de la actual administración transformadora, muchos son los pendientes por cumplir de un gobierno que apuesta por la transformación pero que pareciera navegar contra corriente, al cual, ciertamente aún le resta historia por escribir.
 
Lo que se lee
 

El reciente proceso electoral realizado en el territorio mexicano ha sido el más violento que se registra en la historia actual del país, con innumerables agresiones que incluso originaron una significativa lista de atentados y asesinatos, escenas en donde las más de las veces las víctimas fueron candidatos, tanto así que de acuerdo a informaciones oficiales “la actividad criminal registró presencia en el 35 por ciento de los procesos electorales”... Apunte que por sí sólo refleja la alta participación delincuencial en el reciente proceso electoral.
 
Y el agregado preocupante a la información, es que tales escenarios en la actualidad forman parte del silencio gubernamental, son polvos de lodazales que se quedaron extraviados en las rutas de la tolerancia, escenario que pública y notoriamente se encuentra reconfirmado, hechos y reacciones que obviamente incrementan la incertidumbre entre la colectividad, al tiempo que otorgan curso al desgaste en confianza y credibilidad hacia los espacios gubernamentales.
 
Lo cierto es que dicha experiencia nos vuelve a reubicar a los mexicanos, como una sociedad consciente de que transitamos por notorios espacios de ilegalidad e incertidumbre, escenarios de los que no somos extraños, sino de alguna forma tolerantes espectadores que, ante la ineficacia gubernamental en dicho renglón, preferimos dejar hacer y dejar pasar, porque ciertamente el imperio de la seguridad y los espacios de legalidad, no son tarea directa de la ciudadanía, sino “responsabilidad primera” (así: Entrecomillado) de quienes nos gobiernan a niveles municipales, estatales y federal.
 

Lo que se ve
 
Muchos son los empresarios mexicanos y de otros países, que en la actualidad están perdiendo la confianza en las autoridades y las acciones gubernamentales que se ejecutan en el territorio nacional, en relación tanto a la seguridad para su inversión, como la también seguridad para el inversionista, como para su familia y sus trabajadores, ello originado por dos factores fundamentales: Uno lo es el elevado nivel de violencia e inseguridad que priva en el país, el otro es el surgimiento de dudas sobre la efectividad que el actual Gobierno registra, en lo relativo a superar los niveles delincuenciales, como en lo vinculado a la consolidación de la tambaleante economía de nuestro país.
 
Los dos renglones en referencia, constituyen factores determinantes para reactivar la economía hacia sus niveles apropiados, reto por el que realmente hemos transitado sin sobresalientes logros en los últimos cuatro años, que gubernamentalmente representan el último de la administración del entonces Presidente Enrique Peña Nieto, al que se le agregan los tres primeros del actual gobernante Andrés Manuel López Obrador.
 

Tiempos aún más complejos podrían sobrevenir en tierras mexicanas si, con premura, no nos reencontramos con niveles de significativa recuperación económica en lo general, lo que obviamente habrá de estar ligado a menos niveles de inseguridad y mayor entendimiento entre empresarios y espacios gubernamentales... Ya veremos si La Transformación realmente nos transforma hacia ámbitos de mayor tranquilidad social y prosperidad en lo general.
 
Lo que se oye
 
Efecto claro de la endeble economía veracruzana, lo refiere el hecho que el 48.1 por ciento de la población, no tienen capacidad para por lo menos adquirir la “canasta alimentaria básica” requerida para su bienestar, claro indicador de que en tierras jarochas vamos de mal en peor, tanto así, que los índices de incapacidad económica para adquirir lo estrictamente necesario, en lugar de disminuir como efecto de los apoyos gubernamentales a la población en lo general, se está incrementando y cada día son más los veracruzanos distanciados de los niveles de bienestar... Esa es nuestra realidad, misma que fue dictaminada directamente por el propio “Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social” (CONEVAL)... La verdad que sobre el delicado tema: “Ni para donde hacerse”... Ahí la dejamos.