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Columnas y artículos de opinión
El PRI votará por la Reforma
Luciano Blanco González
8 de octubre de 2021
alcalorpolitico.com
Ahora resulta que los mexicanos nos espantamos, a propósito de la reforma energética que está proponiendo el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, porque escuchamos que conlleva la expropiación de varias plantas y enseres de los productores de energía eléctrica.
 
Está sucediendo que nosotros ya no experimentamos el fervor patrio y combativo que nos inspiraba el nacionalismo revolucionario del siglo pasado, en que se nos inflamaba el pecho al grito de guerra en contra de todo lo extranjero y sus empresas que desde antes y desde entonces saqueaban los tesoros del país.
 
Gallinas y guajolotes, alhajas y relojes, cabras y chivos, semillas y frutos, pesos y centavos, todo lo que valiera y estuviera a la mano aportaban los patriotas mexicanos para apoyar en 1938 a su presidente, Lázaro Cárdenas, con motivo de la expropiación petrolera y lo hacían emocionados con todo el corazón, con grandes y entusiastas manifestaciones llenas de júbilo. Convencidos de que con ello estaban rompiendo las cadenas que nos atan y nos hacen depender del extranjero.
 

En menor grado, pero no menos importante, en 1960 el presidente Adolfo López Mateos decreta la nacionalización de la industria eléctrica, por el pueblo y para el pueblo con la intención de llevar luz a todo el pueblo, en aquella ocasión la patria se desbordó también el fervor y el aplauso aprobatorio fue generalizado.
 
En 1982, José López Portillo, para fortalecer su imagen y darle un giro importante a la desgastada economía nacional, apoyado en la inconformidad popular, irritada por una serie de continuas devaluaciones, fuga de capitales, la especulación y el agiotismo bancario, nacionaliza la banca y ello le permite un respiro en su decaída imagen para continuar gobernando.
 
Es de resaltar que estas tres acciones nada tuvieron que ver con el Congreso, ni fue motivo de discusión, simplemente fueron albazos que se dieron de manera sorpresiva mediante decretos presidenciales porque así lo permitían las leyes, indistintamente calificadas como expropiación, nacionalización o estatización sin caer en los pruritos de lenguaje técnico para clasificarlas.
 

Aunque es de aclarar que estas figuras abarcan la apropiación de bienes por el Estado, mediante indemnización o por compra mediante negociaciones, resarciendo todos los daños patrimoniales que se puedan provocar a los inversionistas poseedores de los bienes de que se trate, destacando que el petróleo, la energía eléctrica, los bancos y también los ferrocarriles eran producto la mayoría de las veces de concesiones que venían desde la época de Don Porfirio Díaz.
 
Ahora es diferente, hay un sistema de leyes nacionales e internacionales, contratos, convenciones, acuerdos comerciales y tribunales especiales que se encargan de regular las inversiones y el comercio, de tal manera que todos los pasos que se den en esta materia están vigilados y regulados en cada país, que para variar forman parte de una política global eslabonada en bloques comerciales que son verdaderos cárteles que gozan de toda la protección, pues sus gobiernos les garantizan la seguridad de sus inversiones en cualquier parte del mundo.
 
No olvidemos que en estos momentos hay fuerzas con influencia supranacional que se colocan por encima de todos los gobiernos a los que les pueden imponer condiciones e inclusive chantajear como son las poderosas empresas de las redes sociales como WhatsApp, YouTube, Twiteer, Facebook, Amazon, Instagram, etc... La internet, que pagando sus impuestos son dueños del espectro territorial con influencia en todo el planeta, que no colaboran con los gobiernos y osados se atreven a imponer medidas ultrajantes a personajes mundiales como a Donald Trump, a quien suspendieron sus cuentas sin necesidad de ir a un tribunal internacional. Esas empresas forman parte también de esos bloques de control que atan y someten al mundo, tolerados y deseados por todos los pueblos, por la necesidad de comunicarse con los demás y por ser un arma con un fuerte filo democrático por su cobertura individual y colectiva que universaliza los hechos instantáneamente.
 

Es decir, ya no somos una economía aislada, en nuestro país ya no se vive aquella época en que el comercio era limitado a determinadas marcas que monopolizaban el mercado local y que por su concepción del desarrollo nos mantenía en un lamentable sistema de aislamiento comercial que nos impedía crecer.
 
Esa mentalidad nos presentaba ante el mundo como un país pobre, bananero, al que había que enviarle mendrugos de ayuda, estábamos clasificados como tercermundistas, se nos consideraba como subdesarrollados y esa era nuestra mentalidad, muchas de las veces aceptada con resignación y algo de resentimiento en contra de los extranjeros, como los gringos, y estar en contra de ellos nos ubicaba como progresistas y revolucionarios. Éramos en efecto un país pobre, y encerrados en ese asfixiante marco luchábamos por salir sin encontrar la puerta.
 
Fue en las postrimerías de 1992, cuando Carlos Salinas de Gortari dio un paso gigantesco hacia el embrollo en el que ahora nos encontramos con la firma del TLCAN, lo ahí escrito y ratificado recientemente en el TEMEC, por ser ratificado por el mismo Senado de la Republica conforme a la disposición formal en nuestro país esta elevado a rango constitucional.
 

La reforma puede no ser expropiatoria, pero es preocupante porque la energía eléctrica es el motor del desarrollo del país, al limitar su generación, traería como consecuencia el claro indicativo que ya no vamos a crecer porque la Comisión Federal de Electricidad no tiene capacidad para invertir y, estando el control y producción de este insumo básico, lo que nos espera es la parálisis, consecuentemente el retroceso.
 
Hay pérdidas, sí, hay muchas pérdidas, las deudas del sector público con esa institución es de una dimensión monstruosa, miles de ayuntamientos, gobiernos estatales, organismos descentralizados, todos le deben a la Comisión, aparte el huachicoleo con los famosos diablitos que, por millones, los hay en la república, basta con recorrer un mercado, un tianguis, una colonia popular o un Estado en rebeldía cuya población ha dejado de pagar hasta el año pasado más de 11 mil millones, o la deuda privada que no se queda atrás, necesitan dinero, ahí está.
 
El coraje del gobierno en contra de la producción particular de energía es el que las grandes plantas industriales, las grandes tiendas, los grandes almacenes y los changarros como los oxxos, generan su propia energía, no pagan o pagan bicocas y ello les permite mejores precios de sus productos al consumidor final, si el problema es dinero, pues deben de ponerles un impuesto por la cantidad de energía producida, medida desde luego inflacionaria que vivimos con un ejemplo sencillo, los tacos, por ejemplo, suben todos los días por el aumento al gas y de plano se están volviendo inalcanzables.
 

La propuesta de reforma debe de debatirse, mi Presidente sabe que en los términos en que él la presenta es muy benéfica para el país, pero aprobarla significa pasar por encima de una serie de preceptos legales y del derecho internacional que la hacen intransitable para ser texto constitucional.
 
Finalmente, el señor Presidente no debe de creer que tiene entorilados a los diputados, las arengas presidenciales y cualquier llamado contrario a sus intereses se les resbala por la piel, por eso son políticos y de la misma madera del árbol mayor con quien han compartido el bosque, por eso la oposición no se va a amedrentar por los mensajes y llamados al patriotismo ni por su advertencia de que los exhibirá como traidores a la patria, de antemano la lista de quienes votarán en contra ya la conocemos, votarán en contra todos los diputados y senadores del PAN, del MC. del PRD y también buena parte del PRI, estos últimos lo harán también por convicción. No igual a la fuerza de la convicción del Partido Verde Ecologista que, para reafirmar los colores de su bandera, votará a favor de las energías sucias.
 
El PRI no puede votar a favor porque inclusive modificaron sus estatutos para aprobar la ley vigente de Peña Nieto en la materia, y también debido a que en sus campañas hicieron el compromiso de convertirse y ser un bloque opositor, de no haber sido así los votos hubieran sido para otros partidos menos para ellos y ahora saben que como partido no pueden fallar y que con el debate que organizan para definir el rumbo no la desecharán sino que la llevarán por el camino correcto.- Por el bien de la causa.