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Columnas y artículos de opinión
Así son los hijos
Luciano Blanco González
4 de febrero de 2022
alcalorpolitico.com
La historia es un verdugo cruel con aquellos que, siendo grandes figuras en un tema patriótico, se ven desdibujados con la conductas contrarias y ofensivas a los símbolos y causas de aquellos a quienes la sociedad, con sus reglas morales, les ha endilgado la difícil carga de honrar a su familia, principalmente a los padres.
 
Cuántas veces nos hemos imaginado que si los muertos reciben alguna vibra del exterior, el Siervo de la Nación, el cura Don José María Morelos y Pavón, máximo general de los ejércitos independistas que lucharon en contra de la sumisión extranjera, se daría de topes y retumbarían sus huesos en la caja, si supiera que su muy querido y amado hijo Juan Nepomuceno Almonte deslumbrado por el emperador francés, Napoleón Tercero, ante quien hincaba la rodilla y besaba la mano de la emperatriz Eugenia en la misma posición, seducido por él y acompañado de un grupo de mexicanos que no estaban de acuerdo con el régimen republicano de Don Benito Juárez, y ante la anarquía generalizada que se vivió en aquel entonces, inspirados por Gutiérrez de Estrada en el Palacio de Miramar, en Trest, fueron a ofrecerle la corona del imperio mexicano al príncipe austriaco Maximiliano de Habsburgo, para que se ciñera la corona y un príncipe extranjero viniera a ponerle nuevamente las oprobiosas cadenas colonialistas de los austriacos.
 
Nadie lo podía creer, que acción tan vil y traicionera viniera de parte del hijo del prócer de la independencia, poniéndose del lado de aquella espléndida sociedad fifí, que caracterizaba a la rica y odiada aristocracia europea, que con un moderno ejército vino a provocar un derramamiento de sangre y a pisotear nuestro suelo patrio, menos que el pusilánime personaje estuviera del lado del conde de Lorencez en el asedio a Puebla, en aquella gloriosa batalla del 5 de mayo.
 

Que enorme pena y coraje para los seguidores del patriota, cuya lucha nos dio patria y libertad, por identificar nuestra conciencia y nuestro espíritu con los ideales de aquel hombre que, despreciando su propia sangre y su tierra, prefirió la holgura, la riqueza y se olvidó de su pueblo.
 
El comentario es colofón al escándalo mediático que se ha tejido en torno del matrimonio de José Ramón López Beltrán, uno de los hijos de nuestro Presidente Andrés Manuel, con cuyos insidiosos comentarios se pretende ensuciar la imagen del gobernante y de su administración.
 
A saber, el Presidente hasta ahora ha dado consejos a la población para que se aleje de los lujos y del dispendio, comprando y consumiendo sólo lo que es necesario para su subsistencia y procure alejarse de los sentimientos aspiracioncitas, para llevar una vida sencilla en lo individual y los gobernantes vivan en la modestia republicana.
 

El Presidente toca la campana en un intento por combatir el consumismo, para que haciéndolo se refleje en el ahorro para una vida mejor, pero a nadie ha obligado a hacerlo, ni tampoco nos ha querido obligar a que pensemos o que actuemos como él lo señala, por lo que habrá que reconocerle que ha respetado estrictamente las libertades.
 
La verdad que es envidiable la suerte de José Ramón, encontrarse una mujer que le dé a uno, casa, comida y cariño. No tiene comparación, si es como dicen, habrá que aceptar que es un afortunado y su vida debe de ser como una larga novela de esas que nos ofrece nuestra televisión, similar a la que se llama La Rosa de Guadalupe, que todos lo que creemos en los grandes milagros, en los que suceden cosas increíbles, como las que le suceden a él en una relación desinteresada y a cambio de nada, como lo ha dicho el Presidente.
 
Él, que es un partidario del existencialismo francés, adopta y se comporta como tales al pregonar y practicar el principio de “Prohibido, prohibir”; será muy el presidente, pero como padre, aun cuando se trate de su imagen, no se debe, ni creo que pueda meterse en cosas del amor de su hijo, que por lo demás ya está grandecito y ya sabe lo que hace.
 

En otro tema, hay que reconocer que la política nacional ya está tomando un rumbo inesperado que había que atribuir al posible sucesor de Andrés Manuel; sin duda Adán Augusto, el nuevo Secretario de Gobernación, que visiblemente sabe ejercer el mando y pegar sin enseñar la mano es quien instrumenta la urgente gobernabilidad del país.
 
Nos parecía imposible que la federación pusiera fin a los desmanes de los estudiantes de Ayotzinapa, a quienes tanto apapacha el Presidente, y quienes los fines de semana tomaban las casetas de cobro en las carreteras federales e imponían una cuota forzosa a todos los automovilistas que teníamos que colaborar con la causa para no exponernos a que los vehículos fueran golpeados o a una agresión personal, constituyendo con ello un gran negocio para el beneficio de los doloridos vividores, a quienes las fuerzas de seguridad nacional acotaron una buena madrugada de viernes, impidiendo que continuaran expoliando a la federación y al pueblo.
 
Otro hecho insólito es la intervención de las fuerzas de seguridad en Michoacán, en donde los maestros miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE.) para chantajear al gobierno con la solicitud de nuevas plazas, pagos de salarios, plazas automáticas y lo que se les ocurriera, por cualquier motivo y por el más mínimo pretexto bloqueaban las vías del ferrocarril e impedían el trafico de grandes volúmenes de mercancía causando graves daños a los usuarios, al comercio, a la industria y a toda la nación, hasta que les pusieron un alto inesperado aplicando toda la fuerza del Estado.
 

En la impartición de justicia, los carniceros de ayer tiemblan ante las continuas indagatorias que se anuncian y las continuas detenciones de quienes se creían impunes y deambulaban por todo el mundo creyendo que la justicia nunca llegaría y se ve que ya los alcanzó el tiempo, con la detención de altos jefes policiacos, que con las manos en la bolsa y creyéndose bien parados para siempre, torturaban para inventar supuestas verdades o permitían e instrumentaban el tráfico de armas, al igual que los funcionarios públicos que celebraron contratos leoninos a cambio de abultadas cantidades de dinero, ahora tienen que regresar lo robado y enfrentar sus procesos en las cárceles del país.
 
Lo admirable es que aquellos que abusaron de la buena fe y de la confianza del Presidente, ahora sienten que se endereza la espada de la justicia en contra de ellos, Santiago Nieto, extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera ya no duerme tranquilo, Julio Scherer, quien fuera Consejero de la Presidencia tendrá que aclarar y responder por una serie de extorsiones de sus socios colaboradores de un despacho, Alejandro Gertz Manero, titular de la Fiscalía General de la Republica y Hugo López Gatell, no sienten la seguridad de sentirse intocables, las fuerzas sociales y el tiempo los acosan, la justicia no olvida y no porque la perra sea brava, sino porque en esto de la política, el ayer, el hoy y el mañana son implacables, quebrantando o fortaleciendo las que fueron o son grandes y poderosas fortalezas, para tumbar y hundir o para levantar hasta la gloria, en premio o en castigo por los agravios o aciertos cometidos.
 
Finalmente hay que anotar que se avizoran nuevos horizontes aun desconocidos, ahora que la rebatible palabrería estruendosa pero estéril ya no llena, son las obras materiales y sociales las que le dan consistencia y firmeza al gran proyecto del Presidente que continuamente es traicionado, pésele a quien le pese, tenemos por efecto de los benéficos programas sociales una sociedad satisfecha con el acertado mando del Presidente, a quien no sólo adoran, sino que el pueblo lo idolatra, cualquiera que quiera debatir con estos estratos, está condenado a la derrota pues millones de ellos, convencidos de las políticas presidenciales, lo defienden y lo apoyan, como lo demostrarán en la próxima consulta para la revocación de mandato en agradecimiento a su gran legado histórico de privilegiar en cualquier acción de gobierno a los pobres, los resultados no importan, tendremos a Andrés Manuel en la Presidencia de la República hasta concluir su mandato. Por el bien de la causa.