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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Una tragedia humana de enormes proporciones
Miguel Molina
20 de mayo de 2022
alcalorpolitico.com
Pensemos en una ciudad más bien grande, donde hay industria y hay comercio, y todas las demás cosas necesarias para que funcionen lugares así. Pensemos en la gente que va de nuevo al oficio y al usado ejercicio do su natura o menester l'inclina, de la mañana a la noche todos los días, y que un día de esos todos sus habitantes desaparecen. Cien mil de ellos.
 
Nadie sabe. Y los que saben no dicen, y a fin de cuentas nadie sabe. Ya hay más de cien mil desaparecidos en México, una cifra que llegó a tanto por tantos errores, por tantas omisiones, por tanta corrupción, por tan poca falta de voluntad política. Son números tristes que tendrían que preocupar a muchos mexicanos que viven a la sombra diaria de las balaceras, de la extorsión, del levantón, de la tortura, de la muerte.
 
Pero eso no es vida, es una tragedia humana de enormes proporciones, como advirtió Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para Derechos Humanos. Cien mil personas viven en ciudades como Minatitlán o Rosarito, Cholula, Apatzingán, Tuxtepec y Tulancingo y Parral, y Comitán y Lagos de Moreno.
 

Nadie sabe dónde están todas esas personas. Aunque en diciembre de hace cuatro años se anunció que la búsqueda de personas desaparecidas sería una prioridad del gobierno y un asunto de Estado, no ha sido así. En muchos casos, los familiares de las víctimas buscan a los desaparecidos con sus propios recursos, sin apoyo ni protección oficial.
 
Cuando la epidemia de covid azotaba al mundo, Donald Trump – que entonces era presidente por elección popular – declaró que en Estados Unidos había más casos porque se hacían más pruebas. Es la misma lógica – es símil no exacto pero da bien la idea – que hay en decir que en México hay más desaparecidos porque ahora sí se investigan las desapariciones.
 
El asunto merece seriedad, recursos, voluntad de hacer posible lo necesario, que es encontrar a los que faltan. Y, como muchas otras cosas, eso es algo tan serio que no debe dejarse en manos de los políticos.
 

Desde el balcón
 
Hace calor. En el camino del parque, cuatro pisos abajo, pasan ruidosos grupos de niños contentos que van a caminar por las veredas del barrio. Cuando llega la hora del gin tonic, uno mueve el vaso con el trago transparente en la claridad de la tarde y piensa en el acuario de Veracruz, que oficialmente pasó a manos de la Procuraduría del Medio Ambiente del estado.
 
Uno busca y no encuentra la parte de cualquier ley que permita a la procuraduría del Medio Ambiente de Veracruz administrar un acuario. Pero la vida es así. No se hace lo que se puede sino lo que se quiere, aunque no parece que se piense lo que se hace.
 

Uno duda que alguien haya pensado – por ejemplo – en la antigüedad de los trabajadores, que serán liquidados y tal vez los recontraten – si bien les va – para empezar de cero (ningún medio ha publicado información sobre qué pasará con las pensiones), y uno sabe que se va a crear una burocracia que administre lo que ya funciona bien, para mejor servicio de la República. Salud.