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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Entonces como ahora
Miguel Molina
20 de enero de 2023
alcalorpolitico.com
En esos tiempos, un periodista preguntó quiénes tenían las cualidades para suceder al presidente y obtuvo la respuesta que quería mandar el presidente: una lista de quienes ocupaban un lugar en su corazón o en sus planes. Casi inmediatamente se formaron grupos para promover a los nombrados, y para difamar a los otros como se pudiera. Se armó la rebatiña.

Pasaron algunos meses. Un día, a una hora inolvidable de ese día, en íntimo coloquio, el presidente dijo el nombre y las masas se volcaron en apoyo del nuevo líder de la Nación, hijo predilecto de la Patria, cabeza del Partido, ideólogo de lo que fuera, una vaina de no creerse. Era presidente Luis Echeverría.

Así fue. Hace poco menos de cincuenta años, Leandro Rovirosa Wade, secretario de Recursos Hidráulicos, nombró sin que le temblara la voz a Mario Moya Palencia (Gobernación), Porfirio Muñoz Ledo (Trabajo), Augusto Gómez Villanueva (Reforma Agraria), Carlos Gálvez Betancourt (Seguro Social), Hugo Cervantes del Río (secretario de la Presidencia), y José López Portillo (Hacienda). Una mano sin nombre pero tal vez con apellido agregó a esa lista a Luis Enrique Bracamontes (Obras Públicas).


Cualquiera de ellos podía ser el candidato y presidente virtual desde que se supiera quién era el mejor hombre de la República, jefe nato de las Instituciones, heredero de un proyecto que se iría desvaneciendo a medida que aumentaba su fuerza política... Ganó quien todos sabemos, y la historia los olvidó aunque se ha repetido desde entonces.

El principio es sencillo y se acata, como lo explicó Adolfo Ruiz Cortines y lo cuenta Juan José Rodríguez Prats: el Presidente designa gobernadores, senadores, y a su sucesor; los gobernadores designan diputados locales, y los sectores a los federales; el pueblo elige a los presidentes municipales no por métodos sofisticados sino mediante consulta a los líderes de las fuerzas vivas.

La versión moderna sigue el mismo modelo de hace medio siglo. La lista de los favoritos del presidente Andrés Manuel López Obrador abrió la puerta a la antigua normalidad, y retomó la práctica priista que el panismo intentó copiar sin éxito a principios de siglo: el gran solitario del Palacio Nacional juega con los nombres de alguno favoritos, observa, decide, y sanseacabó.


La lista más reciente es de tres que son cuatro: Claudia Sheinbaum (gobernadora de la Ciudad de México), Adán Augusto López (Gobernación), Marcelo Ebrard (Relaciones Exteriores), y últimamente Ricardo Monreal (Senador de la República). Uno de ellos va a ser.

Pero los tres candidatos originales de López Obrador han violentado la letra – y el espíritu – de la ley de muchas maneras, ante la complacencia presidencial y la impotencia de las autoridades electorales, llevados por el ansia de llegar al poder a toda costa, porque a ellos tampoco les puede uno venir con eso de que la ley es la ley. Son impunes hasta que dejen de serlo. Quién sabe cómo serán después.

Como hace cincuenta años, el de ahora es el mismo infierno con diferentes diablos. Vendrán otros, más y menos, para que todo siga igual, aunque todo podría haber sido diferente.


¿Alguien sabe?

¿Alguien sabe cuándo, y dónde, se va a presentar la disculpa oficial y pública del gobierno de Veracruz a las familias de los policías secuestrados en patrullas de Seguridad Pública hace diez años?

Lo último que se supo es que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez estaba muy interesado en asistir a "tan significativo acto", pero tuvo que cancelar la ceremonia por imprevistos en su agenda, al parecer relacionados con los precandidatos presidenciales de su partido.


Desde el balcón

A las cinco y veinte de la tarde ya es de noche. Ayer nevó y hay una brisa helada que viene de los Jura. Si uno busca en el cielo, brilla Júpiter.