6 de septiembre de 2024
alcalorpolitico.com
En cuanto a la seguridad pública este gobierno termina como empezó: con altos niveles de inseguridad.
Es cierto que desde que los cárteles tomaron fuerza la inseguridad azota a buena parte del país, pero tampoco puede ocultarse la realidad actual de mayor violencia.
Los gobiernos federal y el de Veracruz lo niegan, pero eso es para intentar ocultar su fracaso, su inacción, su permisividad o de plano su complicidad.
Lo de la política de "abrazos no balazos" quedó solo en frase y los grupos de la delincuencia han crecido, cobrado mayor fuerza y ahora someten y asfixian a pueblos enteros.
Es cierto que en Veracruz no estamos al nivel, por decir algo, de Chiapas, donde en amplias regiones no hay más autoridad que los delincuentes y por eso el éxodo de chiapanecos a Guatemala, sin embargo, eso no quiere decir que estemos bien.
Lo sucedido este jueves en Poza Rica, donde las extorsiones, secuestros, asaltos y asesinatos son constantes, es muestra clara de los altos niveles de inseguridad.
Si un grupo de la delincuencia organizada se atreve a entrar a la sede de la Delegación de Tránsito y secuestra al delegado (Julio Vega) es indicativo del poder que sienten tener y tienen.
¿Qué puede esperar un simple ciudadano, un comerciante, un médico, un maestro, un mecánico, un carpintero, un restaurantero, etcétera, etcétera, cuando es amenazado de que le pegarán, incendiarán su negocio o lo matarán si no paga ante una extorsión?
En el caso del delegado de Tránsito hubo movilización policiaca e incluso militar para rescatarlo, cuestión lograda, ¿pero sucede lo mismo cuando el afectado es un ciudadano sin cargo público? ¿El esmero puesto ahí es el aplicado también en lugares como Coatzacoalcos?
El 8 de diciembre del año pasado en la Dirección de Tránsito municipal de Ciudad Mendoza recibieron una llamada telefónica para amenazarlos.
Supuestamente llamó El Bukanas, el jefe de un grupo delincuencial que roba combustible, asalta a transportistas y a automovilistas, teniendo su dominio entre Veracruz y Puebla. Exigió liberaran a unas personas detenidas por supuestamente cometer una infracción, pues dijo eran de su gente, y que les devolvieran su automóvil.
Ese mismo día, por la tarde, mataron a un elemento de Tránsito municipal de ese lugar, tras lo cual los otros agentes abandonaron su trabajo, es decir, huyeron.
No hubo la movilización policiaca y militar de este jueves en Poza Rica, por lo tanto, no hubo detenidos y el caso, con el paso de las semanas, fue echado al olvido.
Así, en el olvido, están otros miles y miles de casos de veracruzanos y mexicanos que han sido asaltados, extorsionados, golpeados, secuestrados, desaparecidos o asesinados.
Los gobiernos han decidido echarlos al olvido y con el paso del tiempo borrar su número para mentir asegurando que no son tantos casos.
Es cierto que desde que los cárteles tomaron fuerza la inseguridad azota a buena parte del país, pero tampoco puede ocultarse la realidad actual de mayor violencia.
Los gobiernos federal y el de Veracruz lo niegan, pero eso es para intentar ocultar su fracaso, su inacción, su permisividad o de plano su complicidad.
Lo de la política de "abrazos no balazos" quedó solo en frase y los grupos de la delincuencia han crecido, cobrado mayor fuerza y ahora someten y asfixian a pueblos enteros.
Es cierto que en Veracruz no estamos al nivel, por decir algo, de Chiapas, donde en amplias regiones no hay más autoridad que los delincuentes y por eso el éxodo de chiapanecos a Guatemala, sin embargo, eso no quiere decir que estemos bien.
Lo sucedido este jueves en Poza Rica, donde las extorsiones, secuestros, asaltos y asesinatos son constantes, es muestra clara de los altos niveles de inseguridad.
Si un grupo de la delincuencia organizada se atreve a entrar a la sede de la Delegación de Tránsito y secuestra al delegado (Julio Vega) es indicativo del poder que sienten tener y tienen.
¿Qué puede esperar un simple ciudadano, un comerciante, un médico, un maestro, un mecánico, un carpintero, un restaurantero, etcétera, etcétera, cuando es amenazado de que le pegarán, incendiarán su negocio o lo matarán si no paga ante una extorsión?
En el caso del delegado de Tránsito hubo movilización policiaca e incluso militar para rescatarlo, cuestión lograda, ¿pero sucede lo mismo cuando el afectado es un ciudadano sin cargo público? ¿El esmero puesto ahí es el aplicado también en lugares como Coatzacoalcos?
El 8 de diciembre del año pasado en la Dirección de Tránsito municipal de Ciudad Mendoza recibieron una llamada telefónica para amenazarlos.
Supuestamente llamó El Bukanas, el jefe de un grupo delincuencial que roba combustible, asalta a transportistas y a automovilistas, teniendo su dominio entre Veracruz y Puebla. Exigió liberaran a unas personas detenidas por supuestamente cometer una infracción, pues dijo eran de su gente, y que les devolvieran su automóvil.
Ese mismo día, por la tarde, mataron a un elemento de Tránsito municipal de ese lugar, tras lo cual los otros agentes abandonaron su trabajo, es decir, huyeron.
No hubo la movilización policiaca y militar de este jueves en Poza Rica, por lo tanto, no hubo detenidos y el caso, con el paso de las semanas, fue echado al olvido.
Así, en el olvido, están otros miles y miles de casos de veracruzanos y mexicanos que han sido asaltados, extorsionados, golpeados, secuestrados, desaparecidos o asesinados.
Los gobiernos han decidido echarlos al olvido y con el paso del tiempo borrar su número para mentir asegurando que no son tantos casos.