Están por cumplirse 23 años de la peor tragedia ocurrida en la ciudad de Veracruz y ese lapso parece ser muy largo porque ha provocado amnesia en autoridades, ambulantes y en la sociedad en general.
La tarde del 31 de diciembre de 2002 debió marcar la memoria de los jarochos y de los veracruzanos todos, pues ocurrió el incendio que mató al menos a 28 personas, a medio centenar les provocó lesiones y dejó tristeza de por vida a numerosas familias.
Eran alrededor de las 5 de la tarde y la zona de mercados aún estaba muy concurrida, por la gente realizando compras de última hora para la celebración de llegar a un nuevo año.
Nunca se supo con exactitud lo que generó el siniestro, pero las versiones señalan que algo provocó el fuego en un puesto ubicado en Juan Soto e Hidalgo donde vendían pirotecnia y de ahí se desató el infierno.
El alcalde era José Ramón Gutiérrez de Velasco, panista por ese tiempo, y su administración fue la que otorgó los permisos –o al menos toleró- para que en la zona de mercados proliferaran los vendedores ambulantes y, en la época decembrina, vendieran artefactos pirotécnicos sin control.
Fueron alrededor de 10 horas de combate contra el fuego hasta que lograron controlarlo, para entonces ya habían muerto quemados o asfixiados por el humo 28 veracruzanos, entre vendedores y personas que realizaban compras.

En una semana habrán transcurrido 23 años de la tragedia, 23 años que a muchos ya les hizo olvidar sobre el peligro que representa permitir el comercio ambulante sin un control mínimo.

En la actualidad las calles cercanas a los mercados Hidalgo y Unidad Veracruzana están atestadas de vendedores que son los dueños de las vías. ¿A cambio de qué?,
¿votos o qué otra cosa?
Hoy en día la situación está peor que hace 23 años por lo que respecta a cómo los ambulantes se han adueñado de la zona.
Ya no solo dejan un angosto pasillo para que la gente circule sobre las banquetas, no. Ahora son los propietarios de las calles, como sucede en Bravo entre Velázquez de la Cadena y Juan Soto y en Velázquez de la Cadena entre Bravo y Guerrero.

Comenzaron ganando espacio en el arroyo vehicular, dejando solo un estrecho carril para la circulación lenta de vehículos, pero en la actualidad ya no pueden pasar los automóviles, muchos menos un camión de los bomberos. La mercancía seguramente la hacen llegar mediante “diablitos” o si acaso bicicletas de los llamados triciclos.
Y los vendedores están muy lejos de ser ambulantes. Sus puestos están fijados a la calle, están sobre un “firme” de cemento.
¿Por qué los funcionarios municipales –los de Comercio, Protección Civil, la alcaldesa- han permitido esta proliferación de vendedores y que se apoderen de las calles?
Vaya problemón que les dejan a las nuevas autoridades, que deberán poner orden en la zona de mercados antes de que suceda algo grave.
 
¿QUÉ PASÓ CON EL EFECTIVO? Los trabajadores del Sector Salud, que recibieron la promesa de que se les cambiarían los vales de su bono de fin de año por dinero en efectivo, este lunes se encontraron con la novedad de que deben realizar un enredado trámite para cambiar los vales y poder acceder a dinero. Fue un engaño, es lo más suave que dicen los empleados de hospitales, clínicas y en general de la Secretaría de Salud.


BREVE DESCANSO. Estimados lectores haremos pausa a estos comentarios. Nos volveremos a encontrar en enero. Muchas gracias por su atención y lectura. Que tengan una Nochebuena en paz y que se realicen sus metas del próximo año.