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Columnas y artículos de opinión
Derechos humanos y educación
Guillermo H. Zúñiga Martínez
28 de enero de 2012
alcalorpolitico.com
Siempre ha sido importante innovar dentro del complejo mundo de los sistemas educativos nacionales. Los ejemplos no se dan repetidamente, sino de vez en cuando, lo que, obviamente, retrasa los avances en la formación de las nuevas generaciones.

Una reforma a los programas de estudio, no produce resultados inmediatos; es a través del tiempo que se va consolidando de acuerdo al grado de positividad que tiene, y se manifiesta en la preparación de los aprendientes. Esta es la razón por la cual no se pueden apreciar los beneficios de una gestión didáctica en forma apresurada.

He afirmado una y otra vez que, cuando se pretende hacer cambios, éstos precisan haberse meditado concienzudamente, porque estamos frente a lo que se denomina la teleología de la pedagogía, que fue lo que en su libro “Los Tres Problemas de la Educación”, el distinguido educador sudamericano Juan Mantovani llamó las finalidades de la formación cultural. En consecuencia, acaricio -desde hace tiempo- la idea de que en las esferas gubernamentales se elabore una convocatoria –con un temario específico- hacia los mentores, intelectuales y padres de familia para que dialoguen, discutan, reflexionen y lleguen a conclusiones respecto de qué se debe enseñar.


No es conveniente que los cambios se realicen aisladamente, como, verbigracia, lo que acaba de aprobar hace unos días la ministra de educación de Colombia, María Fernanda Campo, quien ordena que a partir del 2014, todos los colegios oficiales de aquel país, tengan proyectos que persigan la mejor formación de los estudiantes, debido a que está proponiendo el estudio y recreación de los derechos humanos.

El Vicepresidente de aquella República, Angelino Garzón, acierta cuando expresa que es fundamental esta propuesta porque en esa materia no se trata solamente de promulgación de leyes, es un asunto de cultura que permitirá a Colombia presentarse en el concierto latinoamericano como un país progresista y moderno, con una sociedad que se levante voluntariosamente hasta alcanzar el cero tolerancia hacia la violencia, la corrupción y la impunidad.

Es inobjetable lo que señala el Vicepresidente, pero hay detalles que necesitan ser analizados con profundidad: resulta que no van a elaborar planes y programas de estudio para enseñar y comentar con los alumnos la historia, definición y consideraciones inherentes a los derechos del hombre, sino que con un sentido económico, le han pedido al Banco Interamericano de Desarrollo que los apoye con doce millones de dólares para aplicarlos en actividades lúdicas entre niños y jóvenes, teniendo como referente ese mismo objetivo.


Según la educadora María Fernanda, su criterio es que los recursos se canalicen hacia la incentivación de iniciativas, impulsadas por los mentores para que los niños aprendan a ser mejores ciudadanos, lo cual implica capacitar a los docentes en esta área tan actual y vigente en la mayor parte del mundo.

Lo que se observa de inmediato en estos quehaceres, es que los van a burocratizar y mientras las nuevas corrientes pedagógicas propugnan estimular la imaginación de los mismos alumnos, en Colombia quieren que sean los maestros los que piensen y organicen las prácticas para provocar el interés de sus educandos, lo cual me parece absurdo pues es muy común que lo que dicen o hacen éstos es lo que les ordenan los redescubridores de la verdad, cuando lo que se debería hacer es intensificar los propósitos para que sean personalidades con características propias y con capacidades para concebir sus propios instrumentos, que les permitan persuadirse cada día más de lo que tienen que hacer con el tiempo, dentro de su vida de ciudadanos.

Es plausible la disposición de que en las instituciones se hable sobre derechos humanos pero me parece que es una medida un tanto cuanto alejada del conjunto normativo de un plan de estudios que identifique a la educación de ese país por lo que, si pudiera, les diría a las autoridades colombianas que es cardinal pensarlo no como un tópico independiente, porque toda modificación estructural exige ser integral para que logre definir hacia dónde se quiere marchar en cuanto a la enseñanza.


La noticia remata, fíjese usted bien, con la idea de crear un cuerpo burocrático que se va a denominar Consejo Nacional del Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos, al cual considerarán guía del proceso. Allá ellos.

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