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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Los millones, los hechos, las palabras
Miguel Molina
2 de febrero de 2012
alcalorpolitico.com
Por más explicaciones que se den, los hechos dicen las cosas de manera clara aunque no haya nada claro. Un empleado del gobierno de Veracruz voló a Toluca en un avión del gobierno de Veracruz con veinticinco millones de pesos en efectivo. Quién sabe cómo se enteró la PGR del vuelo y de lo que llevaba el pasajero.

Lo que no queda claro es la razón de la renuncia del Tesorero Vicente Benítez. Haya tenido o no haya tenido autoridad para enviar el dinero, Benítez tiene la obligación de dar explicaciones. Pero no queda claro quién autorizó el envío.

Según el organigrama, hay tres personas que podrían haber intervenido en el asunto de los veinticinco millones: el propio Benítez, el subsecretario de Finanzas y Administración Gabriel Deantes, que era su jefe directo, o el secretario de Finanzas Tomás Ruiz. Así que la renuncia de Benítez no resuelve nada porque todos seguimos sin saber nada...


Tampoco está claro el mecanismo del pago. Según Tomás Ruiz, al gobierno de Veracruz le ganaron las prisas y los tiempos (como si a nadie se le hubiera ocurrido pensar que cada año hay fiestas de la Candelaria, carnaval en el Puerto y festival en El Tajín), y por eso tuvo que pagar por adelantado veinticinco millones de pesos a la empresa Industria3.

Según Ruiz, la secretaría de Finanzas se atuvo a los Lineamientos Generales y Específicos de la Disciplina, Control y Austeridad Eficaz, al Presupuesto 2012 y al Código Financiero, pero los artículos a los que alude el secretario no tienen que ver con pagos en efectivo.

(Menos que ningún ordenamiento, la fracción V del artículo 207 del Código Financiero, que en todo caso involucra a la secretaría de Turismo porque es la dependencia oficialmente encargada de promover a Veracruz, y la que tendría que haber justificado el trabajo y accedido a los términos de un contrato cuyos términos hasta el momento se desconocen.)


En fin. Tampoco se entiende por qué se pagó por llevar al dinero a la secretaría de Finanzas en Xalapa para enviarlo de ahí a México, porque cualquier banco donde uno tiene veinticinco millones de pesos con gusto los entregará en la capital del país.

Uno, que no tiene veinticinco millones de pesos ni debe tanto, sería sujeto a todo tipo de preguntas y sospechas si tratara de pagar esa cantidad en efectivo a cualquier empresa. Y la empresa que recibiera un pago así - con razón - también sería sospechosa.

Nadie cree que hubiera un gobierno que aceptara o hiciera pagos en efectivo por una cantidad similar, o que hubiera un gobierno que entendiera la tradición mexicana de cobrar servicios en efectivo, como le dijo a Joaquín López Dóriga el secretario de Finanzas.


Lo que ni el secretario de Finanzas ni otros funcionarios mayores y menores parecen entender es que las actividades del gobierno, pero sobre todo las financieras, deben estar siempre por encima de toda sospecha, sobre todo en estos tiempos de la desconfianza y las elecciones presidenciales. Pero los hechos hablan más fuerte que las palabras.

Los veracruzanos merecen cuentas claras. Aunque sea para admitir que el gobierno - o alguien en el gobierno - maneja las finanzas de Veracruz de manera descuidada, a merced de las prisas y en efectivo, como ya se supo hasta en el extranjero.