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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
El feligrés cercano
Arturo Reyes Isidoro
7 de febrero de 2012
alcalorpolitico.com
El 2 de julio del año pasado llegó el padre Celestino Barradas a hacerse cargo de la capilla de Nuestra Señora de la Piedad, mejor conocida por todos como la Iglesia de La Piedad o simplemente como La Piedad, un punto además referente geográfico de la capital del estado con un singular detalle: está a escasamente una cuadra y unos pasos de la Casa de Gobierno y es el centro espiritual que nos congrega a los vecinos, algunos en cargos relevantes en la función pública como el delegado de la SCT, Agustín Basilio de la Vega, cuyos hijos forman parte del coro dominical, pero, lamentablemente, no congrega al de mayor jerarquía política: el gobernador Javier Duarte de Ochoa.
 
Emprendedor como es siempre en beneficio de la grey que encabeza, a los dos meses de que llegó, el 7 de septiembre se echó a cuestas una empresa mayor: completar la obra que comenzó hace 130 años, es decir, rescatar ahora lo que ya está hecho y tratar de construir una serie de instalaciones como una casa para el sacerdote, que como guardián esté siempre dispuesto a ayuda a los fieles de la comunidad, salones para catecismo y reuniones con los fieles, un merendero, baños, etcétera. Su pretensión es que La Piedad quede como la mejor de todas las rectorías de la Diócesis.
 
Así, domingo a domingo pide a la grey su colaboración decidida, pero no solo eso. A finales del año pasado se echó a cuestas la responsabilidad de rifar un coche y ha salido en busca de apoyos que no le han negado: el primer impulso lo recibió de la familia Chedraui, que donó 59 mil pesos, que sumó a los 83,900 que se obtuvieron de la rifa del coche –semana a semana, puntualmente informa de lo que se obtiene y de lo que se gasta, peso a peso– más 11,140 pesos de otros donativos. Hasta el 8 de enero se habían gastado 135,170 de los 145,040 pesos reunidos hasta entonces para trabajar.
 
Algunas cosas que ya se han hecho es la reconstrucción del atrio, que raíces de árboles habían levantado; la construcción de un aljibe para 9 metros de agua cúbica; la cimentación para el muro límite con los vecinos (uno de ellos, abusivo, se adueñó de una parte del terreno para construir una cochera); se compró y puso un tanque grande para agua de un baño, se ha comprado material y tabique para muros y se han pagado camionadas para sacar escombro y basura. En forma silenciosa el trabajo lo realizan un albañil y dos ayudantes. Ahora ha comprado a pagos un órgano de uso en 20 mil pesos pero cuyo costo nuevo es de 40 mil. Se pagará mensualmente con la ayuda de todos (si Dios nos habla con música todavía se escucha mejor).
 
En el terreno de la rectoría hay un naranjo generoso, tupido de frutos. Se cortan y se obsequian a quienes los desean. La Capilla es hermosa, está bien pintada, pero le faltaban detalles que se han atendido; las “arañas” fueron renovadas en todos su focos de los llamados “ahorradores”.
 
Desde el púlpito, extra oficio religioso el padre informa de lo que se va logrando –oficia todos los días a las 6 de la tarde y los domingos a las 11 de la mañana, una de la tarde y 7 horas del anochecer– y también da cuenta por escrito pues otra cosa que hizo al llegar fue crear un boletín dominical (“La Piedad”). En uno de ellos, al inicio de los trabajos, clamó ayuda del vecino ilustre, el Gobernador del Estado. En el boletín del pasado domingo 5 de febrero, publicó-recordó: “Está pendiente ayuda que esperamos de nuestro feligrés cercano –del Señor Gobernador–, pero no ha llegado”.
 
Y es que resulta que el padre Celestino acudió también en busca de ayuda oficial. Pidió audiencia con el gran vecino, lo recibieron colaboradores suyos, les informó lo que se está haciendo y solicitó apoyo ¡y que lo meten a los laberintos burocráticos! Le pidieron que lo hiciera por escrito (lo que ya hizo), con seis copias fotostáticas certificadas, planos, estudios del suelo, estudios de impacto ambiental, que los albañiles estuvieran cotizando al Seguro Social y todo lo que usted ha padecido cuando decide construir aunque sea un chiquerito.
 
Estoy seguro que el Gobernador no está enterado de nada, pero mientras, domingo a domingo, por culpa de sus malos colaboradores que no le informan, se le balconea y además es motivo de acres comentarios de todos los feligreses, quienes, por ejemplo, en días pasados no se cansaban de decir que cómo era posible que tuvieran 25 millones de pesos para otras cosas y no hubiera ni un quinto para una obra de caridad religiosa. De todos modos, me consta, oran porque al titular del Ejecutivo le vaya bien.
 
En el sexenio pasado, justo es decirlo, cierto día le comenté al gobernador Fidel Herrera Beltrán que las monjas del Convento de las Misioneras Eucarísticas Franciscanas, también a unos pasos de la Casa de Gobierno, por mi conducto le pedían su ayuda –me dieron un escrito que le entregué– para resolver problemas de instalaciones físicas e hidráulicas. En ese mismo instante pidió que le agendaran una visita a las religiosas y aunque no llegó en la fecha y hora señalada, envió a su jefe de Agenda pero atrás de él llegaron técnicos y obreros y además les resolvió un problema con el Ayuntamiento. La verdad, le viven muy agradecidas.
 
Sobre el padre Celestino Barradas, tiene un carácter y personalidad muy singular, es querido por los católicos de Xalapa, es culto, historiador e investigador autor de la Historia de la Iglesia en Veracruz, entre otras obras, por mucho tiempo fue el titular de la iglesia de San José, tiene muchos amigos políticos de todos los partidos (el domingo pasado, a propósito de la lectura de ese día, recordó que el gobernador Agustín Acosta Lagunes tenía como lectura de cabecera el Libro de Job) y empresarios como los de la familia Chedraui.
 
A sus 83 años es un emprendedor consumado debido a lo cual, en todas las iglesias en donde ha estado es recordado por las obras materiales que propuso y logró construir en beneficio de los feligreses, hasta ahora que, parafraseando a Don Quijote de la Mancha, bien puede exclamar: “¡Con el Gobierno hemos topado, Sancho!”. Dentro de esa tarea de investigación, incansable, el próximo 20 de febrero partirá a Roma junto con el Arzobispo Hipólito Reyes Larios para, entre otras cosas, consultar en los archivos del Vaticano con miras a escribir una monografía de cada uno de los nueve obispos que ha tenido la Diócesis de Veracruz desde 1984 cuando fue creada, en especial de don Joaquín Arcadio Pagaza, ya que en 2014 se cumplirán 150 años de serla.