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Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
Mujeres cabronas
Jorge Arturo Rodríguez
21 de febrero de 2012
alcalorpolitico.com
Un amigo de antaño, lector empedernido de mis escritos (quizás por eso no le va tan bien al güey), me envió un artículo del escritor colombiano Héctor Abad y me pidió (bueno, la verdad, me suplicó) que lo compartiera con mis lectoras y lectores fans, pues considera que se trata de un “excelente punto de vista sobre las mujeres cabronas”. Ah, cabrón, pensé, y pos leí lo que me envió. La verdad, conocía de Abad algunos cuentos, pero el siguiente texto, del que sólo les compartiré unos fragmentos por motivos de espacio, no tenía ni idea. Sobre su contenido, ustedes juzguen o, mejor, disfruten.
 
Pero antes, déjenme desearle a las mujeres mexicanas lo mejor de lo mejor, pos el pasado 15 de febrero se celebró el “Día de la Mujer Mexicana”, que dizque pa’ reconocer a la mujer, quien, frente al género masculino, padece la desigualdad, la marginación y discriminación en todos los ámbitos de la vida. ¿Será?
 
"Elogio a la mujer brava"
 
“A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos, marimachos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.
 
“La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).
 
“A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos”.
 
Hasta aquí, fue nomás una probadita. Si desea y le gustó el asunto como pa’ leerlo completo (se los recomiendo), sólo búsquenlo en internet.
 
Ahí se ven.
 
Hasta la próxima
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