icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Poza Rica (6a. parte)
Luciano Blanco González
23 de febrero de 2012
alcalorpolitico.com
El Secuestro del Gobernador
  
Los restos de los mártires y su recuerdo, los líderes injustamente hostigados y perseguidos, el pueblo apaleado y burlado, fueron el poderoso combustible que alimentó las conciencias enardecidas de los habitantes de la ciudad, máxime que la injuria ahora era doble, porque a pesar de todo lo sucedido, la autoridad electoral sumisa y abajuna, declaró legítimas las elecciones de Manuel Salas Castelán, quien junto con los demás miembros del ayuntamiento fue formalmente instalado en el gobierno municipal de la ciudad.
 
¿Qué era lo que sucedía? ¿Por qué tanta complacencia federal y estatal? Precisemos: Hay que recordar que las carreteras y el teléfono eran medios de comunicación muy escasos y que tanto la policía y las autoridades políticas de los centros de poder de los Gobiernos Estatal y Federal de Xalapa y de México, reaccionaban según la información que los temibles agentes secretos en el Estado y los agentes de Gobernación, transmitían a conveniencia y quizás las máximas autoridades, llegaron a considerar fantasías, todas las barbaridades que sucedían en Poza Rica, porque las nóminas de estos investigadores era cubierta y recompensada desde la Presidencia Municipal y desde el Sindicato Petrolero, de tal manera que los investigadores solo filtraban la información que convenía a sus amos.
 
El pueblo estaba herido y el usurpador de fiesta, en la víspera de aquel memorable 18 de Marzo de 1959, en Poza Rica, la principal región productora de petróleo en el país, sus líderes y gobernantes espurios, se preparaba para celebrar la expropiación petrolera y para inaugurar el actual Palacio Municipal, por tal motivo, la ciudad se vistió de fiesta, por donde pasaría la comitiva de los visitantes, todas las calles de aquel entonces se barrieron, los solares baldíos se limpiaron, el área del Palacio Municipal fue lavada por los bomberos, respetando el plantón que el pueblo ofendido mantenía frente al Palacio, pidiendo la desaparición de poderes, las oficinas públicas pintadas porque venia el Señor Gobernador del Estado Don Antonio M. Quirasco a presidir las fiestas y a cortar el listón inaugural del Palacio Municipal.
 
En este acontecimiento, fue donde el pueblo percibió que era la oportunidad de exigir justicia para sus muertos y solicitar la desaparición de los poderes municipales para que se investigaran a fondo, los crímenes y abusos de la torva camarilla local, Don Antonio, no se imaginaba el calvario que le esperaba durante su visita a la ciudad.
 
Quirasco, creyendo que todo estaba bien y que todo pararía en una audiencia o quizás enviado por la misma Federación para oír las quejas, accedió a venir a la ciudad a presidir tan importantes acontecimientos, a nivel nacional ya habían cambiado los mandos, el nuevo Presidente era la mano dura y represora de Adolfo López Mateos y Antonio J. Bermúdez, ya no era Director de PEMEX.
 
Pero apuntemos que a pesar del auge, la ciudad y toda la región por su ubicación geográfica, rodeada de montañas y de ríos y por la escasa tecnología de aquel entonces, se encontraba casi aislada, no existía la carretera costera, para venir a Poza Rica a partir de la Ciudad de Xalapa, había que subir a Perote, de ahí a Altotonga, Jalacingo, e ir hasta Teziutlán, Puebla para bajar por Tlapacoyan a Martínez de la Torre y de ahí, a la panga de Tecolutla para bajar por Gutiérrez Zamora a Papantla y finalmente Poza Rica, el recorrido aproximado era de 8 horas o más, por lo que el Gobernador Quirasco decidió llegar un día antes, arribando a la ciudad en el atardecer del 17 de Marzo de 1959, por el rumbo de lo que es hoy el Boulevard Petro Mex, en donde a la altura del Cuartel Militar del Séptimo Batallón, una multitud esperaba al Ejecutivo y su comitiva con flores y pancartas de Bienvenida, acto que conmovió al Gobernador y el conductor del automóvil oficial, al percibir el ambiente hasta ese momento cordial, disminuyó la velocidad, para que el Gobernador saludara y atendiera a los contingentes.
 
Este fue el momento en que los cientos, miles de pacíficos concurrentes se convirtieron en una turba exigente, se dice que ya no dejaron andar el carro y en vilo, fornidos ciudadanos en medio de un griterío general, rodaban y empujaban el vehículo intermitentemente, lo bamboleaban como un frágil juguete, la cara del Gobernador era de incertidumbre, testigos de aquella vejación afirman que tenia el gesto de espantado que intentaba disimular preguntando qué era lo que pasaba, preguntaba por los líderes y pedía platicar con ellos, además volteaba a todas partes como buscando a alguien, su cuerpo de seguridad no pudo franquear la ola humana, el Gobernador se quedó solo a merced de sus captores.
 
El Presidente Municipal, Manuel Salas Castelán, el líder petrolero Pedro Vivanco acompañado de su Secretario General de la Sección 30, Javier Cesar Trejo y sus incondicionales, Manuel Vallejo Herrera, Agustín Espinoza Torres, Eleazar Pulido Valdez, José Viñas Zunzunegui, Emilio Salgado y José Canseco Delgado, estaban más espantados que el mismo Gobernador, pues a medida que la turba avanzaba, se sumaban al contingente, decenas, centenas y miles de gentes que quien sabe de donde salían, parecía la víspera de un linchamiento. Los captores cegados por sus vindictantes sentidos, encaminaron el vehículo en vilo, por mas de 2 Kilómetros a las oficinas de la Coalición, para que dialogara con sus dirigentes, a la muchedumbre, se sumaba más y más gente exigiendo justicia.
 
La guardia del Gobernador, el servicio secreto, los sicarios vivanquistas y en general la policía, miraban impávidos e incrédulos lo que sucedía, paralizados. Además de que los gritos de la indignada multitud, provocaban temor, erizaba los pelos escucharlos, El preciado rehén fue bajado del automóvil entre empujones y gritos e introducido a las oficinas de la Coalición en la casa marcada con el numero 105 de la Avenida Juárez.
 
El Profesor Isidro Capitanachi, pedía serenidad y respeto a la investidura del Gobernador, inmediatamente que entró, las puertas de madera fueron cerradas y adentro el Profesor Isidro Capitanachi y el señor Víctor Meseguer junto con una decena de líderes, espantados todos ellos por la magnitud de su osadía y por las seguras consecuencias, dialogaron no se sabe qué, mientras, a la gente afuera, enfrente de la Coalición, le informaban que estaban esperando un camión descubierto, para que el Gobernador saliera a saludarlos.
 
Lo cierto es que los líderes propiciaron la fuga del Gobernador, no se sabe bajo qué circunstancias, quizás a punta de pistola, bajo presión y amenazas, no se supo, lo cierto es que Don Antonio M. Quirasco, ya de noche, salió huyendo por la parte de atrás del local, brincando bardas y alambradas, atravesando jardines y baldíos, hasta alcanzar lo que ahora es la Calle Altamirano, El Palacio Municipal, nunca fue inaugurado oficialmente, aunque así lo diga la placa.
 
Para el Gobierno del Estado……