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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
¿Y quien ganó?
Benjamín Garcimarrero
27 de febrero de 2012
alcalorpolitico.com
Aún existe aquel extraordinario relato de Pedro Enrique Cami, llamado “Memorias del Padre Eterno”, en que, con gran humor cuenta las peripecias que pasó Dios durante la guerra en que se enfrascaron él y sus huestes celestiales, contra Luzbel, el ángel rebelde y su falange luciferina de íncubos y súcubos.

Después de una lucha de siglos o quizá milenios, por que en las dimensiones de la eternidad el tiempo no existe, después de avances y retrocesos por la infinitud sideral de la nada, Lucifer (el que lleva la luz), logra vencer a Dios y exiliarlo más allá del caos, donde aún permanece.

Pero, el mejor subterfugio de Lucifer, es hacerle creer a los humanos que quien ganó la batalla fue Dios, cuando en realidad quien reina sobre todas las cosas y cultiva la adoración de su maléfica figura es precisamente el demonio, nombre con el que también se conoce a ese personaje tan importante y eterno como el propio Dios exiliado.


El colofón del libro de Cami, es precisamente que, la única forma de explicarse porqué las cosas están como están, es comprendiendo que quien manda en este mundo es el diablo y no Dios.

La moraleja… o in-moraleja, es percatarse de que la mentira a substituido a la verdad, el odio señorea sobre el amor, la guerra campea encima de la paz, el poder de uno vence sobre la voluntad de muchos, y no me estoy refiriendo a un ejecutivo sobre un congreso.

La estulticia vence sobre la inteligencia, el dolor es mayor que el placer, la envidia es más frecuente que la generosidad, el robo vence a la dádiva; y si paramos mientes observaremos que todo está tergiversado, hay una sensación de temor permanente por mas de que se nos asegure que todo está bien, que somos un dechado de virtudes cuando hay lujurias y pasiones inconfesables hasta debajo de las sotanas.


Por eso, cuando tomo un periódico o me entero de alguna noticia, lo primero que me asalta es la duda, por que ya ni en la paz de los sepulcros creo; y deduzco que si Flavino dice que no hay prisa, es que él no tiene apuración, le faltan muchos lugares que ocupar y muchos favores que recibir.

Si dicen que la mina Caballo Blanco va a ser beneficiosa, concluyo que es todo lo contrario, que se va a diezmar la población y a contaminar el ambiente, el aire, el suelo, el subsuelo y todo aquel patrimonio parafraseando a López Velarde cuando dijo: “El niño dios te escrituró un establo y tus veneros de petróleo, el diablo”.

La sacada de trapos al sol que se están dando los partidos políticos por ocupar la máxima silla de la república, el senado y las curules, dejan cortas a las batallas entre dios y lucifer, que dicho sea de paso, en esos ayeres poca cola habrán tenido pisable.


Mal hay que pensar de quien afirma que el sacrificio redime, y proscribe la risa y la alegría con la etiqueta del pecado.

Mal hay que pensar de quien cree que las cárceles son mejor solución que la libertad o la rehabilitación.

También debemos pensar mal de quien cree que la anarquía es peor que cualquier sistema de gobierno. Todo lo contrario, la anarquía es mejor igual que la libertad es mejor que el sometimiento.


Está equivocado el Presidente que en su tozudez, supone que es mejor matar que legalizar.

Pero este mundo seguirá igual mientras no nos demos cuenta que Dios está proscrito allá en el infinito mientras las huestes de lucifer siguen marcando el paso a esta confundida humanidad.

Y conste que esto solo es otro cuento más con el que puede usted envolver medio kilo de mariscos ahora que estamos en cuaresma.


¡Provecho!.