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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
La justicia, en el primer mundo
Arturo Reyes Isidoro
1 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
La impresión personal que tengo es que cuando se habla del primer mundo nos remitimos siempre al aspecto económico, a la fortaleza monetaria que tienen los países a los que se considera dentro de ese nivel, a su alto desarrollo industrial, a sus altos estándares del nivel de vida. Ya en otras ocasiones he escrito cuán engañados vivimos o que nuestros gobernantes nos han querido dorar la píldora de que estamos en vías de ingresar, como país, a ese selecto club.

Aún recuerdo cuando se firmó el Tratado trilateral de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá que entró en vigor el 1 de de enero de 1994, precisamente la fecha en que estalló el movimiento zapatista en Chiapas. Entonces, el presidente Carlos Salinas de Gortari echó las campanas a vuelo y con ello prácticamente nos instaló, en el discurso, en el primer mundo cuando nos vendió o nos quiso vender la idea de que el TLC era la panacea para todos nuestros grandes y ancestrales males. Hoy, dieciocho años después, estamos tan jodidos o peor que entonces.

Por aquellas fechas yo había tenido la oportunidad de viajar por primera vez a Europa y había conocido allá lo que era el verdadero primer mundo. Por eso cuando Salinas nos pintó el paraíso en México supe que no era más que una más de las grandes mentiras de los gobernantes que hemos tenido. Supe que estaba engañando al grueso de la población que, me lamenté, no tenía ni había tenido la oportunidad de vivir lo que es y era en realidad el primer mundo.


Nunca se me olvida que mientras viajaba de Barcelona a Roma leí en La Vanguardia del país catalán que los legisladores discutían en España la manera de proteger a los animales que sacrifican para consumo humano y que lo que les preocupaba era no hacerlos sufrir, para lo cual proponían alimentarlos bien, tenerlos en lugares limpios y cómodos y hasta con calefacción en invierno, ponerles música en los establos, sedarlos si era preciso antes de sacrificarlos, etc., y no pude más que pensar en los pobres de México que incluso se morían y se mueren de hambre en las peores condiciones sin que nuestro diputados hagan nada al respecto, como ahora los rarámuris o tarahumaras de Chihuahua. Era un contraste brutal que me dejaba muy claro la diferencia entre el primer y el tercer mundo.

Pero, también viví, supe, vi que el primer mundo lo es no solo por el aspecto económico sino por el desarrollo de su democracia, por el alto grado de la ética de sus pueblos y gobernantes y por la estricta aplicación de la justicia, en serio, no como acá que es de mentiritas, allá sí se trate de quien se trate. Y los hechos lo siguen demostrando, y para ello bastan unos cuantos ejemplos, recientes, que están vivos y en el primer plano del interés público.

El 17de febrero en Alemania se informó que el presidente Christian Wulff anunció su renuncia después de que la fiscalía solicitó que se le quitara su inmunidad en un caso de corrupción. Desde la sede presidencial en Berlín reconoció que la “confianza de mis ciudadanos está afectada” aceptando haber cometido errores. “Por esta razón ya no me es posible ejercer mis funciones. Es por esto que dimito”. La acusación en su contra era porque se sospechaba que había obtenido diversas ventajas de amigos empresarios.


En Madrid, España, el 23 de febrero, el pleno del Consejo General del Poder Judicial ratificó la expulsión de la carrera judicial del famoso juez Baltasar Garzón con lo que hizo efectiva la sentencia que había dictado el Tribunal Supremo que lo condenó a once años de inhabilitación por prevaricación al ordenar escuchas en forma ilegal en un caso que investigaba. La portavoz del Consejo General, Gabriela Bravo, reconoció que no era agradable dar una noticia “verdaderamente triste” aunque recalcó que nadie podía sustraerse a la acción de la justicia y que “la ley es igual para todos, sean jueces o políticos, sea este magistrado o cualquier otro”. Recordó que el Tribunal Supremo celebró un juicio “con todas las garantías” en el caso en el que fue condenado Garzón y que aprobó una sentencia por unanimidad, lo que en su opinión era señal de normalidad.

También en España, el 26 de febrero, el yerno del Rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, acusado en un escándalo de corrupción, tuvo que declarar durante 22 horas ante un juez. El también duque de Palma, un plebeyo ex jugador de balonmano está señalado de delitos de falsedad, prevaricación, fraude a la administración, malversación y evasión fiscal, gracias a todo lo cual se enriqueció ilegalmente con 5.8 millones de euros. En la península ibérica el caso es todo un escándalo porque nunca antes un miembro de la Familia Real Española había declarado ante un juez. Iñaki es esposo de la infanta Cristina.

Pero, como consecuencia, el escándalo y la acusación contra el yerno de la realeza motivó que el propio Rey Juan Carlos tuviera que hacer públicas sus cuentas para quedar libre de toda sospecha de complicidad, por lo que hizo saber a los españoles cuánto recibe de sueldo personal por parte de las finanzas públicas y cuando le dan para gastos de representación. Las cuentas las presentó en forma desglosada luego de que desde su entronización en 1975 se había venido negando a hacerlo, pero ahora la Casa Real no tuvo más que transparentar las cuentas de la familia real.


Ese es el primer mundo. Esa es una verdadera democracia. Esas son sociedades, naciones, países donde de verdad el que la hace la paga, sea quien sea, así se trate de un Presidente, de un juez famoso en todo el mundo o de un miembro de la realeza. Ese es un sistema judicial de primer mundo, no sometido a ninguna otra autoridad menos al Ejecutivo, que de verdad hace justicia, que actúa conforme a la ley, que de verdad vela por los intereses de la sociedad.

Los casos que cito son ilustrativos y obligan a volver la vista, la atención a nuestras sociedades, a nuestros países, a nuestros gobernantes, a nuestros sistemas legislativo y judicial, solapadores, corruptos, convenencieros, sometidos, encubridores, cómplices, que jamás mueven un dedo para castigar a nuestros políticos, a nuestros gobernantes corruptos.

¿Alguna vez veremos que en México, que en Veracruz se lleve ante la justicia a un presidente, a un gobernador, a un juez famoso, a un miembro de la familia en el poder; a un ex presidente, a un ex gobernador y no solo a peces chicos, a puro pendejo que no sabe leer y escribir como escuché que dijo un taxista cuando detuvieron el año pasado a unos cuantos ex alcaldes acusados de hacer mal uso de los recursos públicos? Esa es nuestra triste realidad.