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Columnas y artículos de opinión
Deliberación
¡De panzazo!: Despanzurro
Francisco Montfort Guillén
6 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
Para Juan María Alponte

Para comer no requerimos saber el funcionamiento del aparato digestivo. Para respirar tampoco necesitamos saber del funcionamiento del sistema respiratorio. Cuando enfermamos del estómago o de los pulmones, sabemos que algo anda mal. No es lo mismo cuando nos acercamos al abismo del conocimiento. En sus propias palabras, afirma E. Morin: se puede pensar sin conocer las leyes ni la naturaleza del pensamiento, se puede conocer sin conocer el conocimiento. Pero… lo propio del error y de la ilusión es no manifestarse como error o ilusión. ¡El error consiste en no parecerlo! (Descartes)». En este abismo de error e ilusión estamos parados los mexicanos cuando analizamos, acríticamente, el sistema educativo nacional.

De acuerdo al mismo pensador francés, requerimos pensar sobre los «universales antropológicos del conocimiento (que) van unidos a la identidad, en toda la especie humana, del aparato sensorial, del cerebro,… de la aptitud para formar un conocimiento empírico/lógico/racional y un conocimiento simbólico/mitológico/mágico... (Y que) sólo pueden expresarse en y por las condiciones socioculturales y particulares; aún más, el conocimiento humano nunca ha dependido del cerebro solamente; el espíritu se forma y emerge cerebro-culturalmente, en y por el lenguaje que es necesariamente social y, vía el espíritu (aprendizaje, educación), la cultura de una sociedad se imprime literalmente en el cerebro, es decir, inscribe en él sus rutas, caminos, encrucijadas». (El Método 3. El conocimiento del conocimiento).

¡De panzazo!, es un documental con un discurso simplista y despanzurrado que reúne los malos datos (verdaderos) del desempeño de algunos de los actores del sistema educativo, que se auto-asume como documento de denuncia y para lograr su efecto pretende alarmar. Renuncia a proponer un razonamiento pertinente, a ofrecer nuevas informaciones, a realizar un esfuerzo de comprensión sobre las condiciones históricas y culturales de las que emerge el sistema educativo mexicano. Su propósito es otro, según se desenvuelve el documento. Busca y logra ridiculizar a la mujer política más aguerrida y poderosa del sistema político que se niega a morir, Elba Esther Gordillo, acosa y caricaturiza al secretario de educación, Alonso Lujambio, sin dudas, desde hace muchos sexenios, el funcionario mejor preparado políticamente y más conocedor de los problemas que significa ofrecer buena educación. El documental, mediocre también en su discurso fílmico, no busca explicar, sino condenar, no contextualiza, anatemiza, busca ser la hoguera donde sean quemados los actuales funcionarios: su oportunismo político-electoral es otra ofensa más a la sociedad mexicana. El poder de Televisa es resultado, en buena medida, de la mala calidad de nuestro sistema educativo. Manipuladora de la conciencia nacional, asociada al poder del partido único, ahora, esta empresa parece marcar su ruta para influir sobre la designación del próximo secretario de educación (¿Claudio X. González o Arely Gómez?), sobre todo si gana su candidato, Enrique Peña Nieto.


Existen prestigiados profesores e intelectuales que se han ocupado con seriedad del tema educativo. Gilberto Guevara Niebla y Juan María Alponte debieran ser dos de nuestros referentes obligados en cualquier análisis serio que nos ayude a combatir nuestros errores e ilusiones en la educación. Cualquier análisis sobre este serio problema que no ligue las aptitudes para formar un conocimiento empírico/lógico/racional y un conocimiento simbólico/mitológico/mágico con el espíritu (aprendizaje y educación) y con la cultura mutilará la comprensión de la compleja problemática de nuestro sistema educativo.

En cada nivel escolar, las escuelas, universidades, institutos, públicos y privados son centros sociales de formación cultural de seres humanos, seres que a partir de sus condiciones bioantropológicas serán convertidos en ciudadanos, aptos para desenvolverse en el área de conocimientos que más les plazca y para la cual tengan mejores aptitudes. Son centros productivos en su más noble acepción: forman, transforman, producen seres humanos para que éstos a su vez produzcan los dos tipos de conocimientos antes mencionados y desarrollen sus mejores habilidades. La sociedad demanda seres humanos dotados de conocimientos pertinentes, con sus cabezas bien ordenadas (E. Morin), ciudadanos del mundo porque los nuevos sistemas productivos exigen en cada sociedad contar con recursos humanos de alta competitividad educativa y profesional, con grandes grupos de seres humanos capaces de producir conocimientos. De esta manera, la sociedad global de la era planetaria ha creado un nuevo nómada, un vagabundo en su propio sitio, que jamás encontrará punto de reposo: el ser humano que navega por el conocimiento que crece sin cesar, siempre renovado, por la innovación continua, la crítica permanente, la desarticulación de saberes y la urgente necesidad de su nueva religación pertinente.

¿Qué tenemos en México? Un sistema educativo que fue organizado para apoyar políticamente el sistema de partido único, para producir y reproducir la religiosidad laica del nacionalismo-revolucionario, para fungir como operador electoral, para sustentar corporativamente el poder de unos pocos. De Porfirio Muñoz Ledo es la vivencia, convertida en anécdota, que ahora resumo: cuando se tuvo la oportunidad de promover la formación continua de los maestros, sobre necesidades particulares con alcance para todo el sistema, y de evaluar el rendimiento de cada profesor, con un sistema de recompensas y sanciones, José López Portillo decidió, en una negociación en la cual participó Elba Esther Gordillo, entregar al SNTE la Universidad Pedagógica Nacional. En el documental puede apreciarse el momento en que la líder sindical elogia al presidente y éste, feliz, sólo dice: Muy bien.

Ya para entonces era visible el fracaso de las reformas propuestas por Luis Echeverría, asesorado por pedagogos del Cono Sur. Desde entonces, el desmedido poder de estos profesionista ha crecido desmesuradamente, al grado de llegar a sustituir a los profesores de cada disciplina sea porque ellos creen tener la capacidad de enseñar cualquier materia, sea porque con sus exigencias burocrático-pedagógicas atormentan a los indefensos profesores que huyen de este suplicio. El fracaso educativo de la Universidad Veracruzana, con su Modelo Educativo Integral y Flexible y su Proyecto Aula proviene, en buena medida, de la intromisión, más allá de lo debido, de los profesionistas de la metafísica educativa. A pesar de los daños causados, algunos de ellos, convertidos en altos funcionarios, han logrado generar fabulosas fortunas personales gracias a su esotérica propuesta y a su apetito de poder.

Gilberto Guevara Niebla demostró, hace décadas, el fracaso educativo de los mexicanos. Nadie le hizo caso. Los funcionarios quisieron ocultar la realidad mediante el uso indebido del lenguaje del elogio y el autoelogio de autoridades, líderes y profesores. Más aún: las evaluaciones internacionales que demostraban desde la era priista el hoyo negro educativo, fueron ocultadas a propósito. Miguel Limón Rojas, mediocre secretario de educación con Ernesto Zedillo, justificó el ocultamiento de la verdad contenida en las evaluaciones sobre la educación en México, por «razones políticas». Nunca fue siquiera amonestado. Por el contrario, fue premiado por la Universidad Veracruzana integrándolo como miembro de su Junta de Gobierno, en cuyas reuniones sólo participaba con sus ronquidos.

Como al sistema legal, al sistema educativo se le elogia pero nadie lo respeta. El profesor, el maestro no constituye una figura modélica y respetable en nuestra sociedad, un profesional bien remunerado y pilar del desarrollo del país y de cada persona en particular. Por el contrario, en muchos casos es una figura decorativa, prescindible, carne de cañón para líderes y burócratas. El SNTE y la CNTE son organizaciones impresentables, prescindibles aunque los profesores necesitan de una organización propia que los defienda y proteja. ¿De quién? De los funcionarios que han hecho de la burocracia educativa un patrón insensible, incapaz y nada competitivo. Han causado tanto daño a la educación como los sindicatos, al constituir un poder disfuncional a la misión u objetivo de la educación.


La buena educación como tal no existe, en realidad constituye una emergencia organizacional, es una cualidad que surge de la feliz coincidencia o mejor, de la búsqueda inteligente de las relaciones productivas del capital humano (el ser con la cabeza bien ordenada) con el capital social competitivo. ¿Qué capital? El capital organizacional, la institución pública y la organización privada que se organizan competitivamente para lograr sus objetivos. ¿Quién dice algo al respecto? ¿En verdad se piensa que con esta calidad del capital organizacional de la SEP, de las escuelas, de las universidades es posible formar seres humanos de alta calidad y producir conocimientos de vanguardia? Si los universales cerebro/espirituales dependen para su desarrollo de la cultura de una sociedad, como explica Edgar Morin, el capital humano (maestros, directores, funcionarios y un etcétera burocrático enorme) por sí solo es insuficiente para lograr una educación de alta calidad. Ésta emergerá únicamente a condición de contar con una organización competitiva en las escuelas y en la jerarquía burocrática capaz de promover el desarrollo del capital humano, burocracia que deberá ser reducida a su mínima expresión, para invertir la mayor cantidad de recursos en los centros escolares, los únicos que deben importarnos.

Buenos maestros y escuelas competitivamente manejadas para producir seres humanos de altas cualidades espirituales, educativas, ciudadanas, con habilidades y conocimientos pertinentes es el horizonte central de una reforma educativa urgente e indispensable. Existen mexicanos prominentes que pueden aportar magníficas ideas para este propósito. Juan María Alponte, el mejor maestro de la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UNAM, en la generación 2008-2012, es uno de ellos. Estoy seguro que mi generación también lo hubiera designado su mejor maestro. Simple y sencillamente porque es un verdadero maestro. Me siento agradecido por sus enseñanzas y me enorgullece su amistad. Felicidades, Maestro.