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Columnas y artículos de opinión
Espacio Ciudadano
¿Queremos seguir igual o peor?
Jorge E. Lara de la Fraga
8 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
“México requiere fincar sus esperanzas en la audacia. Hay que pensar diferente y actuar diferente…”
F. Vázquez Rigada.

Estoy leyendo un texto que me facilitó mi amigo y paisano Rafael Guillaumin F., a quien agradezco sus deferencias hacia mi persona. Dicho libro es interesante y me ha provocado el propósito de seguir investigando más sobre la problemática del país. En “Las palabras de Casandra”, del autor Fernando Vázquez Rigada, se hallan datos y pautas significativas sobre el particular y en uno de sus capítulos establece la comparación de lo que se hizo bien en otros países desde hace 35 años, así como de las oportunidades que perdió México durante ese tiempo para fortalecerse en lo económico y en lo democrático. “A finales de los setenta del siglo XX, la economía mexicana era similar a la de España, 50 por ciento más pequeña que la de China y 200 por ciento más grande que la de Corea…” Después de casi 35 años, China está en el camino de convertirse en la máxima potencia mundial, España es un país protagonista en la Unión Europea y Corea se transformó en una gran exportadora de electrodomésticos, autos y de tecnología de la comunicación.

Resulta conveniente puntualizar lo que aconteció en China, España y Corea en las postreras décadas del siglo pasado, así como lo ocurrido en México en tal período. Los chinos, a la muerte de Mao – Tse – Tung, entendieron que seguir el sendero de la revolución a ultranza era conducir al país a su perdición; por ello se insertan en el mundo globalizado a través de un osado “socialismo de mercado”, mediante controles estrictos de inversión y de una férrea disciplina laboral. El éxito llegó pronto; decenas de empresas se instalaron en su territorio. Los chinos transitaron de la maquila al ensamble, del ensamble a la manufactura y de ésta a la tecnología propia, dándole un impulso a la formación tecnológica e intelectual de las nuevas generaciones. Hoy, ese “gigante dormido y hambriento”, es la segunda potencia económica del orbe. Tiene amplias reservas internacionales y ha sido capaz de sacar de la pobreza a 400 millones de seres.


Por su parte, tanto los pobladores de España como los de Corea del Sur han realizado su tarea transformadora. España, a la muerte de Francisco Franco y con sustento en los Tratados de la Moncloa, establece las bases de una nueva República, consolidando la naciente democracia, fortaleciendo las nuevas instituciones, modernizando la economía y efectuando una reconversión industrial. Poco después se abocó a la modernización de la infraestructura, a reformar el sistema educativo y a instaurar un sistema nacional de innovación, sin dejar de lado acciones para vigorizar la identidad nacional. Hoy, aun con sus problemas financieros, ya no es “el patito feo” de Europa y puede ser un buen referente para nuestro país.

Corea, allá por 1977, llega a la primera etapa de su proceso de modernización; quedaba atrás esa imagen de la derrota de los aciagos años 50. Los coreanos, merced a un gobierno militar, erradicaron la pobreza extrema y amenguaron la corrupción. Su lema “Mucho trabajo, poca paga, mucho ahorro”, arrojó dividendos generales; le otorgaron importancia singular al renglón educativo. Es muy común en este tercer milenio encontrarse marcas o adquirir productos coreanos de buena calidad. Por cierto, en estos momentos, el país referido es el líder mundial en la industria de la comunicación y el campeón en el desarrollo masivo de las redes rápidas de internet. Mientras los avances y progresos se han hecho realidad en otras latitudes, es pertinente saber lo acontecido en nuestro territorio patrio.

Hace 35 años López Portillo pone en operación un Programa de Reforma Política y un Programa Económico en tres etapas: recuperación, consolidación y crecimiento acelerado. Durante su sexenio se descubren ricos yacimientos petroleros; ese hombre culto y de preparación humanista “se enajena” y pierde la oportunidad de poner en vigencia una genuina reforma energética. Así como en el 2000 Vicente Fox desperdició el momento histórico para proyectar a México de la alternancia hacia una transición a la democracia, López Portillo, en la década de los 80, no se atrevió a generar un nuevo proyecto de nación, respaldándose en el sector energético. En este 2012 habrá que decidirnos a cambiar como comunidad republicana. No podemos ni debemos seguir por el tobogán de la caída libre. El Movimiento “MORENA” y AMLO representan una buena opción. Hay que asumir con entereza los retos contemporáneos.