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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Mozomboa y siguiente discurso
Miguel Molina
8 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
Mozomboa se parece a muchas comunidades de la costa serrana de Veracruz: tiene calles de tierra, una iglesia que ha sido azul y blanca y amarilla, la casa de la hacienda cubierta de grafiti, casas de techos de lámina, unos tres mil habitantes que se dedican a la agricultura, la ganadería, el comercio y la carpintería. Y tiene muchos árboles pero no tiene agua.

Pero eso no impide que uno mueva la cabeza y desde lejos suelte un carajo resonante e inútil ante la noticia de que el alcalde de Actopan, Carlos Retureta García, mandó cortar más de dos mil árboles para abrir una línea que le permita llevar agua a Mozomboa.

Es un escándalo por varios motivos. Primero porque hace dos meses el alcalde Retureta declaró que el cambio climático ya afectó la producción de mangos. Y segundo porque es claro que el alcalde Retureta no se da cuenta de que la tala contribuye al cambio climático, en Actopan y dondequiera.


También es un escándalo porque lo más seguro es que lo que hizo el alcalde se quede como está, sin remedio y sin castigo pese al perjuicio que causó el munícipe, y que las preguntas que haya pasen de una jurisdicción a otra, mosca en vidrio, sin que nadie responda ni se haga responsable. Menos daño hicieron los tuiteros...

Pero si el alcalde Retureta ejemplifica el localismo empobrecedor que ofendía el espíritu imperial de José López Portillo, al mismo tiempo cuestiona la filosofía - es un decir - de quienes ponen al desarrollo sobre todas las cosas, pone a prueba el discurso de quienes tienen la obligación de proteger el ambiente en Veracruz, y compromete el capital político de su partido.

El ayuntamiento de Actopan no está solo en la ignorancia. Hay municipios en que las autoridades se han comprometido aceptando dinero de empresas que buscan hacer negocios en la zona; hay ciudades que sobreviven de déficit en déficit; hay cabildos que no saben qué pasa, y hay pueblos que no tienen la menor idea.


Uno ha soltado con frecuencia carajos numerosos e igualmente altisonantes cada vez que se entera de que una autoridad - municipal o de otra - decidió ignorar las leyes y las reglas y se fue al monte con todo y presupuesto, y busca sin encontrar la noticia de que alguien fue castigado para ejemplo de otros.

Y después, ya calmado por la virtud del vino o por la certeza de que desde lejos poco se puede hacer, uno acepta que las cosas sean como son. Y cree un poco menos en el siguiente discurso.

Pese a todo, uno indaga y encuentra en internet la prueba de que los mozomboanos son una comunidad que se entretiene yendo a partidos de futbol con el monte Manuel Díaz en lontananza o toreando al toro de fuegos artificiales el doce de diciembre o viendo pasar las comparsas de un carnaval modesto y divertido...


Uno imagina el billar, la tienda, la botica, la cantina, el bochorno, el concierto de los pájaros al caer la tarde, la confusión entre quienes se enteren de lo que hizo el alcalde Retureta, lo que dirá la gente en las esquinas cuando lea lo que dicen las oenegés.

Y sabe desde ahora que - pase lo que pase - Mozomboa seguirá teniendo el agua que tiene o ninguna, que es lo mismo. Y seguirá emitiendo carajos resonantes e inútiles mientras ve llover en el otro lado del mar.