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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Recados de Obama
Rebeca Ramos Rella
12 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
Diversas reacciones levantó la reciente visita del Vicepresidente de Estados Unidos a México. Y es que aunque el segundo de abordo en la Casa Blanca sólo tenga funciones de representación, gestión diplomática y articulador de alianzas con el exterior, sigue siendo un emisario de Obama de alto nivel en asuntos de importancia para los intereses estratégicos de su país. Se anunció que el objetivo central era reunirse con el Presidente en funciones y con los tres suspirantes de las fuerzas políticas mayoritarias a sucederlo para: ”…Asegurar la continuidad de la política de cooperación de Estados Unidos con el próximo gobierno de México”, pero desde allá matizaron que esencialmente la amenaza del crimen organizado encabezaría las charlas de Joe Biden con López Obrador, Peña Nieto y con Vázquez Mota y con Calderón.

De entrada, Obama manda el mensaje optimista en su país –y bien directo a republicanos- y casi cantándoles la victoria de su relección, antes de que los votantes estadunidenses le refrenden otros 4 años; él sigue tejiendo y amarrando pactos y aliados estratégicos que fortalezcan esa certeza. Y como allá el Presidente en funciones sí puede reelegerise y hacer campaña al mismo tiempo que gobierna, con todo el peso de recursos y herramientas para lograrlo, está afianzado fuerte en temas y demandas que le generan votos, apoyos y simpatías.

Ha arreciado el discurso de advertencia contra el irreverente enemigo Irán y sus pretensiones nucleares que erizan a los israelitas –por supuesto a los señores judíos del dinero que viven en su país-; a Israel, le ha dispensado la negativa a detener los asentamientos ilegales y del reconocimiento a Palestina y, le ha garantizado protección y mejores armas para defenderse, en caso de guerra contra Ahmadineyad; ha acentuado que no habrá intervención en Siria, pero logró consenso internacional para endurecer el llamado a la deposición de Al Assad, aunque la gestión diplomática de Kofi Annan fracasó y, acá, a su vecino sureño que tanto le preocupa, nos da muestra de apertura, respeto e interés sin intervencionismo cínico –la diplomacia del power intelligent-, sobre el futuro de la relación bilateral.


Por supuesto que allá saben de las encuestas en México, pero en un acto democrático y aparentemente imparcial, el mensajero de Obama se reunió con los tres contendientes, en un gesto de sutileza diplomática y de sensibilidad política, que no excluye a nadie y que a todos escucha, asentando que con quien gane, ellos tratarán.

Discrepo de aquellos que aducen que el “imperio” vino a tirar línea, a presionar o a imponer. Los estadunidenses son los maestros de la real politik, del pragmatismo, así que Biden vino en estricta encomienda de resguardo de los intereses nacionales y de seguridad que a su país convengan. Que las formas y las imágenes fueron motivo de mofa, eso es propio de nosotros que en sanas intenciones de los gringos poco confiamos. Por ejemplo. Sorprendió que el candidato de la izquierda –que ha insultado, descalificado, externado y propagado su odio y sospecha contra el gobierno de Estados Unidos, como discurso trasnochado antiyanky y congregante de resentidos- acudiera y luciera nuevo look para reunirse con el Vicepresidente -¿será que ahora también ama a los gringos?-. Lo que hace la ambición.

Fue curioso que Biden los recibiera a los tres, en formato de director de escuela que calibra a los alumnos aplicados, quienes por cierto, se sujetaron a la agenda preconcebida, -nadie sabemos cuáles fueron los detalles-. Nada sustancial emergió de encuentros privados más que fotos, sonrisas y manos anudadas y eso quería Obama. Las gráficas, que pudieran ver tanto los lores criminales como los votantes latinos que quiere volver a seducir.


Obama, hace unos días, lo reveló con todas sus letras: “Un México más estable aumentará la seguridad nacional de Estados Unidos, detonará el potencial de crecimiento económico y protegerá a los ciudadanos de Estados Unidos en la frontera compartida” -lo que pasa acá atenta contra su seguridad, nada más espeluznante para atizar la cultura del miedo del vecino- entonces, ni titubeos ni limosnas. Ellos ayudan para ayudarse. Obama sabe que no se puede descuidar la batalla contra criminales en México, aunque poco prometa o haga para enfatizar campañas anti-adicciones y para renovar la ley que regule venta de armas que los sostienen. Allá les enchinó el cuero el Informe Anual sobre Narcóticos en el mundo del Departamento de Estado, que detalla que, pese a esfuerzos del gobierno federal mexicano, “autoridades estatales y municipales son aún vulnerables a la corrupción; están implicadas en movimientos y contrabando de drogas e impiden operaciones federales y militares”. Por eso, seguramente Biden vino a reiterar la voluntad de cooperar con 199 mdd, -pese al recorte de 49.5 mdd-, para México y para la Iniciativa Mérida y, otros 35 millones adicionales para el Fondo de Apoyo Económico, para que no se preocupen, pues habrá lana.

Del otro lado, Obama retoma vigor y vehemencia para comprometerse en lo que no ha cumplido y renueva esperanzas sobre la reforma migratoria no nata, etiquetándola como “problema de todos”-en discursos que contrastan propuestas excluyentes y racistas de los republicanos-. Obama quiere repetir el sueño del cambio que le donó el 67% de votos hispanos en 2008 y que hoy bajó al 49%, pero sirve para ganar, con el 54% del total de electores. Vuelve a utilizar el mensaje tolerante e incluyente hacia la comunidad latina, remilgosa de los precandidatos republicanos xenófobos, con la promesa de mitigar las deportaciones y enfocarlas a pandilleros, criminales y ex-convictos, en vez de romper familias, corazones y sueños de mujeres, niños y estudiantes, como ha estado sucediendo.

Y es que hay 48 millones 348 mil hispanos en EUA -el 15.7% del total– de los que 31.6 millones son residentes de origen mexicano. De este universo, 12.2 millones de latinos podrían votar en las elecciones del 6 de noviembre próximo y reelegirlo y como en 2008, podrían decidir la elección en estados fluctuantes como Florida, Nuevo México, Colorado y Nevada y asegurarla otra vez en los estados fronterizos.


De manera que en la estrategia de campaña de Obama, es la garantía de la seguridad doméstica e internacional, punto central para granjearse respaldo social en su país y apoyo global. Mano dura y determinación que contrarresten golpes y críticas de ultras y conservadores que han tachado como debilidad de su gobierno, una política exterior demasiado tersa para el tradicional autoritarismo de la supremacía excepcionalista, que tanto alienta al pueblo estadunidense. Por eso enfoca sus baterías reeleccionistas contra terroristas, árabes fundamentalistas, ahora, contra narcos y sus aliados corruptos y contra el sentimiento antinmigrante, para convencer.

En fin, que los recados de Obama tienen varios destinatarios y sólo un objetivo: ligar y legitimar su triunfo casi seguro y garantizarse engranes que a nivel internacional le consoliden como un líder y estadista, que salvaguarda orden y voluntades en la casa; el gobernante más poderoso del mundo, al que hasta hoy sus enemigos, no le han permitido resolver. Ojalá lo logre y ojalá ahora sí, cumpla.

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