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Columnas y artículos de opinión
Poza Rica (11a. Parte)
Luciano Blanco González
15 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
Marchando como Dos Trenes

Pero en la gran ciudad, no todo ha sido petroleria, con las compañías llego un ventarrón que nos trajo de todo, entre otras cosas, un comercio muy activo, grandes y pequeños empresarios llegaron de todo el país a establecerse en Poza Rica y a fortalecer un comercio regional que floreció desde los primeros días. Aquí abrieron sus puertas restaurantes en los que se degustaba y se degusta aún la mejor comida de los estados vecinos. Llegaron los mejores cocineros de barbacoa de borrego del estado de Hidalgo, El Rincón Brujo, El Mosco, Los Arces, aun subsisten y es tan rica y original su barbacoa que ahora los Hidalguenses, desde pachuquilla, cuando quieren comer buena barbacoa vienen a Poza Rica.

México y el mundo pueden degustar buena comida a base de pescados y mariscos, pero a la ciudad llegaron los mejores cocineros y cocineras de Tamiahua, Tuxpan, Cazones, Tecolutla, cuyo toque de cocina no es superado por los mejores chef de la nación, disfrutábamos los ricos platillos del mar, encantados por el lujurioso y embriagador sabor que emanaba de las manos mágicas de don Enrique Ramírez Rosales, cuyas formulas secretas eran codiciadas por numerosas amas de casa, don Enrique agasajaba el oído de sus comensales, con las notas musicales de un cuarteto que embelesaba a sus escuchas. Qué competencia de cocineros con don Miguel Rivera de la Cava y Merenche que abrió las puertas de un próspero negocio con el inigualable sazón de Tamiahua.


El mejor cabrito del País, inclusive mejor que en Monterrey se sirvió y se sirve en La Quinta Reynosa, que estuvo bajo la dirección de don Héctor Cantú. Don Héctor cuidaba el cabrito desde el vientre, hasta el sacrificio del animal, textura, color y sabor. Para ofrecer a sus delicados clientes un exquisito platillo norteño, el problema era encontrar lugar, porque a su restaurante arribaban de toda la región a degustar aquella maravilla de platillo y en el Kiosco con don Juan Osuna, quien agregaba al platillo, el inigualable sabor de la amabilidad, la cortesía y el buen punto de cocina.

Los chinos y japoneses con el café, la torta y el bísquet con mantequilla, personificaban con don Enrique Lam, en el prestigiado Café Royal y sus paisanos en el Café Mante y Tampico. Los Cortes de novillo huasteco y la música nocturna con Fernando Schuartz Aguayo en Los Golfitos, Hoyo 19. Los bocoles, las enchiladas y el café fuerte con el maestro de generaciones en el área comercial de la cocina, don Luis López Rendón en el Petrolero, El Tucán, El Brasil o con su suegro Don Enrique en el Café Manolo. O el exquisito Café Americano, en el Restaurante Alcázar. Las grillas y el café, los negocios y los encuentros matinales en el inolvidable Café Mural.

Las carnitas, los chicharrones, los cueritos, la chanfaina, ningún mejor lugar que Los Coquitos, en la salida a México, a donde había que organizar una excursión solo por probar aquellas delicias porcinas. Los tacos ni hablar, con el Gordo, el Amigo o con la Chiquis.


El auge de la hospedería repuntó vigorosamente con la construcción del Hotel Poza Rica, a cargo de Jorge Elías Rodríguez, cuya majestuosa construcción comenzó a dar la sensación de grandeza y un aspecto de ciudad a nuestro pueblo, ya figuraba el Hotel Principal de don Idelfonso Aguirre, El Hotel Santa Fe de la familia Ornelas, el Hotel Tapatico y el Texano de don Gregorio Morones. El Hotel Santander, con José Luis Aladro y Benito Aladro, El Hotel Aurora de don Manuel Vallejo, Los Cocos de don Gabino Cárdenas, El México de don Juan López Lima, el Hotel San Román y el inacabable Hotel Juárez de Polencho Juárez.

Estas fuerzas económicas, comenzaban a configurar lo que es hoy una gran ciudad, que emergía entre el polvo y entre el lodo. Los modernos artífices, los que tenían confianza en un futuro brillante para la urbe, llegaban de todas partes, en esa avalancha llego también don Jerónimo Salinas, con su Ferretería, don Guillermo Arce con la Ferretera Telleria, El señor Bautista Neyra con Casa Neyra. Carlitos Rodríguez y su hermano el Tortugo, con su ferretería el Comanche. Y como en Macondo, llegó el Hielo, pero acá en barras, en la fábrica de don Héctor Márquez, de Tampico llegaron los Almacenes Ibarra y Ruiz Soladrero. Entre otros, los chinos, Leonardo y Antonio Chiu, con los abarrotes el Triunfo, Francisco Changuin el Nuevo Mundo y Antonio Wong allá por los multifamiliares. Ismael y Pepe Arango con los Almacenes Poza Rica, Longinos Tienda con los abarrotes, Don Mario Vaquier campechaneaba entre la tienda y el rancho. Carlitos Pazzi, con La Huastequita.

Eran los hermosos tiempos en que el ojos chulos, tallaba con maestría las barajas en palenques y desplumaderos, era tan certero que en las grandes jugadas, siempre tenia el triunfo en la mano y eran los tiempos en los que el padre Guillermo Bogues, párroco de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, sermoneaba profusamente las liviandades femeninas y el libertinaje masculino, incitando con un lenguaje muy directo a que las ovejas descarriadas, regresaran humildes al reino del señor.


Por las calles Toñito Bisteni, rompía el corazón de las quinceañeras y arrancaba suspiros de las cuarentonas, en tanto, Magaly Cantu, la mas bella de las flores de la Ciudad, se paseaba candorosa por nuestras calles, maravillando a propios y extraños con una belleza deslumbrante, su cultural humanidad imantaba las miradas de mujeres y hombres que admirábamos su estampa y porte tan singular.

En tanto El Dandy, derramaba folklorismo en La Terraza del Salón de Baile 201, frente a la iglesia de la Colonia Laredo, con su resplandeciente peinado de copete, alisado con la glostora que adquiría en la perfumería Los Dantes de Don Enrique Navarro y con sus primorosos zapatos blancos adquiridos en la zapatería Elba de Don Alfonso Portilla, ejecutaba pasitos de Salsa y Danzón.

Don Salomón Ali ofertaba las mejores telas, traídas directamente de la Ciudad de México y don Miguel Ángel Calvillo, farmaceuta de abolengo, surtía las recetas médicas en su farmacia, que era la más surtida de la región. El mundo masónico, los intelectuales, maestros y estudiantes teníamos en la papelería y librería de don Adelaido Fonseca, una fuente de abastecimiento intelectual, la consulta cultural era obligada en las bibliotecas de la Sección 30 y en la de la Unión de Comerciantes, la papelería estaba a la mano con el señor Campos.


La ciudad se dimensionaba ya, como tal, y la moda y el buen vestir llegó con los hermanos Juan y Alberto Katas con sus Almacenes Katas, los periódicos nacionales con don Luis Bazán y llaves hasta de la cárcel con el inolvidable rififi don Alfredo Reyes.

Esto solo por nombrar algunos de aquellos empresarios que marchaban junto a los petroleros, configurando el poderoso sector popular, que a la vuelta del tiempo, compite con la fuerza del sector petrolero, que ahora comparte la presidencia municipal, desde los inmemoriales tiempos del bien recordado Profesor Jesús Carranza Marín, pero mas auténticos, Miguel Garza Ortega, arquitecto Luis Manuel Villegas Salgado, lic. Eva Izaguirre Camacho, arquitecto Enrique Bazañes Travethan, el empresario Jorge Elías Rodríguez, el doctor Pablo Anaya, y ahora Alfredo Gándara Andrade.

En el escenario inmediato de este sector, hacia la presidencia municipal de la urbe negra. Se contemplan marchando como dos trenes a toda velocidad y hacia un mismo destino, al licenciado, diputado y empresario, César Ulises Rivera Garza y al doctor Armando Kirsch Ramos sin muchos títulos, pero uno de los mejores hombres que como profesionista en su ramo ha sido un gran humanista, sin mucho roce político, pero con un roce muy intenso con la sociedad, que lo quiere y lo respalda, recientemente incorporado al equipo de la presidencia local. Ambos son muy queridos y estimados, ambos de familias de prestigio, arraigadas y que gozan de la estima general. Lástima que solo uno llegará……..