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Columnas y artículos de opinión
Fiesta manchada de soledad
Angel Lara Platas
20 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
Lo del Estadio Azul el pasado 11 de marzo, donde Josefina Vázquez Mota rindió protesta como candidata del PAN a la Presidencia de la República, es un ejemplo de que las grandes concentraciones para vitorear candidatos, no es la mejor opción proselitista.

Estudios serios concluyen que los mítines con acarreados entre más concurridos mayores son las fallas en su organización. También se han realizado encuestas que arrojan un dato revelador: aproximadamente el 15% de los asistentes, por las molestias e incomodidades en el traslado y en el evento, deciden abstenerse de votar en favor del candidato (o candidatos) a los cuales acudieron a manifestar su apoyo.

La autoría de las concentraciones masivas corresponde al Revolucionario Institucional. Pero en el transcurrir de la historia, dicha práctica ha sido adoptada por los demás partidos. Lo interesante del asunto es que no todos consiguen buenos resultados. Si bien se trata de la misma receta, la mejor sazón sigue siendo la del PRI.


Las fallas más frecuentes en la organización de un mitin de acarreados son: la prolongada espera del arribo de los candidatos; la inclemente exposición a los rayos del sol; la falta de alimentos bien elaborados; sueño, cansancio. Y el aburrimiento de escuchar largos discursos con palabrería difícil de entender.

Por ello, en lugar de ganar votos, estas estrategias terminan siendo tan solo un bocado para alimentar la vanidad de los obsequiados. Formas y tradiciones que no han evolucionado, que permanecen estacionadas en los tiempos idos.

Mientras no se actualice el formato de las campañas, mientras no se utilicen adecuada y racionalmente las novedosas tecnologías de la comunicación interpersonal, cualquier candidato de cualquier instituto político estará expuesto a la mofa pública.


Por lo visto, la fiesta electoral no ayuda mucho si sale bien, pero cómo perjudica si hay errores. Y eso fue lo que pasó en la toma de protesta de doña Jose.

Lo lamentable para el PAN es que nunca antes había pagado un precio tan alto por una fotografía. La foto de la aspirante presidencial -con voz ahogada en la desolación y lanzando palabras al viento desde el centro de un estadio casi vacío-, es una imagen que deprime y desanima.

A la señora le falló la estructura encargada de la planeación. La hicieron trastabillar. Tanto que los coleccionistas de retratos impactantes ya colocaron el de la panista -en la soledad de las gradas- junto al de Fidel Castro cuando un tropezón lo hizo rodar por el piso frente a la mirada del pueblo cubano.


Así no se quiera, lo de Josefina podría tomarse como hecho análogo porque si no fue tropezón fue zancadilla. Lo que sea. La cosa es que el fantasma de la sustitución ronda por los jardines de Los Pinos.

Aunque algunos panistas tratan de minimizar el hecho calificándolo de “pequeño detalle”, a pesar de la extensa difusión en medios nacionales e internacionales, los de enfrente comparan lo ocurrido en la fiesta de Vázquez Mota con lo que puede ocurrir en alguna fiesta familiar. Si en el baile con los chambelanes a la quinceañera se le rompe el tacón de la zapatilla, no es nada grave. Pero ese cuadro permanecerá por mucho tiempo en la memoria de los invitados. Algo similar ocurriría en una boda en la que al novio se le olvidó retirar la etiqueta que cuelga de la manga del traje. El descuido tendrá un lugar en la chacota de los comensales. Son detalles que manchan la fiesta.

Ese “pequeño detalle” encendió los focos rojos al interior del PAN. Pero en lugar de retomar el camino, parte del equipo de Vázquez Mota decidió amarrar su futuro a una candidatura plurinominal, en lugar de jugársela al lado de su correligionaria. Ese es el otro vacío.


El desliz del domingo puede no restarle puntos, pero sí va a representar un lastre para crecer en las encuestas.

En el cuarto de guerra azul nadie quiere cargar con la culpa. Abundan los reclamos airados y las justificaciones. Algunos voltean los ojos hacia la candidata. Le dicen que tiene que ser puntual, que debe hablar con mayor claridad, que tiene que refrescar el discurso para las mujeres -se quejan que las féminas andan de coquetonas con Peña Nieto, en lugar de alegrarles que una congénere llegue a Los Pinos-.

Lo que pretendió ser una manifestación de fuerza y poder que impunemente evadiera los extraños criterios del árbitro electoral, quedó como una inocultable evidencia de la improvisación.


Lo delicado es que los resbalones no paran: la exclusión de las fotos familiares a su hija Celia –que tiene problemas de obesidad-; pedir aventón a un motociclista para llegar a tiempo al IFE por no prever embotellamiento en el Periférico; espetar a estudiantes de la Ibero que ella estudió en esa universidad por no ser perfecta; criticar a la UNAM en su tesina…

Si no cambia la suela a sus zapatos por una antiderrapante, en su próximo resbalón podrían llamar al Dr. José Ángel Córdova Villalobos, y no precisamente para que la auxilie.

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