icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Miguel Yunes y la campaña de 2010
Arturo Reyes Isidoro
23 de marzo de 2012
alcalorpolitico.com
En 2010, durante la campaña electoral para renovar la gubernatura, publiqué en “Prosa aprisa” que el PRI estaba descuidando a un sector importante de la prensa del estado, mientras que el candidato panista Miguel Ángel Yunes Linares lo atendía personalmente e incluso revisaba los boletines de prensa de sus actividades y seleccionaba las fotografías que se distribuirían para su publicación; que personalmente checaba que llegara el material a los medios y que recomendaba que se difundiera; que además de sus atenciones personales, enviaba “saludos” a los responsables de los medios y a los columnistas y comentaristas a los que el PRI estaba descuidando. Eso lo dije porque muchos amigos y compañeros periodistas de diversas ciudades me llamaban para quejarse que del tricolor nadie los contactaba, pero que en cambio el candidato albiazul sí los atendía. Los colegas, de todo el estado, se quedaron esperando a los tricolores y jalaron con quien los tomaba en cuenta. Ellos influyeron mucho, sin duda, en los resultados, la más alta votación que jamás candidato panista alguno ha alcanzado en la historia política del estado, poco más de un millón 270 mil sufragios. Muchos.
 
Los consultores y asesores de Yunes Linares, José Adolfo Ibinarriaga y Roberto Trad Hasbun, lo confirman en su libro El arte de la guerra electoral. Guía esencial para entender cómo funciona una campaña política. Pero lo que fue una virtud del candidato panista, por lo que dicen los dueños de la consultora Cuarto de Guerra SC, también fue un error que tal vez le costó no alcanzar el triunfo.
 
Conociéndosele como se le conoce desde siempre, con un carácter irritable, irascible, autoritario, los autores narran que, extrañamente para quienes lo conocemos desde hace muchos años, durante toda la campaña Yunes Linares fue un candidato disciplinado, consistente y congruente, que supo hacer a un lado la animadversión personal entre él y Fidel Herrera Beltrán, “al grado de retomar –en algunos de sus spots de radio– los insights (término que los publicitarios de todo el mundo suelen utilizar en lengua inglesa para designar cualquier verdad sobre el consumidor, cuya inclusión en un mensaje publicitario hace que éste gane notoriedad, veracidad, relevancia y persuasión a ojos de ese consumidor, según una definición de Yahoo España) de la investigación cualitativa y pautar una pieza en la que una persona que se identificaba como priista en un testimonial decía que Fidel Herrera era muy bueno pero que ya se iba, y que entonces mejor votaría por Yunes, ya que Duarte no era Herrera”.
 
Desde su óptica, los términos del debate fueron determinados por Miguel Ángel. “En Veracruz destacó una sola campaña: la de Yunes, quien marcó la agenda y la mayoría de los temas sobre los que trataba la elección. En la opinión de los consultores, el candidato del PRI, “apoyado por la alianza que tenía el gobierno con un gran número de medios impresos de comunicación”, se montó en los temas y en la agenda del panista, “decisión que, creemos, se tomó a partir de la idea de que, con la difusión que le darían algunos de estos medios, sería suficiente para posicionar a un candidato con propuestas… aunque éstas fueran las de Yunes, e incluso las del candidato de la izquierda, Dante Delgado”.
 
Apuntan entonces el error que cometieron, que tuvo que ver con su coordinación: “delegar y coordinar fue un problema. Hubo un primer coordinador, que a los pocos días dejó su cargo después tuvimos un coordinador operativo y uno político (el presidente del partido en la entidad). Pero en los hechos, la campaña tuvo otro coordinador: el verdadero jefe de la campaña fue el candidato. Yunes no sólo revisaba y modificaba la agenda, sino que también leía los boletines de prensa, seleccionaba las fotos que se enviaban a cada periódico, así como los clips de audio y de imagen que se entregaban a las estaciones de radio y a los canales de televisión; su control de la campaña también se extendía a la publicidad y a la propaganda”. En efecto, si se recuerda, ese primer coordinador fue Alejandro Pipo Vázquez Cuevas, quien había recibido el encargo en reciprocidad a que había abierto las puertas de par en par para que Miguel ingresara al PAN, pero quien ya como candidato no tuvo ninguna consideración con él y chocaron, tanto que ayer Pipo declaró públicamente que haber llevado a las filas panistas a Yunes Linares ha sido el peor error de su vida.
 
El párrafo anterior pinta exactamente al Miguel Ángel Yunes Linares que conocemos: desconfiado hasta el exceso y centralizador en su persona de todas las tomas de decisiones, pues piensa –eso creo– que solo él es capaz de tomar las decisiones acertadas o las mejores decisiones. Y por eso mismo, dicen Ibinarriaga y Trad Hasbun, “Era una campaña vertical, pero con un líder que si bien tenía toda la autoridad y toda la experiencia en campañas como para tomar decisiones que resultaran adecuadas la mayor parte de las veces, también dejaba a su equipo mutilado y en espera de que él tomara, e incluso instrumentara, todas las decisiones”. Ese, piensan ellos, fue acaso un error, un error, queda implícito, que tal vez influyó en la derrota.
 
Revelan también que la promoción que realizaron para lograr que el candidato Javier Duarte debatiera, así como para resaltar su inasistencia a los debates previos, la hicieron por medios no convencionales, principalmente por internet, así como la denuncia de que se quería evitar la asistencia de los medios y de que no se transmitiera. “Fue tal la presión, que el mismo día del evento, ante la negativa de las autoridades electorales a que el debate fuera cubierto por los medios, tanto Yunes como Delgado abrieron las puertas del salón en el que se iba a realizar el debate, e invitaron a entrar a los reporteros”, y que al final se dibujó una sombra de ilegitimidad en la autoridad electoral que debía garantizar la imparcialidad del proceso. En efecto, los reporteros fueron testigos de eso.
 
Como para tomarse en cuenta, sobre todo en vísperas de las nuevas campañas, registran que hacia el final de la contienda lograron que los indecisos se manifestaran por un cambio, que la mayoría de los electores lo prefería por encima de la continuidad: de 55 a 60% del electorado prefería que a los veracruzanos los gobernara un partido distinto al PRI, y de 40 a 45% prefería que el PRI continuara gobernando. “El resultado oficial no dista mucho de estas cifras, ya que Duarte obtuvo el 43% de los votos, Yunes 41% y Delgado 13%. La mayor parte de los veracruzanos prefirió el cambio a que el PRI continuara gobernando; pero la oposición contó con dos candidaturas, una fuerte y competitiva, y la otra mediana; la división de los votos de la oposición impidió consolidar una opción mayoritaria para el cambio”.
 
Desde su perspectiva y en el papel de víctimas, señalan que, una vez más, los resultados de las “campañas negras” quedan en duda, ya que la amplia diferencia que se preveía al inicio entre Duarte y Yunes se reducía cada día, “sin que Yunes hiciera otra cosa que propuestas como respuesta a la campaña negativa del PRI”. Concluyen: “Ganamos la campaña… aunque el resultado oficial haya sido que perdimos la elección”.
 
Lo asentado en el libro deja lecciones, que si no se atienden en la campaña que inicia dentro de nueve días, pueden provocar verdaderas sorpresas en los resultados. Ya comentaremos al respecto.