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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Pactar el proyecto nacional
Rebeca Ramos Rella
2 de abril de 2012
alcalorpolitico.com
En febrero de 2010, un grupo de intelectuales, especialistas y comunicadores firmaron el desplegado “No a la Generación del No”, a partir del artículo de Federico Reyes Heroles, quien siempre sesudo y agudo, desmenuzó y sustentó la negación y parálisis de la clase política nacional, para llevar a cabo las reformas estructurales que el país ha requerido desde 1997. Aquel consenso fue una expresión de hartazgo y decepción; de preocupación y frustración de los cerebros más reconocidos de este país, que en su momento, habían avizorado en la alternancia en el poder, la oportunidad de cambios reales en México.

Alternancia, que en 12 años, no logró coincidir todas las reformas y a fondo, ni transformó el sistema y régimen políticos para marcar la diferencia del antiguo y desgastado hiperpresidencialismo y sus vicios: “La resistencia al cambio une a la Generación del No, la generación de políticos de todos los partidos que han hecho improductiva nuestra democracia. Quienes apoyamos estas reformas, podemos abrigar serias divergencias (…)Pero en su conjunto, constituyen el cambio más importante en el país desde 1994, y sobre todo, la llave para introducir cambios mayores(…)Por eso las hacemos nuestras y llamamos a los legisladores a dejar atrás diferencias menores y el interés coyuntural, a favor de una visión de futuro audaz y alentadora”. Así, propusieron iniciar un debate sobre el futuro del país para “juntos decidir en democracia”.

Antes y a partir de esa convocatoria, Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, presentaron su ensayo publicado en noviembre de 2009 en la revista “Nexos”, “Un futuro para México”, por todo el país en diversos foros. Un magnífico documento de análisis y estudio y que hoy refuerza su aportación. Aquí una parte del diagnóstico inspirador: “México es preso de su historia(…)ha perdido el paso: camina despacio, sobre todo en palacio. Parece un país de instituciones débiles, desdibujado en su identidad internacional: un gigante dormido, que luego se agita sin poderse mover(…)ha pasado del autoritarismo irresponsable a la democracia improductiva, de la hegemonía de un partido a la fragmentación partidaria, del estatismo deficitario al mercantilismo oligárquico, de las reglas y los poderes no escritos de gobierno al imperio de los poderes fácticos, de la corrupción a la antigüita a la corrupción aggiornata. Es la hora del desencanto con la democracia por sus pobres resultados”.


Asentaron la justificación de su planteamiento: “México necesita salir de su pasado. Puede hacerlo por la vía democrática convirtiendo las elecciones de 2012, desde hoy, en un referendo sobre el futuro(…) es una propuesta de futuro para ser debatida, ojalá vuelta programa y votada en 2012, de modo que las elecciones (de ese año) no sean sólo sobre personas y partidos, sino también sobre el país próspero, equitativo y democrático que quieren los mexicanos…” De ahí esencialmente detallaron las reformas necesarias en diversos ámbitos estratégicos, construyendo un excelente guion para considerar en la toma de decisiones en y desde el poder.

Amantes fieles de la prospectiva, ambos ya perfilaban que el proceso electoral de este año, podría significar riesgos: El regreso al autoritarismo o el continuismo paralizado por un Congreso Federal de mayoría opositora o el mesianismo populista tintado de dictadura. Tres posibilidades que seguirían anclando al país y deteriorando la lenta y accidentada transición democrática.

En los años de gobiernos federales panistas, el cambio no prosperó. México padeció el neopulismo atropellado y reciclador de restos del suprapresidencialismo de un Presidente ignorante e inepto, confrontado con opositores sin amarrar acuerdos para pactar reformas; el segundo Presidente panista centró sus baterías en destapar y desfogar la cloaca de corrupción e impunidad, guardianas del engendro sanguinario del crimen organizado. No abatió desempleo y pobreza como prometió; se alió con la izquierda en oportunismo electorero. Los contrastes entre errores y alcances etiquetarán su gobierno.


Cierto es que ambos mandatarios se toparon con la muralla contraria en el Legislativo y con el 70% de gobiernos estatales de otros signos ideológicos y apenas los consensos nacieron para firmar los Acuerdos Nacionales por la Seguridad y por el Turismo. Han sido dos sexenios que tuvieron posibilidad histórica de rediseñar el entramado institucional a partir de una renovación del sistema político; que pudieron, tal vez quisieron pero no convencieron. La alternancia panista no fue exitosa para cambiar a México. No lo fue por muchos factores, pero sobre todo, porque se ejerció el poder con las mismas reglas, mañas y artes o sin reglas novedosas desde partidos, curules, escaños y gobiernos.

Hoy ante la posibilidad de otra alternancia, mismos pensadores y analistas -resalto- de distintas corrientes ideológicas e inclinaciones intelectuales, agrupan las inquietudes que sí consensan en el colectivo y plantean el gran debate nacional, franco y abierto, mediante 14 amplias preguntas a los candidatos presidenciales.

El cuestionario abarca temas prioritarios que vale revisar. Aquí destaco algunos: 1) Seguridad, ejército, policía y Ministerio Público: Plantean si permanecerá el ejército en funciones de seguridad pública, si habrá autonomía de la PGR y de los MP´s. 2) Transparencia y corrupción: Si se publicará cada gasto y factura del gobierno y si se promoverá lo mismo en los demás órdenes. 3) Rendición de cuentas: Si se facultaría a la ASF o a la SHyCP para auditar el ramo 33 y todo recurso entregado a partidos, sindicatos, Poderes. 4) Educación: Si se ampliaría la jornada escolar; se certificaría a maestros para aplicar a plazas, si se entregaría un Padrón único de maestros; si se eliminarían comisiones –habría que preguntarle a la Maestra qué opinaría de esto o si sacaría, como amenazó, a los maestros a la calle-.


5) Inversión y crecimiento: partiendo de que el país necesita 80 mil mdd más para crecer al 6%, cómo atraería más inversión pública, privada y extranjera y cómo estimularía a las empresas. 6) Empleo: Si la meta es generar un millón de empleos al año, cuál propuesta de Reforma Laboral adoptaría o cuál propone. 7) Impuestos, subsidios y exenciones: Aquí plantean la reducción de exenciones tributarias y subsidios a electricidad y gasolina y aumento de impuestos –aquí el meollo; la impopularidad por el crecimiento- y si evitaría usar excedentes del petróleo en gasto corriente, -como suele suceder, nadie sabe bien dónde está ese dinero-.

8) Impuestos y seguridad social: Si transformaría el sistema de seguridad social en uno de protección social que implicaría aumento de impuestos –insisten en una reforma fiscal que eleve tributos, nada rentable en tiempo de campañas-. 9) Monopolios públicos: Si apoyaría una reforma constitucional para que haya inversión privada minoritaria en Pemex y en la CFE o cómo resolver su ineficiencia – pregunta escabrosa; he aquí el pasado, la historia que acalambra reformar-. 10) Sindicatos públicos: Si acordaría reformar el Art. 123 Constitucional, apartados A, B, que tienen que ver con tomas de nota, retención de cuotas –otra montaña empinada-. 11) Prácticas monopólicas privadas: Si habría nuevas reglas para servicios de telefonía, banda ancha y TV –dedicada al señor Slim- y si habría autonomía a órganos reguladores. 12) México y el mundo: Si ampliaría el TLCAN y tratados con Brasil y China y el Foro Asia Pacífico –plantean conveniente aliarse con el Norte y la diversificación comercial con el Sudeste Asiático- y si México aportaría militares para ser parte de los Cascos Azules de la ONU –esta es una petición constante del sistema de Naciones Unidas, a la que México se ha rehusado-. Por otro lado, creo que aquí los firmantes, olvidaron u omitieron preguntar sobre nuevas estrategias en la relación bilateral con EUA, cómo menguaría la emigración y cómo apoyaría a los migrantes en EUA; cómo reforzaría la relación con la UE y, definitivamente dejaron fuera a Latinoamérica-.

13) Valores contemporáneos y equidad de género: Si estaría de acuerdo con la interrupción del embarazo, de la píldora post day, del matrimonio entre personas del mismo sexo –los temas polémicos casi vetados para sostener una respuesta clara, más ahora que hay una estrecha alianza con las sotanas y mitras; estas respuestas no me las pierdo-; si despenalizaría las drogas –otro tema de debate continental, que refuta Washington-; si daría apoyo fiscal a iglesias y si aceleraría, facilitaría y mejoraría las condiciones para incorporar a más mujeres a la fuerza de trabajo –se quedaron cortos en el tema de la perspectiva de género; faltó preguntar cómo y con cuánto promovería políticas públicas, cultura de equidad y acciones concretas para empoderar a las mujeres, para equiparar cuotas, para menguar la desigualdad y discriminación, para hacer efectiva la no violencia y la paridad salarial, para apoyarlas en la doble jornada con la corresponsabilidad del Estado y cómo fortalecer el avance de las mujeres y la igualdad sustantiva.


14) Poder a los votantes: Si promovería la Reforma Política que implique relección consecutiva de legisladores y presidentes municipales, referéndum, plebiscito, candidaturas independientes, iniciativa popular, segunda vuelta presidencial –en detalle son los planteamientos excluidos del total de la Reforma del Estado, aunque omitieron la revocación de mandato, la ratificación del Gabinete por el Senado y la reducción del Congreso Federal.

Dejaron fuera preguntas para el sector agropecuario, el turismo, el medio ambiente y sustentabilidad, los jóvenes, la cultura, la ciencia y tecnología. Al final, sagazmente, comprometen al cuestionar si que en caso de perder, en qué propuestas apoyaría al vencedor.

A grandes rasgos, esta evaluación a los candidatos, es la síntesis de lo que se ha venido debatiendo y analizando en las últimas décadas para rediseñar al sistema y al régimen y para construir una nueva cultura política, sobre la base de una clase política nacional que evolucione en el ejercicio del poder, para hacer crecer al país.


La realidad es que nadie quiere, no queremos otro sexenio paralizado y polarizado; tampoco otro que reproduzca lo peor del pasado, ni los yerros presentes, ni que comprometa el futuro irresponsablemente.

El mundo y México están siendo obligados a cambiar. Los firmantes de esta nueva convocatoria alertan contra los grilletes que impiden avance y crecimiento; acuerdo y acciones conjuntas; menos pobreza y menos desigualdad. Proponen a los candidatos, construir un proyecto nacional legitimado, en la pluralidad de un foro ciudadano, hacia las reformas política, fiscal, laboral y energética; hacia el crecimiento, la equidad de género y el liderazgo internacional. Les preguntan ellos, como todos nos y les preguntamos: Los qué, los cómo y para cuándo. Es la hora de las respuestas y del pacto; ya vendrá la oportunidad histórica de los resultados.

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