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Columnas y artículos de opinión
Historias de Cosas Pequeñas
De Veracruz, lo mejor
Juan Antonio Nemi Dib
2 de abril de 2012
alcalorpolitico.com
Insisto en que nadie tiene derecho a secuestrarnos el optimismo ni la esperanza. Creo que no hay peor abismo que una vida sin expectativas, sin propósitos, sin la convicción de que todo se puede mejorar. El nihilismo -la idea de que la existencia no responde a un propósito y que los “sentidos” que le encontramos a nuestra presencia en el ciclo biótico son meros artificios- me parece un veneno más tóxico que residuos de plutonio aderezados con askareles.
 
Incluso si fuese cierto que somos un mero accidente, que estamos aquí por una fantástica e increíble conjunción de circunstancias, dado que sólo en nuestra galaxia podrían existir unos 160 mil millones de planetas (y es sólo una de varias galaxias identificadas) y hasta ahora sólo se sabe con precisión de vida en el nuestro, también en ese caso, el carecer de un propósito es la justificación perfecta de todos los vicios y los afanes destructivos, es la excusa para fracaso, el alimento del abandono y la simiente de la mediocridad, el permiso para la violencia, el egoísmo y la inequidad.
 
Basta recurrir a la celebérrima frase de Dante Alighieri en el Canto III de “La Divina Comedia”, que supone colocada en el dintel de la puerta del infierno: ‘Los que entren aquí, pierdan toda esperanza’. Invertidos sus enunciados, queda claro que quien carece de sueños y no ve al futuro como una posibilidad, es alguien que vive el infierno, el infierno aquí mismo, en la tierra.
 
Es cierto que el optimismo y la esperanza no vienen sólo de las “ganas” de sentirlos, no es meramente un tema de voluntad; las circunstancias que rodean a las personas, sus contextos, sus experiencias de vida, sus éxitos y frustraciones, su estado de salud, sus dolores y enfermedades, sus necesidades y hasta la excesiva satisfacción de éstas, que se torna en aburrimiento y, por ende en fracaso, influyen ciertamente en el ánimo de la gente, para bien o para mal.
 
Pero también es verdad que una disposición de ánimo adecuada contribuye en mucho a desarrollar actitudes positivas: la trillada pero no por ello menos cierta fórmula del vaso medio vacío y el vaso medio lleno. Todo parte de reconocernos, saber quiénes somos, lo que en sí mismo es un reto, un ejercicio difícil. ¿Cómo definir lo veracruzano y a los veracruzanos?, ¿qué nos hace diferentes de los demás y nos da especificidad?
 
Compartir nuestra vida en un mismo territorio es quizá el elemento más básico pero no el único de nuestra identidad; también compartimos -los veracruzanos- varios lenguajes comunes (el castellano y las lenguas por nuestros pueblos indígenas, alrededor de 12), un conjunto de valores estéticos que conforman una cultura (resultado de la fusión y el intercambio con muchas otras), heredamos la misma historia (de la que en muchos sentidos todos somos protagonistas), las mismas tradiciones, el mismo paisaje, las mismas costumbres alimenticias, un conjunto de creencias y hasta similares gustos en lo relativo a la música y el arte popular.
 
Veracruz ha sido determinante en la historia de México: ni la época prehispánica, ni la Colonia, ni la Guerra de Independencia, ni la Reforma ni la Revolución se pueden entender sin la intervención de Veracruz y los veracruzanos ni las culturas precolombinas asentadas en este sitio. Durante más de 300 años Veracruz fue la puerta de entrada de las ideas, de la gente que vino a fusionarse en el mestizaje que hoy somos. A Veracruz llegaron los invasores, pero por Veracruz salieron. De Veracruz partieron los tributos que la Nación pagaba al Imperio pero también el prestigio de lo mexicano, las cosas que el mundo aprendió a admirar y a desear de nuestro país. En Veracruz se consumó la Independencia y Veracruz se forjó como la “tercera frontera”, la puerta de Europa, el Caribe e incluso los Estados Unidos.
 
Hoy, Veracruz es el tercer estado más poblado de México, con 7.7 millones de habitantes; genera la cuarta parte de la energía que se consume en el País; por aquí transita la tercera parte de los escurrimientos de agua dulce de todo el territorio nacional. Veracruz es el gran productor de alimentos, desde carne y otros productos de la ganadería (con el hato bovino más grande del País: 4.2 millones de cabezas) hasta la primacía en 15 o 20 productos de consumo agrícola. Veracruz concentra la mayor actividad portuaria de México y es determinante para las actividades de comercio exterior. Veracruz es el 4º generador de riqueza en el país y tiene la menor tasa de desempleo del país.
 
Veracruz ama la música, la nueva y la de antaño. Veracruz está presente en la plástica, en las letras, en el desarrollo científico, en las artesanías. Veracruz mantiene operando 23 mil escuelas de todos los niveles educativos para dar formación a 2.2 millones de estudiantes. Si se trata de deportistas, de cantantes, de poetas, de músicos, de pintores, también están en Veracruz, en su pasado y en su presente.
 
Hay problemas, es cierto, algunos muy serios, pero por encima de los diferentes gobiernos y sus respectivos ámbitos de responsabilidad, de los éxitos y fracasos de las administraciones -que son apenas una pequeña porción del estado-, por encima de los partidos, y en este momento de sus candidatos, de las diferencias de opinión y los conflictos de intereses entre grupos, incluso al margen de ellos, Veracruz tiene lo necesario para ver al futuro con optimismo y esperanza. De entre los muchos bienes con que contamos, el más importante es la gente, los veracruzanos, cuyo amor por la vida no se quiebra y cuya solidaridad se demuestra reiteradamente.
 
De Veracruz hay que ver, sentir y vivir lo mejor, que es mucho.
 
La Botica.- Ni Miguel De La Madrid ni Jorge Carpizo eran portentos de carisma y liderazgo, pero ambos fueron protagonistas indiscutidos de complejas etapas de la vida de México en las que les correspondió enfrentar severas crisis económicas y políticas. Están en la historia. Descansen en paz.
 
El Boticario.- La salvaje tromba del sábado en Xalapa, con su estruendo interminable sobre los techos, con los drenajes colapsados y cientos de coches golpeados en calidad de charamusca, las casas detechadas, nos demuestran una vez más, otra, lo vulnerables que somos ante las fuerzas de la naturaleza. Ojalá lo tuviéramos siempre presente para actuar con humildad y respeto al planeta.
 
Las Píldoras.- Seis jóvenes xalapeños de 18 a 20 años murieron en estúpido accidente, como casi siempre en estos casos. Alcohol e irresponsabilidad, los principales protagonistas. ¿Podrá parar esto algún día? Resignación -¿qué otra cosa?- para sus familias; ellos, que en paz descansen.
 
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