“Sin querer queriendo” –una de las frases clásicas del “Chavo del Ocho”, el personaje que popularizó en Televisa el comediante Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”–, el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, le pegó un ligero raspón al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán.

 

Y es que en el spot de su campaña electoral dedicado a Veracruz, a Peña Nieto no sólo se le ve bailando danzón y disfrutando del tradicional “lechero” en el café porteño más famoso, sino que se compromete como Presidente de la República a realizar un cambio de la estrategia nacional contra el crimen.

 

Mientras camina a paso firme por el malecón, el abanderado priísta recuerda que Veracruz es uno de los estados más alegres del país. Saluda a dos niñas vestidas con el traje típico jarocho mientras al fondo se ve un barco anclado; se escucha su voz que dice: “por eso es quizá aun más doloroso que la violencia haya llegado hasta aquí. Como Presidente de México me comprometo a ajustar y corregir la estrategia nacional contra el crimen para recuperar la tranquilidad de los veracruzanos y de todos los mexicanos, la alegría de este estado es también la alegría de todo México y la voy a defender. Este es mi compromiso y sabes que lo voy a cumplir”.

 

Y es que el político mexiquense experimentó en carne propia la intimidación del cártel del crimen organizado que se asentó y operó impunemente en Veracruz precisamente en la administración del gobernador Fidel Herrera. La noche del 10 de mayo de 2007 –fecha en que los mexicanos festejamos el Día de la Madre–, cuatro escoltas de la familia del entonces gobernador del Estado de México fueron ejecutados en el boulevard Adolfo Ruiz Cortines, frente a la llamada Plaza de la Soberanía, mientras custodiaban a los hijos, la cuñada y los suegros del candidato presidencial del PRI.

 

Según narraron algunos testigos, los escoltas de Peña Nieto se trasladaban en una camioneta Durango, color gris último modelo con placas de circulación LXU-2400 del Estado de México, custodiando la Suburban en la que iban los familiares del gobernador mexiquense, los cuales acababan de cenar en un famoso café porteño y se dirigían a un hotel de Boca del Río.

 

Presuntamente fueron perseguidos por dos camionetas. Los escoltas se separaron del vehículo en el que iban los parientes de Peña y fueron alcanzados por los sicarios, quienes abrieron fuego contra los elementos de seguridad, los cuales intentaron repeler la agresión sin éxito. En el lugar quedaron esparcidos más de 200 casquillos de rifles AK-47, conocidos como “cuernos de chivo”, y los cadáveres de los cuatro guardaespaldas: dos en el interior de la camioneta Durango y los otros dos en la calle, mientras que los agresores se dieron a la fuga.

 

Tanto el procurador general de Justicia del estado de Veracruz, Emeterio López Márquez, como el secretario general de Gobierno del estado de México, Humberto Benítez Treviño, desmintieron que se hubiera tratado de un atentado contra la familia de Peña y atribuyeron el hecho a una confusión de una banda de narcotraficantes que por esas fechas le disputaba la plaza a otro grupo criminal.

 

La tarde del viernes 11 de mayo, mientras los cadáveres de los escoltas Guillermo Ortega Serrano, Erick López Sosa, Roberto Delgado Nabor y Fermín Esquivel Almanza eran trasladados por avión de Veracruz al aeropuerto de Toluca –donde al día siguiente, sábado 12, recibirían un homenaje del gobierno del estado encabezado por Peña–, en la ciudad de México el mandatario mexiquense terminaba de comer en un restaurante de la ciudad de México con Jesús Murillo Karam, secretario general del CEN del PRI, y con los líderes priístas del Senado y de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón. Entrevistado sobre este suceso, Peña reiteró que el ataque no se trató de un asunto personal, sino de una presunta confusión de un grupo de sicarios. También lamentó la muerte de los cuatro escoltas pertenecientes a la Agencia Estatal de Seguridad (ASE) y negó que se haya tratado de un intento de secuestro contra sus hijos. El aspirante presidencial del partido tricolor afirmó que lo ocurrido reflejaba el clima de violencia e inseguridad que se vive en el país, y lamentó “la pérdida de estos elementos de seguridad pública con quienes había además una identificación personal de mi familia”.

 

Sin embargo, el senador Beltrones declaró que era lamentable que la violencia haya llegado a los niveles en que se encuentra, y exigió una investigación a profundidad, para saber qué ocurrió en el puerto de Veracruz.

 

Por su parte, José Espina, secretario general del CEN del PAN, también se refirió al tema, y pidió que la Procuraduría General de Justicia de Veracruz investigara los hechos, pues se prestaban a especulaciones que más valía detener de inmediato. “Las pesquisas nos deben aclarar a qué se debió el enfrentamiento en que murieron cuatro elementos de seguridad de los hijos del gobernador del Estado de México”, puntualizó.

 

El caso despertó más suspicacias todavía porque el procurador López Márquez había declarado que la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, de la Procuraduría General de la República, ya estaba a cargo de las pesquisas, pero por la tarde la PGR aclaró que no había atraído la investigación y que hasta el momento la SIEDO únicamente contaba con una copia certificada de la averiguación previa iniciada por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz.

 

Desde este modesto espacio periodístico le expresamos a nuestro estimado amigo Sergio Hernández, ex presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) de Xalapa, nuestras más sinceras condolencias por la sentida e irreparable pérdida de su hijo Efraín.

 

Esperamos que con la ayuda de Dios encuentre consuelo y una pronta resignación por la dolorosa partida de su ser querido.