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Columnas y artículos de opinión
Deliberación
Los nuevos PRI´s
Francisco Montfort Guillén
11 de abril de 2012
alcalorpolitico.com
Los regímenes de partido único, socializantes y autoritarios no consiguieron que sus sociedades alcanzaran el desarrollo durante el siglo XX. Empujados por los ciudadanos anhelantes de libertades y de prácticas democráticas, y la fuerza del nuevo modelo de desarrollo capitalista, dichos partidos perdieron el dominio absoluto del poder. Mantuvieron, en cambio, la fuerza de la reproducción cultural con la cual derivaron en oligarquías corruptas avaladas por las urnas. Con la excepción de España, cuyas élites acordaron la construcción conjunta de un nuevo régimen, las élites de los demás países mantuvieron el viejo sistema y siguen sin conseguir para sus sociedades el tan deseado desarrollo.
 
El paralelismo entre estos países es constatable. Isabel Turrent describe la situación rusa, teniendo como referente la última elección ganada por V. Putin: «(quien) -goza aún de una buena tasa de popularidad- el electorado recuerda todavía con horror los 20 años de desorden político y económico que siguieron a la desaparición de la Unión Soviética y muchos le agradecen la estabilidad y el crecimiento… Como en las elecciones parlamentarias de diciembre, el Kremlin echó mano de artimañas dignas del viejo PRI: entre otras cosas, votantes acarreados, urnas embarazadas y listas electorales infladas a favor de Rusia Unida… Todo hubiera sido miel sobre hojuelas si decenas de miles de manifestantes no se hubieran reunido… para rechazar la reelección del Presidente y la democracia “dirigida” que encabeza. Un eufemismo para enmascarar un régimen oligárquico y corrupto formado por los allegados al Presidente, muchos de ellos ex miembros de la KGB conocidos por los siloviki (los “hombres del poder”) que se han acumulado fortunas fabulosas renacionalizando y explotando empresas privadas. Lo que algunos han llamado Kremlin Inc». (Kremlin Inc., Reforma, 25/III/2012).
 
Con nuestras peculiaridades, en México vivimos la misma situación. La fuerza del régimen priista, las condiciones de bancarrotas económicas y políticas sexenales, el poderío de los grupos privilegiados, la debilidad de la sociedad civil desviaron las batallas por la democracia de su objetivo principal: el cambio de régimen. Ese sistema, el fracasado que gobernó durante casi todo el siglo pasado y nunca pudo acercar a México al desarrollo, dejó de ser el objeto oscuro del deseo de cambio y fue sustituido por el objetivo de construir la alternancia partidista en el gobierno federal. Las críticas fueron desviadas hacia el desempeño de los partidos políticos, de manera acrítica, olvidando la singularidad del Partido Único, pues al PRI se le otorgó el carácter de partido político moderno en un sistema democrático.
 
Con el paso del tiempo y el endurecimiento de las dificultades fue olvidado el nacimiento, configuración y desempeño del Partido Oficial. La lucha por el poder hizo que se dejara de considerar que la singularidad priista no era una cualidad propia, sino que provenía de las funciones que el Estado le otorgaba y alimentaba. Dejó de ser pensado que el núcleo de la reproducción cultural política -y no sólo política- radica en los gobiernos, en el Estado, en el Aparato de dominio legal con todas sus instituciones.
 
¿Qué ocasionó esta desmemoria? Que se olvidara que el sistema realmente existente en México no puede generar partidos democráticos. No está en sus genes esa posibilidad. Lo que ha producido son diversos «partidos de Estado», es decir, partidos creados desde el poder gubernamental, sostenidos y alimentados básicamente por la fuerza de los diferentes gobiernos. Son partidos cuya fuerza primordial no son los votantes, ciudadanos identificados ideológica y culturalmente con sus visiones del mundo. Su fuerza radica centralmente en los recursos de todo tipo que les prodigan los gobiernos, gracias a los cuales obtienen canonjías, promueven supuestos logros propios con la venia del gobierno en el poder o sirven de sus paleros en elecciones o de apoyo en sus reformas y reciben dineros y bienes para formar sus propias clientelas de votantes cautivos.
 
El sistema realmente existente en México sólo puede producir nuevos PRI´s. Todos los partidos funcionan a la imagen y semejanza del padre de todos ellos, pero carecen de su fuerza y experiencia. En algunos lugares lo superan. Es el caso del PRD en la ciudad de México. Pero en general, para ganarle una elección, los partidos recurren a las mismas conductas, multiplicadas en sus triquiñuelas y en recursos invertidos de toda índole (Sinaloa, Oaxaca, Puebla).
El ¿último? ejemplo de formación de este tipo de organizaciones, con cultura y conductas propias de un partido de Estado, es la aparición del Partido Nueva Alianza. Agrupación política surgida de una de las estructuras corporativas más poderosas de la estructura gubernamental, con recursos públicos por partida triple: del SNTE, del ISSSTE y del IFE. No es sólo su origen, sino que su actuación durante las elecciones resulta paradigmática: actúa como estructura territorial para el cuidado, acarreo y defensa in situ del voto. Nadie tan alejado de los comportamientos democráticos ciudadanos de libertad y autonomía política y electoral como el PANAL y su Abeja Reina, aliada soterrada del PRI en estas elecciones.
 
La fuerza reproductora de la cultura antidemocrática del sistema realmente existente se expresa también en el PAN. Era evidente que sería sometido al fenómeno conocido como «profecía auto-cumplida». Un panista auténtico la anunció: “ganaremos el gobierno y perderemos el partido”. En efecto, Felipe Calderón supo ver el riesgo de gobernar un sistema concebido y perfeccionado para ser gobernado por un Partido Único, pero supeditado a un hombre fuerte, detrás del trono o encima de la silla presidencial. Por nadie más.
 
Además de sus incapacidades personales, de aquí provienen los problemas estructurales panistas, tanto la ineficacia de sus gobiernos federales para alcanzar grandes metas y realizar transformaciones profundas, como la adopción de las peores prácticas antidemocráticas y de corrupción, en el seno mismo del PAN y sus gobiernos, partido que nació para combatir esas conductas públicas y se mantuvo incólume mientras no accedió al ejercicio del poder.
 
México no tendrá un sistema de partidos modernos mientras perviva el sistema, el régimen, el Estado reproductor del autoritarismo, de los privilegios y de la corrupción. En este 2012, tendremos la primera y auténtica elección federal entre los nuevos PRI´s. En estos comicios ya vemos funcionando las estructuras gubernamentales en apoyo a sus partidos, sin excepción de siglas, con flujos incalculables de todo tipo de recursos, frente a la impotencia del IFE y el TEPJF para poner orden, precisamente porque con anterioridad el sistema oligárquico puso en orden al sistema electoral. Todo vuelve a la normalidad. En un país de nuevos y ciegos PRI´s, el auténtico PRI, viejo y tuerto, es rey. Y ahora recuperará su trono.

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