icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
Así en la paz como en la mentira…
Jorge Arturo Rodríguez
16 de abril de 2012
alcalorpolitico.com
Dicen que quizás una de las más fuertes tentaciones a la que estamos todos expuestos (somos tan débiles, cuñao), es la mentira (acuérdense, incluso, de la mentira piadosa). Pero pos claro, dicen que no hay mejor manera de evitar la tentación que caer en ella. ¡Qué le vamos a hacer!

Y cuando, ya sin remedio, sucumbimos a tan malvada incitación, sólo nos damos cuenta que una mentira lleva a otra y así nos la vamos pasando, porque, como dijo Martin Lucero, una mentira es como una bola de nieve: cuanto más rueda, más grande se vuelve. ¿Será cierto?

En todo caso, hay hombres cuya conducta es una mentira continua, según expresó el filósofo francés Barón de Holbach. Si así es, ¿dónde queda la verdad?


Dicen que Miguel de Cervantes Saavedra dijo que la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua. ¿A poco?

Bien que recuerdo que Paul Joseph Goebbels dijo que una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad. ¡Ay. nanita! Y ya saben lo que pasó. Algo parecido a lo que señaló William Blake, que la verdad mal intencionada es peor que la mentira.

Pero en esto de si es mentira o si es verdad, quizás sea cierto eso que mencionó Ramón de Campoamor, que en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira. Lo cual es casi como decir, “pos no hay pex”. ¿Será?


En mi caso, creo con Henrik Johan Ibsen, que he descubierto que las raíces de nuestra vida moral están completamente podridas, que la base de nuestra sociedad está corrompida por la mentira. Más en estos tiempos, ¿no cree usted? Pa’ no referirnos a las campañas políticas que ya no sabemos ni por dónde salir. Porque en estos ámbitos, me quedo con Mark Twain, que expresó que hay tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas.

Y se me apresuran, lo digo con el diplomático y escritor español Diego de Saavedra Fajardo, que todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira para que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios.

¿Pero quién no ha dicho alguna mentirita en esta vida?


Lo único que me gustaría, al término de estas campañas electorales que estamos “disfrutando”, y luego de pasado un tiempo del próximo gobierno federal, es no cantar como Lupita D’alessio: “Mentiras, mentiras…Tú me enamoraste a base de mentiras, mentiras…Tú me alimentaste siempre de mentiras, mentiras…Qué estúpida que siempre te creí…Mentiras, mentiras…Que me queman como fuego… Mentiras, mentiras…Que se clavan en mi pecho… Mentiras, mentiras…Que me matan, que se ríen de mí…”

Por algo dicen que dijo en entrevista Josu Iturbe, a propósito de su reciente novela Río subterráneo, que “tenemos un montón de máscaras para la seducción, el enamoramiento, los intereses profesionales, políticos, sólo cambiamos la máscara con la que mentimos; vivimos en un entramado de mentiras que cuando llega la verdad no la podemos evadir”.

Pero bueno, como afirmó el clérigo y escritor británico Thomas Fuller: "Dicen que".... es ya media mentira. O como decir: “Sin comentarios…” es ya un comentario.


De cinismo y anexas

En esto de la mentira, por favor, no obliguen a mentir a su marido o su pareja o su amigo o lo que sea: eviten preguntar “¿Cómo me queda? ¿Estoy guapa?
Ahí se ven.

Hasta la próxima

[email protected]