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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Duarte y su “el gobernador soy yo”
Arturo Reyes Isidoro
17 de abril de 2012
alcalorpolitico.com
¿Acaso alguna vez hemos leído, oído o sabido que los presidentes Obama o Calderón, una vez que rindieron protesta constitucional y asumieron sus cargos, han tenido que salir a precisar que ellos son los que gobiernan los Estados Unidos y México, respectivamente? Nunca, porque su legitimidad no está ni nunca ha estado en duda. ¿Acaso alguien ha puesto alguna vez en duda, luego del 1 de diciembre de 2010, que el gobernador constitucional de Veracruz es Javier Duarte de Ochoa? Que yo sepa, haya leído o escuchado, nadie. Sin embargo, en cambio, en ocasiones, en algunos comentarios periodísticos, no ha faltado quien diga que no ejerce el poder en su totalidad, la conducción del estado a plenitud, porque el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán influye o trata de influir en las decisiones o imponiendo a funcionarios en la administración pública estatal. Esto último acaba de ocurrir apenas la semana pasada con el nombramiento de Ranulfo Márquez Hernández como nuevo Jefe de la Oficina de Programa de Gobierno, lo que dio pie para los más diversos comentarios pero todos coincidiendo en un punto: que ahí estuvo y está metida la mano del ex gobernador y que el nuevo funcionario llegó para operar políticamente pero atendiendo los intereses de su antiguo jefe político en el sexenio pasado.
 
Aunque Erick Lagos Hernández, presidente del PRI estatal, me dijo en días pasados que los manotazos sobre el escritorio son cosa del pasado, pero que además no están en ningún manual político y que ningún teórico clásico de la política los contempla, Javier Duarte de Ochoa dio ayer uno, seco, preciso y contundente, un manotazo mediático sobre el escritorio, como para dejar muy claro, de una vez por todas, que “el gobernador soy yo”. Y es que aparte de los múltiples comentarios que desató el nombramiento de Ranulfo, acaso el Gobernador supo las versiones difundidas a propósito o por la indiscreción de algunos actores políticos, surgidas del centro del país pero repercutidas en el estado, de que Márquez Hernández no solo fue impuesto por el ex Ejecutivo sino que incluso éste habría reclamado, exigido, que se le diera otra posición más relevante donde tuviera funciones de toma de decisiones de gobierno y políticas, a lo que, eso sí ya no, se opuso el joven gobernante.
 
Y en lo que pareciera ser un claro mensaje a quien dude de su capacidad para gobernar así como a quien pretenda restarle legitimidad pretendiendo incidir o intervenir en la conducción de una responsabilidad que por ley es únicamente de él, en una amplia entrevista periodística que marcará un hito en la historia política del estado, dijo a la periodista Elia Melchi Reyes, del diario Notiver, que “los gobiernos duran 6 años y quien piense que los gobernadores trascienden a esos 6 años están equivocados, hay una clara muestra que el gobernador de Veracruz actualmente se llama Javier Duarte de Ochoa y que no hay nadie más que tenga esa responsabilidad, ni moral ni afectiva ni política. A Fidel Herrera le debo todo mi respeto, mi afecto en lo personal y mi reconocimiento en lo institucional, pero Fidel Herrera no tiene ninguna participación ni injerencia en la toma de decisiones de mi gobierno". ¡Zuku!, como expresaría el colega Quirino Moreno.
 
Pero como si eso no hubiera sido suficiente para marcar los límites del poder sexenal y establecer las propias características personales suyas y de su administración, no eludió una pregunta de Elia e incluso se explayó en su respuesta y le colocó adjetivos. “¿Ya se lleva con Miguel Ángel Yunes?”, le preguntó la colega. La respuesta: "Sí, me llevo con él". “¿Han comido juntos?” "Sí". “¿Hicieron las paces?” "Pues no hacer las paces, fue un proceso en el que nos tocó ser contrincantes y que al final del día, pues concluyó y que en esta madurez política que existe con servidores públicos y políticos profesionales, como somos, pues le dimos la vuelta a la hoja y Miguel Ángel es un veracruzano que tenemos que reconocer: es un político con una gran capacidad, inteligencia, trayectoria en el servicio público y simple y llanamente dejamos esa parte de lo que fue el proceso del año 2010 allá en donde debía estar, en el 2010, le dimos vuelta a la hoja y él decidió venir a vivir a Veracruz, lo cual me da mucho gusto, desarrollar su vida y la de su familia en Veracruz y yo no tengo nada en contra de él, más que un reconocimiento a un veracruzano y paisano nuestro, que tiene una trayectoria dentro del servicio público". ¡Zuku! y ¡Rezuku!
 
Javier Duarte no solo quiso precisar que “el gobernador soy yo”, sino que aprovechó para dejar en claro que nadie le va a imponer amistados o enemistades ni que nadie le va a decir con quien llevarse o no. Y es que si algo caracterizó al sexenio pasado fue el pleito personal, en grado superlativo, enfermizo, del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y del ex candidato a gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, un pleito que contaminó todas las decisiones de gobierno y sus consecuencias, pero también a los actores políticos de todos los niveles, en especial a los de la administración pública estatal, así como a una buena parte de los medios y de columnistas, quienes en su afán por quedar bien, congraciarse u obtener favores, preferencias o canonjías del entonces mandatario, se ufanaron en denostar al ex director general del ISSSTE; un pleito que dividió gravemente a los veracruzanos.
 
El gobernador hoy lo reivindica como político y le da su lugar como ciudadano, como veracruzano: como paisano lo reconoce y pide reconocerlo y le da gusto que haya regresado a vivir al estado; como político no lo baja de tener una gran capacidad, inteligencia y trayectoria en el servicio público. Y como enviando señales a los demás actores políticos del estado, confirma que se llevan y comen juntos. ¡Zas! Como para que no quede ni quepa ninguna duda.
 
Duarte, sin embargo, no dejó de señalar que su relación con Fidel Herrera Beltrán es “muy buena. Muy buena, de mucho respeto con él y con los demás ex gobernadores" y que "No estamos ni peleados ni distanciados ni enojados, al contrario, es un elemento claro de lo que es la cultura política veracruzana”.
 
Llegó a tanto el odio entre Herrera y Yunes que el primero podía perdonar todo, excepto que alguien mantuviera relación amistosa o política con el segundo. Si amistosa, se ganaba su enemistad; si política, quedaba condenado a la desgracia política e incluso a la vigilancia y hasta a la persecución. Su sucesor, ex colaborador y heredero del poder, se acaba de desmarcar públicamente de cualquier consigna contra Miguel Ángel Yunes Linares. De paso, confirma que nunca estuvo de acuerdo contra la satanización que se hizo de su ex contrincante a la gubernatura, aunque se cuidó muy bien de nunca revelarlo ni de que se advirtiera, porque si así hubiera sido, seguramente hoy no sería el titular del Ejecutivo estatal.
 
Pero como si lo anterior no hubiera sido suficiente, esto: los hechos han demostrado que el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán cayó en desgracia política ante el nuevo líder del priismo en el país y próximo Presidente, Enrique Peña Nieto: ni posición como dirigente partidista, ni miembro del equipo de campaña presidencial, ni candidato a alguna curul o a algún escaño. En cambio, Javier Duarte de Ochoa no deja lugar a dudas: “¿Es amigo de Peña Nieto?” “De él sí, soy muy amigo, muy amigo”.
 
¿Después de todo ello, dudará alguien todavía que Javier Duarte de Ochoa no solo es el gobernador sino que no permitirá que nadie intente restarle autoridad, influir en su administración y en su responsabilidad como gobernante? ¿Tomará nota quien tenga que tomarla y dejarlo que gobierne con toda libertad? ¿Estamos ante el inicio de una nueva etapa novedosa de gobierno que tendrá todo el sello duartista?