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Columnas y artículos de opinión
Piloto en apuros
Angel Lara Platas
17 de abril de 2012
alcalorpolitico.com
Al PAN no se le da mucho eso de hacer una campaña con propuestas. Solo diez días aguantaron tocando temas de interés general, aunque realmente fue por encimita. No aguantaron más y les pasó lo que al que siente que se ahoga: su desesperación lo hunde más rápido.

En su intento por encontrar el camino, el PAN –o Los Pinos, vaya usted a saber- dio un manotazo en el escritorio pero con tan mal tino que terminó pegando en el cesto de los papeles triturados.

A la candidata panista le armaron un equipo de puros generales, pero comandados por un sargento segundo. Ni la tropa sabe a quién hacerle caso.


Como si alguien tuviera la insana intención de llevar a pique la azulosa nave, de Europa importaron a Antonio Solá -con fama de gatillero del sufragio-, aquel que en 2006 lanzó demoledor golpe a la urna de Andrés Manuel López Obrador, con aquella frase: “López Obrador es un peligro para México”.

Por el prestigio que alcanzó entre las huestes panistas, Solá de nueva cuenta ha sido invitado al festín electoral.

Lo que al parecer no se ha percatado el español –ni los contratantes-, es que por las circunstancias que prevalecen en el país en lo político y en lo social, su estrategia basada en las descalificaciones y los descontones por la espalda, no es la más recomendable.


Actualmente Acción Nacional enfrenta los reclamos de una sociedad confundida, lastimada y harta de una guerra sin estrategias. A nadie le queda claro cuál es la parte que va ganando.

Las “campañas negras” –que para Solá son su manual de cabecera-, en esta ocasión solo contribuyen a crispar –aún más-, los ánimos de la gente.

A pesar de dos sexenios en el poder, los panistas no han aprendido que las campañas no se ganan infamando al contrario. Tampoco se han enterado que los triunfos se logran conquistando el ánimo del elector, endulzando su oído, irrigando sus esperanzas.


En estas elecciones que podrían calificarse como atípicas por se dan en un contexto de violencia e inseguridad técnicamente generalizada; el que utilice como estrategia la ofensa y la bravuconería nadie le podría augurar un digno arribo a la meta final del 1 de julio.

Barrer para atrás, echarle la culpa a los que rebasaron hace doce años, no es el mejor producto para vender; es más, nadie se traga ese cuento.


La sociedad no quiere ni reclamos ni agresiones verbales. Y contra eso está reaccionando.


La distancia que están detectando los sondeos de opinión pública entre el primero y segundo (plural) lugar, obedece, entre otros factores, a la decisión del electorado a evitar cualquier intento de anular la elección presidencial en los litigios post electorales. A mayor distancia menos posibilidades.

Pero en este margayate Josefina Vázquez Mota también aparece como víctima de su propio equipo. La señora bien a bien no se sabe si sus enemigos están en la acera de enfrente o en su propia casa. A pesar del reacomodo en su equipo de trabajo sigue sin encontrar el rumbo.

Sus mismos compañeros de tripulación la están metiendo en un formato de disputa electoral con el que ni ella misma se siente a gusto. En sus intervenciones se le escucha fingida, forzada. Algo similar ocurre en sus spots. Nada que ver con aquella vigorosa mujer que aplicaba dinámicas motivacionales a quienes de manera particular la contrataban antes de su debut como funcionaria pública. “Dueña del escenario, Josefina lograba mantener nuestra atención durante todo el curso y nadie se retiraba”, comentan algunos participantes.


Hasta pareciera que a doña Pina la están dejando sola y a su suerte.

El cuarto de guerra azul está lleno de “notables”, pero los operadores electorales brillan por su ausencia.

Los errores y las fallas no paran. En su visita a Monterrey, Nuevo León, donde pretendía inaugurar un formato de diálogo tipo talk show con ciudadanos de aquella ciudad Regia, volvió a llegar tarde. En su intención para calmar la molestia de los presentes le echó la culpa al tráfico hacia el aeropuerto de Toluca. Por lo pronto, el nuevo formato no lo pudo estrenar.


En Matamoros, Tamaulipas, sufrió otra sensación de vacío en un evento “masivo”: los asistentes abandonaron el lugar antes que la candidata terminara su discurso.

Otra vez las incongruencias. Antes de abandonar Matamoros, La Jefa les aclaró que es “una mujer valiente”, que “no le tiene miedo a la delincuencia”. Estas palabras, que en otro escenario hubiesen resultado harto motivadoras, en esta ocasión provocó el cuchicheo entre los presentes.

Mientras los oídos de los tamaulipecos escuchaban estas solidarias frases, sus ojos veían el impresionante despliegue de seguridad en torno a la aspirante: una patrulla de la Policía Federal adelante y otra atrás; a los costados dos humvees artillados del Ejército; la Suburban de la candidata era cubierta por dos Suburban del Estado Mayor Presidencial. Otros dos humvees cubrían los flancos en la parte trasera. Además de los rondines de las Fuerzas Armadas con vehículos tipo Rino; y otros vehículos militares y de la Policía Federal en posición defensiva a cuadras de distancia.


Pues así… cual miedo?
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