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Columnas y artículos de opinión
Al Pie de la Letra
El mito transexenal
Raymundo Jiménez
18 de abril de 2012
alcalorpolitico.com
Desde su campaña electoral primero, y luego ya declarado como gobernador electo, Javier Duarte de Ochoa siempre ha pintado su raya de manera firme y sin ambigüedades con el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, aunque ha procurado hacerlo con la mayor sensibilidad y prudencia políticas.

Así, al menos, lo evidenciaron en su momento las grabaciones clandestinas de las conversaciones telefónicas que Herrera Beltrán sostuvo con algunos de sus colaboradores y operadores electorales en la sucesión estatal de 2010, las cuales fueron filtradas a los medios de comunicación de la ciudad de México por los adversarios del ex mandatario veracruzano y del entonces candidato a sucederlo, Duarte de Ochoa.

Según dichas grabaciones, Fidel habría llegado a comentar, molesto, que el candidato de su partido andaba “reteapendejado”, lo que hace presumir que desde entonces Duarte no se plegaba a todas las indicaciones de su megalómano ex jefe.


Lo cierto es que de principio a fin, como candidato del PRI a la gubernatura, Duarte asumió directamente la conducción de su campaña y, el día de la elección, estuvo pendiente personalmente de todo el operativo de movilización de votantes priistas así como de la concentración del cien por ciento de las actas electorales, con las cuales salió la noche del 4 de julio a anunciar su rotunda victoria que fue confirmada 21 días después por el Tribunal Electoral del estado y tres meses más tarde por el del Poder Judicial de la Federación.

Después de ser confirmado su triunfo por el Tribunal Federal Electoral, Duarte se dio a la tarea de armar el gabinete con el que pretendía gobernar. Y en él incluyó a personajes que no eran de las simpatías del gobernador Herrera ni de su esposa Rosa Margarita Borunda.

Uno de los primeros nombres que se filtró a principios de noviembre de 2010 fue el del director general del DIF, Juan Antonio Nemi Dib, quien andaba sumamente preocupado porque creía que su inminente nombramiento sería echado abajo debido a que durante el sexenio del gobernador Miguel Alemán Velasco sostuvo un serio conflicto personal con un miembro de la familia Borunda Quevedo.


Sin embargo, no sólo Nemi Dib fue sostenido sino que Duarte designó también a otros colaboradores que en la sucesión gubernamental de 2004 tuvieron fuertes roces personales con Herrera Beltrán y la señora Borunda. Uno de ellos, por ejemplo, fue Tomás Ruiz González, actual secretario de Finanzas y Planeación, quien hace ocho años le disputó la candidatura priista a Fidel; y otro es Adolfo Mota Hernández, ahora titular de la Secretaría de Educación de Veracruz, al cual la ex primera dama del estado tachó de “traidor” como presidente del CDE del PRI en ese competido proceso electoral que el cuenqueño ganó al hoy secretario general de Gobierno, Gerardo Buganza, del PAN, con una escasa diferencia de apenas 25 mil votos.

En este sentido, Duarte, como suele sucederle a todos los gobernantes y hombres públicos, no ha quedado bien con Dios ni con el diablo. Y es que no sólo en su gabinete sino que también en otras parcelas de poder incluyó a prominentes “fidelistas”, como fue el caso de Erick Lagos Hernández, que inició como subsecretario de Gobierno y ahora preside el Comité Directivo Estatal del PRI; del ex procurador Reynaldo Escobar Pérez, quien contiende por la diputación federal en el distrito Xalapa urbano; José Tomás Carrillo, quien de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario pasó a la jefatura de asesores del gobernador y actualmente despacha en la Subsecretaría que dejó Lagos; y de Jorge Carvallo Delfín, quien coordina al grupo legislativo del PRI y lidera políticamente el Congreso local.

La más reciente incorporación al equipo de Duarte como jefe de la Oficina del Programa de Gobierno fue la de Ranulfo Márquez, muy ligado también a Herrera, el cual fue destituido a principios de 2011 de la dirigencia estatal del PRI porque el sucesor de Fidel tenía un compromiso político con Héctor Yunes Landa, actual candidato a la senaduría.


“Tonicho” Márquez fue exiliado en marzo del año pasado al estado de Puebla como delegado del CEN del PRI. En ese entonces corrió la versión de que era un ajuste de cuentas con el ex secretario de Protección Civil que más reacio se mostró hacia la nominación de Duarte porque también aspiraba a la gubernatura.

El retorno de Ranulfo a Veracruz se da precisamente en esta coyuntura electoral, en la que como jefe nato del priismo en la entidad Duarte sabe que para consolidar el anunciado triunfo de su partido es unificando a todas las corrientes políticas del estado, lo que se ha reflejado también en el reparto de las candidaturas al Senado de la República y de diputados federales.

A raíz de una reciente entrevista periodística, en la que no es la primera vez que recuerda que quien gobierna hoy en Veracruz es él, no han faltado los que le han querido dar otra interpretación a esta realidad que ha echado abajo la errónea suposición surgida en el proceso electoral de 2010 de que a través de Duarte el ex gobernador Herrera estaba por instaurar el primer gobierno transexenal en la entidad.


“Los gobiernos duran 6 años y quien piense que los gobernadores trascienden a esos 6 años están equivocados. Hay una clara muestra que el gobernador de Veracruz actualmente se llama Javier Duarte de Ochoa y que no hay nadie más que tenga esa responsabilidad, ni moral ni afectiva ni política. A Fidel Herrera le debo todo mi respeto, mi afecto en lo personal y mi reconocimiento en lo institucional, pero Fidel Herrera no tiene ninguna participación ni injerencia en la toma de decisiones de mi gobierno”, declaró Duarte, quien además reconoció que se ha reunido en privado con el ex candidato del PAN a gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, al cual reconoció como “un político con una gran capacidad, inteligencia y trayectoria en el servicio público”.

Habrá quien suponga que Duarte, por dialogar y elogiar al acérrimo enemigo político de Fidel Herrera, es un desleal con quien el sexenio pasado lo encumbró políticamente en la entidad. Pero en otra entrevista concedida en marzo pasado a un diario xalapeño, el joven mandatario veracruzano hizo una contundente defensa de su antecesor, deslindándolo de sus presuntos vínculos con un grupo del crimen organizado, lo que obviamente no debió haberle caído nada bien a Yunes que siempre acusó al ex gobernador de ser el “Zeta-1” .

Hasta ahora, lo que se percibe, es que por su alianza con Enrique Peña Nieto, candidato presidencial del PRI, Duarte busca no sólo entregarle buenas cuentas al mexiquense el día de la elección sino además blindar políticamente al estado de la campaña desestabilizadora que pudiera derivarse de la guerra electoral.


Y es que hasta el momento, en Veracruz, el PAN no ha desplegado una campaña negra como la que enfrenta en Nuevo León el gobernador priista Rodrigo Medina, quien la semana pasada se reunió con Duarte en Palacio de Gobierno.

En Monterrey, por ejemplo, Acción Nacional acaba de lanzar la campaña “Recuerda, Evalúa, Vota”, en la que cuestionan a Medina, ya que como candidato a gobernador afirmó que daría la vida por su estado. “Por Nuevo León ¿Mi vida? Dile no a quien no cumplió”, señala la propaganda montada en unidades móviles.

Aquí en Veracruz, por lo que se ve, Duarte procura que el proceso electoral se desarrolle con la mayor civilidad. Esa sería la razón por la que se habría reunido con Yunes Linares, cuyo hijo Fernando es candidato del PAN a senador por la primera fórmula.