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Columnas y artículos de opinión
Cabos Sueltos
Silvia Sigüenza
1 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
Cumpliendo su cometido, la voz de Regina Martínez, “encontró su sangre abierta”. Coraje, dolor, impotencia y miedo, todo esto nos remueve y deja el asesinato de Regina Martínez.

Periodista de investigación, alejada de cafés, restaurantes de lujo, desayunos oficiosos, y demás “atenciones a periodistas” Regina pagó con su vida el realizar un periodismo serio, basado en investigación, en la búsqueda minuciosa de sus temas, en cotejar fuentes, documentos, y todo lo que apuntalara su trabajo periodístico, siempre de denuncia.

A esta mujer aguerrida, crítica y seria, no traté personalmente nunca; seguí su trabajo desde sus inicios y siempre quedé con el grato sabor de boca de haber leído una pluma libre, independiente y profesional.


El asesinato perpetrado a su persona, ha ocupado páginas y noticiarios a nivel nacional e internacional. Seguro que los autores de esta ignominia jamás dimensionaron las repercusiones de su crimen.

Todos esperamos, no sólo los trabajadores de la comunicación, que se esclarezca el hecho. Pero también sabemos por experiencias anteriores que nos dirán lo que a oscuros intereses convenga.

Ojalá que no nos minimicen y nos resulten al final del día con que el móvil fue el robo. Regina vivía con austeridad, todos quienes la trataron lo aseguran; caminaba siempre o utilizaba transporte público, vestía con modestia y pagaba renta.


Llama la atención, ofende y da coraje, ver que en estos casos las señoras que tanto vociferan por la tipificación y castigo ejemplar a los “feminicidios” no digan esta boca es mía. ¿Dónde están la señora Arrez Rebolledo y sus huestes, y las muchas sociedades y grupos feministas estatales?

No les ha merecido siquiera, una esquela a una mujer asesinada en la forma más artera. ¿Y la señora vocera oficial; periodista de carrera? No ha sido capaz al menos por solidaridad con el gremio y las mujeres, de poner una esquela. ¿Por qué el silencio?

Descanse en paz Regina Martínez Pérez, a quién sin haber tratado nunca guardo respeto por su trabajo y comportamiento como periodista?


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Y en otro tenor, a los señores aspirantes a la silla presidencial les pido, al igual que muchos mexicanos, dejarse de las promesas coyunturales, y en sus mítines, reuniones con chipocludos de la iniciativa privada, intelectuales (la gran mayoría orgánicos) sindicatos, asociaciones de todo tipo y demás apariciones públicas; nos digan sus propuestas acerca de temas, ya convertidos en problemas nacionales, como : La diversidad sexual, la adopción de infantes por parejas homosexuales , el matrimonio, la libertad de cultos que no debe abarcar la exteriorización del mismo, la cultura y el arte como formación medular de los mexicanos.

Existen otras manifestaciones de la creación y la cultura mucho más allá de los “Pueblos mágicos” las fiestas tradicionales en que conviven estas de innegable valor y arraigo nacional con las fiestas del despiporre como carnavales, carreras de caballos, peleas de gallos y perros, ferias de lo que se les ocurra primero o les digan sus asesores que hacen ruido y dejan billetes.


Nos urge saber si van a seguir proliferando las escuelas y universidades patito, creadas para entretener el desempleo. Si está en sus intereses para la nación el crear las escuelas de “Artes y Oficios” de cuyos egresados necesita este país. Herrería, ebanistería, electricistas, fontaneros, y toda una gama de oficios que el país requiere.

Qué van a hacer para reactivar el campo? ¿No piensan en las fábricas de hilados y tejidos, para dejar de importar estos productos? ¿Cuántos sistemas de riego para el campo han pensado en realizar? Ya sé que suena obsoleto y pueblerino, pero la necia realidad nos dice que necesitamos de todo ello; no somos un país industrializado ni vamos para allá gracias a los acuerdos y negocios que en el pasado han hecho presidentes y gobernadores. En fin, la lista es larga, y no tenemos siquiera asomo por parte de los candidatos de que conozcan esta realidad, mucho menos que se propongan rehacer lo que queda de este país.

Sólo esperamos no terminar como una colonia de quién tenga con que comprarla.