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Columnas y artículos de opinión
El debate presidencial
Uriel Flores Aguayo
4 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
Lo que en otros países lleva varias décadas de realizarse en forma abierta y hasta de rutina, en México se ha instalado en forma muy lenta debido al sistema antidemocrático en que hemos vivido. El primer debate presidencial tuvo lugar en el año 94, fue novedoso y resultó espectacular; siguió el del 2000 donde FOX, desenfadado, tuvo un arrollador desempeño a costillas del gris Labastida; para el 2006 se avanzó a dos debates, el primero incompleto por la ausencia de Obrador, con mayor dinámica, mediatización y expectativa ciudadana. Con cuatro debates presidenciales en dieciocho años se puede considerar que no tenemos una “cultura del debate” o que ese es el real nivel de nuestra limitada democracia, de ínfima calidad. Ni siquiera se puede hablar de debates en sentido estricto, todavía son rondas acartonadas en las que prevalece el monologo. Siguen pesando los afanes antidemocráticos de las elites del poder, interesados siempre en lo opaco y en mandar en las cúpulas de sus partidos afines.

En Veracruz estamos peor, propiamente no hemos tenido debates como tales, el Instituto Electoral no ha tenido la capacidad ni la voluntad de organizar verdaderos debates. Por eso, estrategias aparte, en las campañas en curso los candidatos oficiales ni en sueños aceptan un debate pero tampoco reciben presión o sanción social por no dar la cara ya que la mayoría de organizaciones civiles les hacen comparsa o son muy “comprensivas” con ellos.

La novedad en la campaña presidencial actual es tener un candidato de factura mediática, cuya construcción y posibilidades dependen cien por ciento de la imagen; en ese contexto , a Peña Nieto, lo traen resguardado en una caja de cristal, con telepronter y chícharo, tratando de evitar que cometa errores después del ridículo que hizo en la feria de Guadalajara. La otra novedad, muy negativa, es el comportamiento del dueño de TV AZTECA, quien en una actitud frívola y primitiva se burla del debate y prefiere transmitir un partido de fut-bol. La postura de Salinas Pliego, típica en él, es de corte golpista, desafía al gobierno federal y daña a nuestra incipiente democracia; él si manda a volar las instituciones y se equipara, con glamur y guardando las proporciones, a las bandas criminales que secuestran, asesinan y extorsionan. Lo curioso es que TV-AZTECA y TELEVISA tienen su propia tele- bancada, es decir ,Senadores y Diputados registrados por varios partidos, sobre todo el PRI y el VERDE , que están exclusivamente a su servicio. Estos grupos de poder se aprovechan de las reglas democráticas pero las violan cuando sus intereses se ven afectados. El verdadero objetivo de Salinas Pliego, apoyado en silencio por otros magnates, es proteger a Peña Nieto, angustiados de que un tropiezo de este actor de telenovela los acerque a la derrota.


Los debates son indispensables en la competencia electoral, deberían ser la actividad más normal y sencilla, son parte de las básicas reglas democráticas. Los que se niegan a participar en ellos no pueden ocultar su ridiculez y su verdadero temor a los intercambios de ideas, de las que carecen, acostumbrados a la política tradicional: de monólogos, regalos y demagogia. En el caso particular de Xalapa, capital del Estado y ciudad de cultura, llama la atención y decepciona el roll omiso y cómplice que juegan las cúpulas empresariales, educativas y civiles en general, que se quedan calladas y no promueven los debates ni la participación ciudadana. Peor aún, algunos se convierten en auténticos “matraqueros” y estiran la mano para recibir despensas de otro tipo. Por supuesto que hay excepciones en algunos grupos que entienden el momento y actúan en correspondencia, plurales y libres.

La actitud que asuman ante actividades tan importantes como los debates revela la personalidad de cada quien e indica el tamaño de su compromiso democrático. No hay lugar para las tintas medias y la simulación, se es partidario de ser más exigente con los candidatos o se adopta una actitud pusilánime y “borreguil”, aplaudiendo los gestos y las graciosadas de cualquier personaje. La actitud de partidos y candidatos ante los debates, la prepotencia de Salinas Pliego, los pretextos para no presentarse y el silencio de personajes públicos y organismos civiles nos indican el verdadero nivel de nuestra democracia; esa es la realidad. Lo que todo mundo debería saber es que, sin democracia, no hay buenos gobiernos ni buenos ciudadanos. Pero tampoco gobernabilidad y paz social. Cuando alguien manifieste quejas por la violencia que nos rodea debe preguntarse qué ha hecho en sentido democrático.

Recadito: vamos a la plaza Lerdo a ver el debate presidencial, domingo 6 de mayo.


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Xalapa, Enríquez, Veracruz a 3 de mayo del 2012