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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Al fin se fue
Benjamín Garcimarrero
14 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
El habilidoso Onésimo Cepeda y Silva, al fin se fue, aunque él afirme que nunca se vino. He ahí su contradictoria personalidad.

El 7 de Mayo de los corrientes, Benedicto XVI le aceptó la renuncia al Obispo de Ecatepec después de estar 17 años con ese carácter, medrando de la feligresía a la que le tocó la mala suerte de soportarlo.

El pretexto de él fue, que al cumplir los 75 años de edad, la legislación canónica* les impone la obligación de presentar su renuncia. En otros casos y otros personajes, después de la dimisión tenían que esperar un buen tiempo, a veces años enteros para que el Papa les aceptara su baja, sin embargo en el caso de Cepeda y Silva apenas se tardó dos meses en ser admitida pues la presentó en el mes de marzo y el Vicario, sin designar un nuevo obispo, simplemente le echó la bendición a Onanésimo, perdón Onésimo, permitiendo con ello una serie de especulaciones y recuerdos sobre sus actividades en la clerecía.


Vale considerar que la premura con que Ratzinger tomó la decisión se vio influida por las malas acciones de Cepeda, entre las que se recuerda que fue acusado por cometer fraude al apropiarse de una valiosa colección de 42 cuadros de pintores famosos, propiedad de la familia Azcárraga, quien lo denunció. Colección en la que destacan pinturas de Francisco de Goya, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Amedeo Modigliani, Diego Rivera, Frida Kalho y Rufino Tamayo, entre otros. El proceso judicial en su contra aún continúa, a pesar de las influencias que ha movido para salir bien librado y seguir conservando la valiosa colección.

Cepeda estudió en la Facultad de Derecho en la UNAM, fue corredor de bolsa junto con Carlos Slim, fue torero y cantante de rock aunque no se le daba bien el canto por lo que decidió atacar de frente. Más tarde ingresó a la vida religiosa, estudió en el seminario del Instituto de Nuestra Señora de Guadalupe para las Misiones Extranjeras y fue ordenado, (quizá para contrarrestar lo desordenado), sacerdote en 1970.

Llegó a ser también sacerdote en la diócesis de Cuernavaca, donde se encargó de arruinar la línea pastoral al obispo Sergio Méndez Arceo.


En 1995 Juan Pablo II lo designó primer obispo de Ecatepec, en el Estado de México, donde levantó una injuriosa catedral y se le arrimó a la casta política del Estado de México, que ahora tanto avergüenza a la clase política en turno.

Al despedirse, con su especial sentido del humor le dijo a la prensa que “Gracias a Dios no lo habían matado a periodicazos, pues así, sólo se mata a las moscas”, ¿Y que esperaba, muerte de mariposa? Dicho de otra forma, ¿que lo mataran de un cachuchazo?.

Ratzinger, otrora responsable de la Congregación para la defensa de la fe, antes denominada Santa Inquisición, debe estar sumamente contento del retiro de Onésimo Cepeda y Silva. Su presencia soberbia, insultante y prepotente, nos pone contentos hasta a los que no comulgamos con el cártel de la mafia vaticana.