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Columnas y artículos de opinión
Gaudencio
Luciano Blanco González
15 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
En política, se afirma que el éxito de un hombre en esta actividad privilegiada, se debe a las circunstancias, el hombre necesario, en el momento preciso, modo, tiempo y lugar, son la suma de factores que colocan a los exitosos en el sendero del poder, en el camino de la gloria y son también los factores que excluyen y eliminan de estas justas por el cetro, a quienes aspiran a ascender y no se han preparado para ello, el resultado, es la caída sorda y a veces el fracaso estrepitoso.

Hay quienes porque desean triunfar, se preparan con entrega en la actividad que eligen dominar, hay quienes solo el bendito azar, o la casualidad, los sube en la rueda de la fortuna y ahí los mantiene en la cúspide la diosa que gira eternamente los engranes de la bienaventuranza y de la desgracia, a otros los trae para arriba y para abajo y a otros definitivamente en el primer intento los tumba, los quiebra, o en el camino caen lastimosamente derrotados.

Gaudencio Hernández Burgos, es un hombre con suerte, quizás un sueño o una anunciación divina le llevo a formar y a presidir una organización de asistencia social y denominarla, “Nacidos con Luz”, acepción que solo corresponde a los iluminados y su uso indebido, solo puede corresponder a alguien muy creído, pero dejémoslo simplemente en hombre con suerte.


El joven estudiante Gaudencio Hernández en sus años de juventud, era laborioso, siempre traía una sonrisa y procuraba agradar a sus compañeros, heredero de ese carácter gentil que poseen los hombres simples y rústicos de las serranías Hidalguenses, hablaba con el tono de voz cantadito, que enseñan las aves canoras en los altos montes Huastecos, se dirigía a sus compañeros con acento suave, siempre acomedido con sus maestros y con sus amigos, en la escuela y fuera de ella.

Haciendo honor a sus paisanos era ahorrativo, su lonche, una botellita de agua y una torta. El dinero no se hizo para gastarse se hizo para invertir, educado con el carácter austero de los hombres de Zoyatla, de donde salieron sus mayores, casi todos arrieros (de caballos, de mulas, de burros, de ganado) comerciantes de plazas, que negociaban del altiplano a la planicie y a la inversa, con telas, zapatos, especies, miel, tabaco, maíz, frijol, estribos, frenos y compraban toda la cecina, el queso, los fustes, las mangas, el botín, las reatas, cinchos, pretales, sillas, sombreros, costales, caronas. Ahora entre sobrevivientes y los hijos de aquellos arrieritos son dueños de medio Tantoyuca, Huejutla, Pachuca, Zacualtipan y con fuerte capital en varias ciudades de la República.

Cuando concluye sus estudios normalistas en el CREN Centro Regional de Estudios Normalistas de Tuxpan, sus relaciones sindicales en el magisterio eran casi nulas, estaba en la época de hacer escoleta y nadie escucha su ruego para que lo dejaran cerca de su familia, siendo enviado con una plaza de primaria desde Tuxpan hasta Tierra Blanca, después de mucho llorar, dar vueltas, dormir en las terminales o en la antesala de las oficinas sindicales, hacer colas de desvelo en la Sección 32, logró que lo acercaran tantito a su tierra y lo reubican primero en las comunidades de Tihuatlán, Acontitla y luego La Bomba.


El ahora Profesor, agradecido con la Sección 32 que lo había favorecido, para corresponder a su benefactor, servía esmeradamente a su sindicato, era de los primeros en llegar todos los días a la oficina de la Profesora Dulce María Bauza, con cuyo apoyo logró ser líder de su Delegación Sindical la 272 de Poza Rica, procurando colaborar con todo ahínco con la aun lideresa magisterial de Poza Rica, ayudándole en las labores de oficina, a tanto llegó la confianza de la Profesora Dulce María que le permitía a su novel auxiliar, llegar a la oficina, usar el teléfono, contestar las llamadas, organizarle la agenda y controlarle la audiencia.

Un buen día, el líder moral de la Sección 32, el profesor Juan Nicolás Callejas Arroyo, habló a su cercana colaboradora para solicitarle apoyo con un chofer para poder trasladarse a la Ciudad de México y en ausencia de la jefa, el diligente mentor, se ofreció espontáneamente, dijo saber manejar, dijo conocer la ciudad de México como su propia mano, era la ocasión de ponerse a las órdenes y de servir directamente al Máximo líder magisterial de Veracruz. Ante quien no importaban las privaciones de ninguna índole, subir era la meta y con tal de quedar bien estaba dispuesto a todo.

Desde aquel memorable momento la vida del Profesor Gaudencio Hernández, dio un giro de 360 grados, desde ese instante se volvió indispensable para Juan Nicolás, la agenda del día, el directorio telefónico, la ropa a la tintorería, sus citas con el sastre, sus visitas al médico, sus audiencias oficiales y particulares, sus relaciones publicas, su síntesis periodísticas, manejo de imagen, toda la vida privada y publica de Juan Nicolás en las manos de Gaudencio, cuando el Comité Nacional le encargaba alguna comisión en otro Estado, el líder mandaba a Gaudencio, cuando había que presentar informes y entrevistas al Comité Nacional, enviaba a Gaudencio.


Un flanco descuidó Juan Nicolás………