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Columnas y artículos de opinión
Kairós
Crónica de una victoria anunciada: sin novedades electorales
Francisco Montfort Guillén
17 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
En la sociedad del espectáculo mexicana, que ha convertido la violencia sanguinaria y la política en reality show, las actividades atroces de la barbarie delincuencial y los cinismos de la audacia política son vistas como pasajes del costumbrismo mediático. Por la acción de los medios de comunicación, la contienda electoral presidencial ha sido determinada por sus locutores como «contienda aburrida» pues dichos medios le han quitado toda espectacularidad. En su programación, y como venganza contra la clase política que la alejó del negocio electoral y sus grandes ganancias, los medios de comunicación han vendido el show electoral como producto categoría “C”, arrinconado entre los spots oficiales, obligatorios y sin ganancias y la monotonía descriptiva de una actividad previsible: la crónica anti-climática de una victoria anunciada.

Gracias a la fuerza mediática, el cuento del triunfo arrollador de Enrique Peña Nieto ha sido vendido y comprado por una mayoría de periodistas y presentadores de noticias en todo el país. La candidatura y el candidato no representan una novedad ni política ni electoral. Ambos están lejos de constituir la reconstrucción del arte de gobernar y de la seducción que despierta las pasiones políticas. Y el periodismo ha renunciado a su obligada tarea de informar, de contextualizar, de denunciar y criticar la realidad. Los trabajadores de los medios de comunicación, en su inmensa mayoría, juegan el papel que les asignaron los grandes intereses que determinaron el anticipado triunfo de una persona y su partido, sin que existan en ellos las capacidades para resolver la supuesta situación de caos nacional y el fracaso histórico de la sociedad mexicana.

Los mismos que con lágrimas de cocodrilo «deliberan y sufren horrores» porque «presentan obligadamente los atroces crímenes delincuenciales» convirtiéndolos en espectáculo macabro, esos mismos «periodistas nacionales» se comportan como bufones y cumplen servilmente su papel de panegiristas de la «candidatura arrolladora» y lo hacen sin ningún cargo de conciencia. Milenio, Televisa, TV Azteca, Cadena Tres Imagen y las grandes cadenas nacionales de diarios se complacieron en cuestionar y zaherir a la candidata presidencial Josefina Vázquez Mota en su presentación ante el tribunal de TELEVISA.


En Tercer Grado, los dueños y jueces del espectáculo mediático, se complacieron en desestimar a la candidata y sus propuestas, en minimizar sus posibilidades de triunfo, en ridiculizar su presencia. Para que no quedaran dudas de que la «elección presidencial de 2012 es la más aburrida de la historia, como aburrida es la mujer candidata» tal cual declaran en cada aparición en pantalla los integrantes de la Inquisición Mediática, y como se lo hicieron saber al cuestionarla por no dar el show a través de la crítica a Gabriel Quadri, por no tener más agallas y criticar a López Obrador, por carecer de temple para dar notas sensacionalistas, los camarógrafos, sus cómplices, hicieron la toma de Carlos Loret de Mola y de Víctor Trujillo, Brozo, en plenos bostezos. Nunca antes se habían hecho esa toma, porque si bien es posible que en anteriores ocasiones bostezaran, es su obligación cuidar la emisión, la imagen de los Inquisidores. La afrenta fue comentada por AMLO quien afirmó que a pesar de las groserías hechas a la candidata del PAN, él asistiría al susodicho programa, o que, en otras palabras, puede y va a enfrentar al Tribunal Inquisitorial de Tercer Grado.

Esos mismos medios de comunicación escondieron las críticas que los estudiantes de la Universidad Iberoamericana plantearon al candidato Enrique Peña Nieto. Algunos de ellos no sólo minimizaron el evento, sino que difundieron la noticia del «Éxito de Peña Nieto en la Ibero». Los medios les dieron vuelo a las críticas del presidente del PRI a los estudiantes de esa universidad a la cual calificó decadente y sin el prestigio y seriedad de antaño. En este caso el show del escándalo fue reprimido, censurado, ocultado. De igual manera hicieron con las críticas de AMLO a Peña Nieto durante el pasado debate. No deja de llamar la atención que a cada tropiezo del candidato tricolor su porcentaje de preferencias electorales aumente y que ahora presenten empatados, pero muy lejos del primer lugar, a Josefina y a Andrés Manuel.
Resulta inaceptable desde el punto de vista ético e intelectual este manejo mediático. Es una forma refinada de manipulación que va en contra de la obligación de los medios de comunicación de proporcionar información objetiva y veraz a sus seguidores. Es un abierto desafío a los intereses más preciados de México: formar ciudadanos informados, exigentes, críticos. Por su responsabilidad en el sistema político están obligados a un esfuerzo auténtico de imparcialidad o a declarar abiertamente sus intereses, su ideología y sus intereses partidistas. No hacerlo es un fraude y una traición a los intereses nacionales.

No es que tengan la obligación de identificarse y sólo promover a la candidata panista o al candidato de las izquierdas. No debiera ser su finalidad excusar o premiar las actitudes intolerantes de los estudiantes de la Ibero. El respeto a los candidatos debe ser idéntico y en la contienda electoral deberían ser promovidos el debate respetuoso, la disidencia fraterna, el cuestionamiento responsable. No beneficia a nadie el trato grosero otorgado a Enrique Peña Nieto. Tampoco beneficia que se escondan sus tropiezos: ¿Cuántas veces fue transmitida por las pantallas televisivas el abandono de militantes panistas del Estadio Azul, durante el mitin que se esperaba fuera el evento público de masas más fuerte del JVM y el PAN? ¿Cuántas críticas recibió por este tropiezo, de parte de esos mismos periodistas que la maltrataron durante el programa Tercer Grado? ¿Por qué con la misma fuerza se esconden los tropiezos del candidato del PRI?


Es precisamente este sistema el que debe ser cambiado. Resulta desalentador que mediante triquiñuelas para torcer la ley se vendan al mejor postor las líneas o políticas editoriales de las televisoras y radiodifusoras y grandes diarios nacionales. Es lo que hizo TELEVISA con Enrique Peña Nieto. Lo hizo a escondidas, sin apego a la ley y a la más elemental ética profesional. Es reprobable no porque se trate de este candidato, sino porque se hace con engaños a la sociedad, sin que ésta tenga posibilidades de corregir esta decisión, de espaldas a los intereses colectivos y públicos de los mexicanos. Finalmente, para la sociedad en general resulta menos importante quien gane la elección. Lo que sí la afectará es la manera en cómo se gestó y trabajó este triunfo. Es una vergüenza. Sólo nos queda hacer la crónica de esta victoria anunciada. No se ve en el panorama como pueda perder la elección el hasta ahora puntero.