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Columnas y artículos de opinión
Espacio Ciudadano
¡Los jóvenes alzan su voz!
Jorge E. Lara de la Fraga
23 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
En memoria de Eduardo Valle Espinoza, “El Búho”, un joven siempre inquieto del 68.

Fui joven allá por los años 60 y también me inconformé ante las tropelías. Cometí errores por mi emotividad, pero aprendí de esos yerros. En el movimiento estudiantil del 68 nos tacharon de revoltosos, de hacerle el juego a intereses oscuros y ser títeres del comunismo internacional, pero seguimos adelante porque ese histórico pliego petitorio nos vinculaba para exigir un país justo y democrático. Sigo pensando que no estaba equivocado y que procedí a tono con mi conciencia. Por ello me rebelo cuando algunos periodistas, funcionarios o analistas critican a los jóvenes de la Ibero porque se atrevieron a cuestionar a un candidato y todavía se les niega la paternidad de su comportamiento. Así como en el pasado los indignados no fuimos manipulados, hoy esos muchachos demuestran, con valor civil, que aún hay esperanzas para que en nuestro país las cosas cambien diametralmente.

Después de esos míticos sesentas y de los lapsos sangrientos de las dos décadas siguientes (guerra sucia contra disidentes), aconteció que los muchachos de los 90 se quedaron estáticos, esperando algo esperanzador pero el neoliberalismo los aplastó. En este siglo XXI, en esta primera década del nuevo milenio, las huestes juveniles ya despertaron de su sopor, no quieren callarse y para nada tienden al conformismo. Sus energías, juicios, preguntas y propuestas se han proyectado hacia la colectividad, con la consecuente preocupación de esa clase política anquilosada que no quiere olas ni sombrerazos. Esos hombres del poder ven moros con tranchete y no entienden los motivos de esos muchachos renuentes a la sumisión, al control corporativo, a las prebendas o al chantaje.


Esos jóvenes de la era cibernética ya se cansaron de las promesas, de las trapacerías y de la corrupción reinante, por ello se oponen a los medios que mienten, se inconforman ante la manipulación; además indican que los buenos somos más y que ya basta del control mediático prevaleciente. Para nada aceptan que un candidato sea impuesto a las mayorías por la fuerza económica y por sus relaciones con los grupos oligárquicos; vislumbran al candidato predilecto de las televisoras como un instrumento de los poderosos y por ello no es casual que Enrique Peña Nieto haya salido bastante abollado en su visita a la Universidad Iberoamericana.

En esas marchas “#Yo soy (el o la) 132”, organizadas por los estudiantes de diversos centros educativos, en razón de que 131 jóvenes de la Ibero se identificaron en un video con su credencial para testimoniar que no eran porros ni acarreados, han tenido como propósito exigir a los medios de comunicación masiva – especialmente a los electrónicos- a que informen a la comunidad de manera objetiva y veraz. Están asqueados de las mentiras o de las deformaciones que efectúan esos agentes perniciosos.

Sus expresiones son harto elocuentes: “No somos porros, somos estudiantes; Queremos transparencia informativa; No somos ningunos tontos; Estamos hartos que nos mientan; su juego se acabó, tenemos libertad; México despierta, que el monstruo no te coma; Ya no aguantamos tantas mentiras y torpezas…”. A través de las redes sociales los muchachos han generado un movimiento de repudio a la imposición mediática; esos renuevos generacionales, con acceso a información alternativa, se enteran de lo que acontece en otros países, de lo que sucede en diferentes lugares de la República y de alguna manera conocen la problemática general de México, pues ellos mismos son víctimas de la falta de empleos, de una formación deficiente y de incertidumbres ante la ola de violencia y de inseguridad.


Elena Poniatowska ha dicho que los mexicanos hemos dejado que otros decidan por nosotros y hemos padecido las consecuencias. Ya es tiempo de cambiar y eso bien lo han entendido los muchachos, quieren ser protagonistas y no seres anodinos y temerosos del cambio trascendente. Su gran reto es dejar de lado el individualismo y hacer equipo por un país digno, donde haya fuentes de empleo, seguridad, educación de calidad y servicios comunitarios para todos.