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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Chisme caliente
Benjamín Garcimarrero
28 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
Lo novedoso de este affaire de la mafia vaticana, son los personajes involucrados en un caso de conspiración, nepotismo, corrupción e intriga, en que se ha visto sumergido todo el cuerpo cardenalicio, para matar a Benedicto XVI, además de problemas financieros y esas lindezas que ya son usuales en la curia desde tiempos inmemoriales.
 
Paolo Gabriele, de 46 años de edad es un laico (ocasionalmente aparece vestido de sacerdote) que vive dentro de la Ciudad del Vaticano con su esposa y tres hijos, fue arrestado el miércoles pasado en posesión de documentos secretos y sigue bajo custodia (santo arraigo), según afirmó el vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi.
 
De acuerdo a las disposiciones del Código de Derecho Canónico, la Congregación para la Doctrina de la Fe, es la encargada de instruir el proceso en contra de quienes infringen los preceptos de la Iglesia, y en la que tiene su especial injerencia la Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio (antes Santa inquisición) reconocida a partir del día 16 de marzo del año 1962.
 
Por lo general, las normas penales canónicas, no describen una conducta típica, como ocurre en el derecho común; por lo contrario dejan a criterio del juez eclesiástico la consideración de la conducta sobre criterios subjetivos, siguiendo ciertos parámetros que al final resultan caprichosos.
 
Es el caso de las responsabilidades que ahora le imputan a Paolo Gabriele (Paoletto de apodo), consistente en el “robo de correspondencia secreta” del Papa que a su decir, equivale a un atentado contra de la seguridad del Estado; lo cierto es que se van a topar con que no hay apoyo en la legislación canónica a pesar de que en el caso pretenden fincarla en una conducta en contra del Estado del Vaticano, sin embargo las normas penales que sobre el particular rigen esta conducta no están en el Código de Derecho Canónico, sino en la legislación penal Italiana; lo que significaría una invasión de la supuesta soberanía legislativa de la Santa Sede, sin olvidarse que el Papa representa en sí los tres poderes.
 
La verdad es que se trata de un verdadero chisme, consistente en que el mayordomo papal dio a conocer a un periodista el contenido de esa documentación, entre la que destacan las malversaciones financieras de Benedicto XVI y la intriga de la cúpula cardenalicia para asesinar al Santo Padre.
 
Por lo que se refiere al nepotismo de la Iglesia, es parte de su doctrina fundamental de la que nadie debe espantarse pues está troquelada genéticamente en ADN de la curia; basta con recordar que hasta en las antiguas oraciones católicas ubican a Dios hijo a la diestra de Dios padre, lo cual significa que el nepotismo no solo es parte de la fe sino casi una obligación para todo creyente.
 
La corrupción, también ha sido una marca natural de la organización eclesial inextricablemente fundida en el acido ribonucleico de esa organización delictiva. Mucha gente sabe que el Banco del Vaticano tiene grandes inversiones de miles de millones de euros producidos por el lavado de dinero proveniente de la heroína y organizaciones expertas en la evasión fiscal.
 
No cabe en este momento bordar sobre los grandes negocios que han sido ampliamente documentados y manejados por la prensa mundial que desnudan los malos manejos de esa estructura que predica la pobreza y la humildad y miente sistemáticamente con una pureza que ni los báculos de oro dejan de ostentar.
 
La intriga es también el panen nostrum cotidianum, al grado de que el colegio cardenalicio, a quien atribuyen la confabulación para exterminar al Papa, es mencionada en esos documentos que ahora son motivo de condenación para el mayordomo de Ratzinger.
 
Sirva de ejemplo el personaje más corrupto de la Iglesia mexicana, Onésimo Zepeda y Silva, que acaba de abandonar las filas de la organización, por haberse destacado como un negociador intrigante y corrupto.
 
La moraleja está vigente ahora que se pretende enjuiciar al mayordomo papal, por haber dado a conocer muchas verdades de las que el propio Benedicto se avergüenza, pues si fuera lo contrario, el perdón tomaría mayor jerarquía que la venganza pública a la que se pretende someter a este personaje calificado como un Judas redivivo.
 
El Vatileaks ya tendrá mucha tela de donde cortar, a partir de la publicación del libro: “Su Santidad; Las cartas secretas de Benedicto XVI” de la editorial Chiarelettere, escrita por el periodista italiano Gianluigi Nuzzi.
 
La corrupción del Vaticano, deja mal ubicado al Santo Papa, que ya anunció que demandará al mayordomo Paoletto, al periodista Nuzzi y a la casa editora. Nomás le falta demandar a Judas.