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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
La Armada, justo homenaje
Arturo Reyes Isidoro
31 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
En la antevíspera del Día de la Marina, el gobernador Javier Duarte de Ochoa encabezó ayer un justo homenaje a la Armada de México, hoy por hoy la institución señera en la que descansa buena parte de la seguridad de los veracruzanos, sin demérito de la labor que realiza al respecto también el Ejército.
 
Alguna vez, ante el cuestionamiento que se hacía al papel de los soldados en las calles del país haciendo tareas de seguridad que corresponderían a las policías civiles y ante los señalamientos de atropellos o violaciones a los derechos humanos, que sin duda los hay y los ha habido, dije también que, no obstante, había que reconocer que sin la participación del instituto armado y ante la incapacidad y complicidad de las policías con la delincuencia organizada, el país habría sucumbido y caído en poder de los grupos delincuenciales. Lamentable y tristemente, hoy la imagen del Ejército está dañada por los señalamientos contra altos mandos que habrían cedido a la tentación de involucrarse con ese tipo de delincuencia, aunque por fortuna, creo, se trata de casos aislados y los verdes siguen exponiendo sus vidas en esta cruente guerra que ya arroja más de sesenta mil muertos en el presente sexenio.
 
Pero en Veracruz, en especial a partir de la actual administración, de pronto la Marina asumió un rol de primera línea y con ello el mando de las fuerzas coordinadas de seguridad para combatir a la delincuencia organizada, pero también para tratar de brindar seguridad a los veracruzanos, tarea en la que sus elementos están involucrados de lleno sin ser esa su misión específica. Los medios informativos y las redes sociales dan cuenta de los operativos y de las acciones de los hombres armados del mar y, en algunas ocasiones tristemente, también de las bajas en vidas humanas que han sufrido.
 
Así como para el Ejército en todo el país, lo mismo se puede decir de la Armada de México para Veracruz: si vivimos días trágicos, de violencia con saldos preocupantes, no hay duda que la situación no se ha generalizado gracias a los marinos y que es invaluable el servicio que prestan en funciones de policías. Si bien hay quejas por algunos atropellos, son más los comentarios favorables a su actuación e inspiran tal confianza que los mismos presidentes de varios municipios han solicitado que ellos se hagan cargo de la vigilancia en sus demarcaciones.
 
Seguramente entre el Ejército y la Marina no se trata de una competencia sino de un trabajo complementario, pero a los ojos de la sociedad y dado el número de soldados de todos los niveles procesados por complicidad con el crimen organizado, hoy la Armada tiene mejor imagen pues ningún alto mando se ha visto involucrado en algún señalamiento y tampoco sus elementos de tropa –serían una excepción los casos–, por lo que constituye una esperanza en esta cruenta guerra y acaso sea la última –y la primera a la vez– institución en que los mexicanos, los veracruzanos, depositan su confianza. No hay mucho ya, o no hay nada más, de quien esperar protección.
 
Por eso pocas veces un homenaje se justifica tanto como el de ayer y en ese sentido el gobernador Duarte ha interpretado bien a los veracruzanos, en cuyo nombre encabezó el develamiento en letras de oro, en el recinto de sesiones del Congreso del Estado, de la leyenda “Heroica Armada de México”.
 
El titular del Ejecutivo aludió directamente a la tarea que se realiza en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río-Medellín, pero en Xalapa vemos a diario rondar a los marinos, lo mismo en Córdoba que en otras regiones del estado.
 
Como bien dijo Duarte de Ochoa, la inscripción en el muro de honor del Congreso local es un testimonio de una relación entre la Armada y el pueblo de Veracruz, una relación que va más allá del tiempo y que estará ahí para recordar siempre que solo uniendo esfuerzos se podrá alcanzar la paz y la prosperidad. Quizá, pienso, algún día, en el futuro, nuestros descendientes verán esas letras, esa leyenda, esa inscripción y recordarán que hubo una etapa en la historia de México y de Veracruz en la que la paz, la seguridad, la estabilidad e incluso la gobernabilidad estuvieron en riesgo, y que se salió adelante por la determinación de instituciones como la Marina y el Ejército, pero también de una autoridad civil que antepuso el interés por la vida y la seguridad de sus representados ante que reducir su visión a solo el cuerpo de seguridad pública del estado. Aquí sí, al honrar ahora a los marinos, como ya lo hizo antes con el Ejército, Duarte se honra.
 
En el mismo tema de seguridad-inseguridad, el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, al acudir a la ceremonia, declaró que en Xalapa y en todo el territorio se hará lo que se tenga que hacer para mantener la seguridad y la certidumbre de los ciudadanos, declaración oportuna y no por sabida innecesaria, pues el peligro acecha todos los días y sería mezquino no reconocer lo que se hace que, como solía repetir Yayo Gutiérrez, cuando se hace lo que se puede se hace lo que se debe. Bermúdez se refirió a los retenes de seguridad instalados en los accesos y salidas de Xalapa –también los ha habido en Coatepec– y reconoció que es un tanto molesto a veces “pero es necesario aquí y en otros lugares”. Pues sí. Eso creo que todos los veracruzanos lo entendemos y si no debemos entenderlo y colaborar, pues al final se trata de la seguridad de todos, de la nuestra incluida.
 
Julen va a terminar diabético
 
Con tanto disgusto y coraje, con tanta decepción, con tanta incertidumbre, con tanta desesperanza, sujeto a la crítica, al chascarrillo hiriente, acaso al reproche de sus cercanos por su terquedad, Julen Rementería del Puerto puede terminar hasta diabético pues no es para menos lo que le sucede como para ver afectada su salud, aunque nadie más que él tiene la culpa: una y otra vez ha recibido muestras directas, personales, de que en la cúpula nacional de su partido, el PAN, no lo quieren, no lo ven como el candidato idóneo para encabezar la primera fórmula, y se ha aferrado a tal pretensión. Una vez más, ayer, recibió un duro revés, esta vez sin posibilidad alguna de recuperarse y luego de la cuenta de diez continuar con la pelea, pues el otorgamiento definitivo del derecho a encabezar la primera fórmula al Senado de su partido a Fernando Yunes Márquez equivale a un nocaut fulminante.
 
A Julen hay que reconocerle su batalla por lo que cree que le corresponde en derecho y en justicia, pero, una vez más lo ha comprobado, en política eso no cuenta. Hay que reconocerle también que realiza muy buena tarea como vocero de la candidata presidencial de su partido Josefina Vázquez Mota –a mí me llega de manera oportuna y en forma abundante su información, lo que le reconozco–, así como también, no obstante el trato que ha recibido, que se ha mantenido fiel a su partido. Lo menos que puede deseársele es que si no llega al Senado, como todo indica que no sucederá pues los candidatos del PRI ganarán las dos posiciones de mayoría y Yunes Márquez la primera de minoría, se le reconozcan sus méritos en el futuro y sea justamente retribuido con alguna posición relevante partidista pues, ¡ay!, cargos en el gobierno ya no habrá pues perderán la elección presidencial.
 
¿La primer baja por antidoping?
 
Donde sí consideran necesaria la medida anunciada por el gobernador Javier Duarte de que los servidores públicos se hagan el antidoping es en Jalacingo, un municipio colindante con Teziutlán, Puebla, pues a los vecinos les inquieta que el alcalde Emilio Álvarez Pimentel, perredista él, cada vez más con frecuencia se queda dormido en sesiones públicas. La última vez, en días pasados, les costó que despertara y reanimarlo que hasta pensaron que había perdido el sentido. Los rumores son que padece una severa enfermedad que le impide ya despachar a plenitud, por lo que, piensan, unos análisis le servirían para ayudarlo a tomar una determinación. Y lo mismo, dicen, debería hacer su suplente.