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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Elijamos con responsabilidad
Rebeca Ramos Rella
4 de junio de 2012
alcalorpolitico.com
En las últimas semanas los ciudadanos hemos observado la efervescencia que ha cobrado el proceso electoral. Si analistas consideraban que parecía aburrido por la casi segura victoria del puntero en las encuestas, hoy estamos ante unas campañas presidenciales genuinamente competitivas.

El grave problema es que no hay competencia entre diversas propuestas y compromisos presentados a la ciudadanía. No, la competencia no es por contenidos y proyectos. La batalla se está centrando en guerras de lodo, descalificación, golpes bajos, acusaciones, perversidades y sospechas. Estamos en el ring, no en el ágora de las ideas constructivas y responsables. Permea la atención sobre escándalos, dimes y diretes, revires en ofensiva y defensiva. Creo que esto enardece el morbo social, pero no contribuye al voto razonado y menos, a la certeza del cambio estructural que necesita el país para crecer.

Es lamentable que el debate y el análisis no estén prosperando sobre los ofrecimientos, sino sobre los insultos, los reclamos, las sospechas, las evasivas y las contradicciones.


A cada candidato se le ha endosado el peso del pasado y los yerros del presente de sus partidos y deshonrosos correligionarios; desde los espectros repudiados que los rondan, intereses de poderes fácticos que pudieran proteger, malas o cuestionables decisiones de los gobiernos que encabezan sus partidos, hasta las artes y conductas políticas propias, que exponen y revelan rasgos de su personalidad y liderazgo y las formas anquilosadas que reproducen, en su operación política.

Los trapitos al sol están saliendo y la sociedad puede estarse divirtiendo con este espectáculo, pero en el fondo le cansa hasta la apatía e indiferencia; le molesta la violencia verbal. Le reafirma la concepción de la suciedad de la política como actividad humana; le refrenda que la lucha es por el mero poder y no por sus causas sociales más apremiantes.

Es posible que los ciudadanos lleguen a la conclusión que todos, candidatos, partidos, clase gobernante, son iguales, que todos tienen cola larga, que la política a la mexicana da grima. Y también es muy probable que en esa rebatinga frenética, conciba que su voto vale, para apoyar y para castigar; que convienen más los apoyos materiales que le llueven en tiempos de campaña, que las propuestas que no escuchan con interés, pues ya prejuzgaron que son puras palabras bonitas y esperanzadoras; que al final, todos ofrecen lo mismo y no cumplen.


Es muy desmoralizante que en el umbral de uno de los momentos políticos más trascendentales en la historia del país, se organice un juicio sumario ciudadano e implacable que puso en el banquillo, a los contendientes y que se prioricen los descalificativos de Javier Sicilia a los convocados.

No es posible que sea más relevante lo que le espetó en su cara y en público al candidato de las izquierdas, que lo desnudó completo en su mesianismo, agresividad, terquedad, intransigencia y soberbia –por cierto una tupida emblemática y a la medida del dictador, que en un acto de valor cívico, de líder a líder, desde la legitimidad social que cada uno posee, se exhibió y de la que nadie renegó ni contrarreplicó con argumentos válidos, salvo la esposa del aludido-. No es posible que al puntero se le señale de corazón frío, porque mantuvo compostura seria y determinada o que el perdón y las palabras conmovidas ofrecidas por la candidata azul, ante el dolor irreparable de pérdidas humanas inocentes, sean más relevantes que los compromisos y propuestas que cada uno expresó, para garantizar seguridad, restaurar la paz y la ley en el combate al crimen.

Es triste para nuestra democracia que estudiantes universitarios –los líderes del futuro, el capital humano pensante y productivo- coreen barbarismos, consignas sin sustento, falsedades que reflejan su total desconocimiento de la historia nacional reciente, ausencia de razonamiento lógico, ignorancia y nulo análisis puntual sobre planteamientos de candidatos y salgan a tomar calles, a acorralar a autoridades, medios, candidatos y partidos, se organicen contra uno y a la vez, reclamen ser libres y apartidistas. Es desmoralizante que la fuerza de su movimiento, esta nueva generación del No, del No a todos y a todos, se extienda en la válida inconformidad que congregan, pero se muestren totalmente extraviados en sus posturas y argumentos y dolosamente manipulados, arreados en su rebeldía caótica.


Es inexplicable que se antepongan culpas y dudas al puntero, por infundadas denuncias de gastos de campaña, por supuestos trucos turbios contra el iluminado, por excesos de correligionarios suyos y se utilice un mensaje falso e infundado, pronosticando absurdamente represión, opresión, presidencialismo excluyente, en vez de elevar el nivel de contraste entre contendientes y debatir y analizar, a conciencia cada uno de sus compromisos estatales y nacionales, el contenido de sus ofrecimientos de programas, obras, acciones, reformas y políticas públicas, que están a la mano de cualquiera, si le interesa conocerlas y discutirlas.

Es execrable el nulo interés de adversarios y ciudadanos, por profundizar y cuestionar, su más notable propuesta para modificar al sistema y al régimen políticos, esos lastres en coma de los que tanto se reniega y que representa la cuarta transformación histórica nacional y la refundación del PRI, con todo lo que implica la construcción de la Presidencia Democrática, cambio de régimen y de sistema, cambio de conducta política y de gobierno.

Es increíble que nadie considere este gran compromiso, como el parteaguas histórico que está abanderando el mismo PRI que ha edificado el sistema y el régimen que todos reproducen en sus actos y estrategias y que representa, tanto la aceptación tácita de sus vicios pasados y como el total rechazo a reciclarlos, en esta nueva etapa de revolución y de reconciliación nacional.


Es detestable que se niegue lo evidente; que al inmaculado autodenominado salvador se le pueda creer que lo “calumnian” si lo suyos andan pidiendo millones de dólares para ganar, en flagrante acto ilegal; que niegue conocer de esas tácticas; que los protagonistas de esa cena con charolas, primero acepten y luego se desmientan; es burdo que se ampare en una supuesta campaña negra del PRI y revire acusando y difamando, pretendiendo desviar la atención de sus actos bajo la mesa, con la denuncia de que el puntero tiene 42 asesores y hasta extranjeros ¡Qué cinismo y qué perversidad! Cuánta desesperación.

Pero lo que es peor, es que nadie profundice y alerte sobre el contenido de sus discursos y actitudes, que plasman generalidades, datos incomprobables, chismes y rumores que da por verdades, ilusión de una autoridad moral que no tiene ni sostiene, si se revisan sus cuentas, su estrategias oscuras, su ambición irrenunciable al poder para ejercerlo como un perfecto autócrata, que condena la crítica, que centraliza el mando, que representa en sí mismo, la auténtica y segura regresión al autoritarismo y todos los vicios y excesos del suprapresidencialismo.

Es infame que se remarque sobre traiciones, fuego amigo, desorganización voluntaria demostrable del partido oficial contra su candidata; que se subraye mayor interés sobre si se deslinda o no de su exjefe; que el escándalo sea que el expresidente le clava la puñalada, al llamar a votar por su adversario o si candidatos le dan consejos para levantarse del tercer lugar, en vez de que alguien la cuestione a fondo, sobre su carente sororidad con las causas y respeto al libre ejercicio de derechos de las mujeres que ella dice, la harán presidenta o que revisen con lupa el trasfondo de sus planteamientos sobre seguridad, economía, empleos y educación. Nadie ha expresado la comparativa sobre si la continuidad del calderonismo sería la ruta o habría cambio.


Cuando digo nadie, me refiero a los ciudadanos ¿Acaso vamos a votar por quien gane el pleito? ¿Por el más sagaz, tramposo y filoso en la confrontación? ¿Elegiremos al más listo para denostar y tirar podredumbre?

¿Somos graderío enardecido en el Coliseo o somos ciudadanos pensantes, ansiosos de cambio certero?

Razonemos nuestro voto. Leamos, interesémonos e informémonos. Analicemos, comparemos propuestas y compromisos. Usemos el cerebro. Seamos ciudadanos responsables, no manadas manipuladas ni ciegos ignorantes.


No culpemos al sistema y a la clase política nacional si retomamos el autoritarismo populista mesiánico y codicioso, que nos engaña con los harapos de la falsa austeridad y modestia.

No culpemos a nadie si optamos por quien no sabe representar a la otra mitad de la población, ni reconocer ni apoyar el respeto al libre ejercicio de los derechos humanos de las mujeres.

No señalemos a terceros por nuestra flojera y temor a desempolvar nuestras ideas preconcebidas sobre el viejo régimen y evadir cómodamente con los mismos prejuicios, la posibilidad histórica de edificar un nuevo presidencialismo, acotado por la Constitución, incluyente y efectivo.


México tiene que cambiar y el poder y la decisión del cambio que queremos, lo tenemos los ciudadanos.

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