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Columnas y artículos de opinión
Educación y empleo
Guillermo H. Zúñiga Martínez
9 de junio de 2012
alcalorpolitico.com
Los expertos que prestan sus servicios en la Organización Internacional del Trabajo, después de haber realizado un estudio respecto de la ocupación de los jóvenes en estos años, han alarmado a los gobiernos del mundo y principalmente a quienes buscan el voto popular, porque les dicen, sin rodeos, que en este año sumarán 75 millones los muchachos sin colocación.

El informe, denominado Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2012, sostiene que 12.7% de la fuerza de trabajo de este sector estará cesante y que la tasa ha permanecido invariable desde el punto más álgido de la crisis, hace tres años. El vaticinio de los colaboradores de la OIT abarca a la población que tiene entre 15 y 24 años de edad, lo que es muy importante porque este organismo laboral de las Naciones Unidas hace bien en señalar un problema que afecta no tan sólo el progreso y desarrollo de la sociedad, sino principalmente a los hogares.

El asunto debe enfocarse desde diversos ángulos, porque ofrecer el dato estadístico es correcto, pero lo que más se estima es, sin lugar a dudas, cómo superarlo, cómo ir sobre las expectativas y qué tipo de medidas se deben adoptar para que este agobio no sea tan lacerante. Yo creo que el tema tiene mucho que ver con la educación, principalmente familiar, porque la mentalidad con que se forma a las nuevas generaciones tiene que identificarse con una tendencia para enfrentar las dificultades cotidianas. Me explico: los padres de familia deben conversar constantemente con sus hijos sobre la necesidad ineludible de prepararse en tareas de carácter pragmático. Un objetivo tan elemental pero que es totalmente cierto porque lamentablemente se les ha olvidado a los forjadores de sus vástagos que la preparación para la vida no tan sólo es saber estudiar, leer, investigar, comprender y asimilar conocimientos de carácter teórico sino que las manos deberían recibir prioridad fundamental.


Usted no me dejará mentir pero, antes, las mujeres a corta edad sabían perfectamente realizar diversas y útiles actividades, las actuales han abandonado ese tipo de nociones y otras para triunfar en la vida; además, los hombres, por lo general, anteriormente dominaban algún oficio, independientemente que luego pudieran incorporarse a las obligaciones teóricas, lo que ahora no se hace y gran cantidad de adolescentes no tienen especialidad alguna, razón por la cual constantemente me recuerda aquel extraordinario libro de Joaquín Fernández de Lizardi El Periquillo Sarniento, que dibujó a un joven espléndido en cuestiones de sociedad, que sorprendía en las tertulias mas, cuando queda en el desamparo para enfrentar la vida, se percata de que su presente es un fracaso.

Interesante, pues, es saber que millones de personas que no llegan a la adultez están sin trabajo. Más importante aun es que las mismas no tienen perfiles de preparación práctica, sino que están instruidas en las universidades y en los institutos de investigación para cumplir tareas eminentemente especulativas pero eso no contribuye con exactitud y ampulosidad al desarrollo de la sociedad; luego entonces, es importante que los gobiernos y fundamentalmente los colegios de educación superior, realicen un ejercicio para encontrar las mejores formas de inducir a las nuevas generaciones hacia la productividad, llámese agropecuaria, o en tareas que son elementales, como la electricidad, fontanería, carpintería, mecánica, en fin aquellas que, si no se tiene un trabajo remunerado en alguna oficina burocrática, el ser humano pueda ofrecer su diligencia y sus métodos para servir honradamente con el propósito de satisfacer sus necesidades básicas y sus placeres honestos.

Se ha dicho hasta el cansancio que no existen escuelas de padres y es muy difícil educar a los descendientes, pero hay actitudes que son de sentido común: cuando los hijos dominan alguna actividad práctica es para que sus progenitores se sientan satisfechos, lo que generalmente no ocurre porque la mentalidad y la actitud funcionan de manera que, mandarlos a la escuela, es para que sean litigantes, médicos o ingenieros, que sirvan para conducir a la sociedad con base únicamente en sus erudiciones, lo que también es correcto pero, antes, debe proporcionárseles un oficio. Esta observación no es una aportación personal, sino resultado de una consulta entre muchos padres de familia que coinciden en este propósito.


Las universidades tienen que insistir en las mejores formas de organizar a la juventud para que dominen actividades productivas, sepan organizarse, tengan capacidad para crear nuevas empresas, y también provocar el autoempleo.

El problema laboral no tan sólo es del gobierno, compete a la misma sociedad porque en última instancia todos vivimos en este mundo y nos corresponde parte de la responsabilidad.

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