A unos cuantos días de las elecciones federales y más o menos definidas las posiciones de los candidatos presidenciales se abre la etapa de cierre donde juegan un papel que puede ser determinante los votantes indecisos y los independientes. Una parte se irá directo a la opción con la que más se identifiquen y otra, tal vez la más grande, se convertirá en voto útil. Por muchas razones son Peña y AMLO los candidatos que pueden captar ese voto.

Junto a ciertos descubrimientos, campañas paralelas y guerra sucia una nota sobresaliente fue el segundo debate presidencial, donde AMLO y Peña, se mostraron propositivos, mientras que Josefina, se mostró ocurrente y extraviada, de Quadri poco se puede decir, su novedad fue efímera y se desinfló muy pronto. Curiosidades: es patético que celebren que Peña no se equivoque tanto, es patético que los críticos de AMLO lo cuestionen cuando critica y lo cuestionen cuando propone.

Llama la atención que el PAN y Josefina quieran hacer de su intranscendente papel en el debate, de ocurrencias y vocecita de su oficio de motivadora, un triunfo y un supuesto despegue de su campaña; no pasa de ser un voluntarismo publicitario, que si es finta se entiende pero que si lo creen están perdidos y van a terminar en el abismo. Para reforzar esa percepción entra en escena el espurio Calderón, cínico y retador, presumiendo de credenciales democráticas que no posee, deslindándose del Fox que es su igual, su cómplice. Rollos y ruidos a parte lo mejor que le puede pasar al PAN es volver a la oposición, para recuperar su alma, renovarse y volver a ser un partido digno.


No es cuestión de gustos, de simpatías o de ideología, pero no hay nada que justifique el voto por Josefina, salvo ser afiliado al PAN o sentirse obligado por ser burócrata federal o por estar en un programa social. No hay nada en su biografía ni en los resultados de los dos sexenios panistas que justifiquen un votó por ella y sus candidatos, de los cuales, los que van a las gubernaturas casi en su totalidad van a perder. Josefina, avaló el fraude de Calderón, operó con los asesores extranjeros de la guerra sucia -los sigue utilizando- y aceptó complicemente los pactos del espurio con la señora Gordillo, de la que, después de entregarle el manejo de la educación, ahora se avergüenza.

A estas alturas ha quedado claro que Peña Nieto siempre fue un producto mediático, un político, mediano, al que el PRI apostó demasiado y del que, ahora, se estará arrepintiendo. Son muchos los intereses que están en juego, las siglas que lo respaldan es lo de menos, pero contra sus pronósticos y al limite de sus tentaciones golpistas Peña no va a ganar las elecciones.

No perdamos de vista lo que está pasando en el Distrito Federal como fenómeno electoral, ahí el candidato Mancera, puede llegar, inéditamente, a un setenta porciento de los votos, haciendo de ese resultado una ola expansiva a los estados conurbados y más cercanos. Contra los pronósticos el supuesto efecto Peña se revirtió con un efecto AMLO en el Estado de México.


Andrés Manuel López Obrador, representa un proyecto alternativa de nación, una ruptura pacifica del sistema imperante, un giró a la inercia de decadencia que lleva al país sin rumbo y, sobretodo, la esperanza de un cambio verdadero: modificar 30 años de una política económica de hambre, hacer de México un país de leyes para todos, hacer que la democracia funcione y deje de ser una caricatura, serenar al país y traer la paz, superar la pobreza y relanzar nuestra dignidad como pueblo y como sociedad.

Recadito: defendamos a AMLO de la guerra sucia.

[email protected]


Xalapa Enríquez Veracruz., a 14 de junio 2012