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Columnas y artículos de opinión
Violencia y educación
Guillermo H. Zúñiga Martínez
16 de junio de 2012
alcalorpolitico.com
Argentina es un país caracterizado por sus avances educativos y por integrar una sociedad de origen europeo que le ha permitido destacar en el concierto continental. Además, existen múltiples ejemplos de escritores, poetas y científicos que han hecho de esa tierra espléndida un ejemplo por su orgullo, tenacidad y deseos de distinguirse.

Extraña, pues, que en aquel país del cono sur se estén dando actos de violencia en contra de los educadores. Las autoridades no se explican por qué se presenta este tipo de actitud en algunos colegios, lo cual ha provocado también la intervención de la Federación de Educadores Bonaerenses que, a través de su asesor legal Víctor Nanni, denunció que en la provincia de Buenos Aires, ni más ni menos que el mayor distrito escolar de ese país, se registra diariamente una denuncia de violencia contra docentes. Lo que más asombra es que parte, unas veces, de los propios alumnos y, otras, de los padres de familia.

Tenía muchísimo tiempo que el problema de la violencia en planteles escolares no se daba en Argentina, porque los distintos gobiernos se han preocupado por rodear de cuidados el desarrollo de la educación de la niñez y la juventud a grado tal que su pedagogía se encuentra muy avanzada, aunque a nivel universitario le dan prioridad a licenciaturas saturadas en el mercado, pero que al respetar el derecho de los argentinos para estudiar lo que deseen -lo cual además es muy correcto-, ha provocado que se multipliquen las carreras en la especialidad de psicología.


Hace varias semanas hubo un problema que conmocionó la ciudad de General Madariaga porque un maestro de tercer grado de primaria fue atacado a golpes por el padre de un alumno; asimismo, una maestra de la localidad de Benito Juárez denunció apenas hace días que fue agredida no tan sólo en forma física, sino también psicológicamente, por la madre de un alumno. “Que un docente sea agredido no tiene explicación lógica” afirmó en conferencia de prensa el citado asesor de la Federación de Educadores Bonaerenses.

Los maestros siempre han gozado de gran reconocimiento dentro de la sociedad en la que viven y desarrollan sus actividades de orientación y enseñanza; cada uno de ellos ha hecho posible que su prestigio vaya creciendo porque el beneficio que difunden y esparcen es extraordinario.

Recordar, por ejemplo, al maestro de primer grado de primaria, es una delicia para la memoria, porque haber asimilado las primeras letras y saber utilizar las operaciones aritméticas significa apreciar las bases del crecimiento continuo de todo ser humano en materia de educación y conocimientos y, por lo general, son los padres de familia los que inculcan a los niños el respeto y afecto por sus mentores; cuando éstos se preocupan por tener constantemente reuniones con los progenitores, se avanza de manera sensible en la formación de las nuevas generaciones porque, lo más importante dentro de una sociedad, es que todos hagamos lo que nos corresponde para conquistar día a día el clima de paz, tranquilidad y armonía que debe existir en todo conglomerado amante del progreso y el desarrollo.


La violencia siempre debe desecharse, es mala consejera; tratar de superar los problemas con base en actitudes irracionales, nunca ha dado buenos resultados.

Para la Presidenta de la Federación, maestra Mirta Petrosini “Este tipo de hechos deja un daño moral evidente y una lesión psíquica y emocional, además de la física. Una educación inclusiva y de calidad, no puede lograrse con docentes dañados: se necesitan educadores sanos, trabajando en ambientes sanos”, aseguró la dirigente.

Este problema que se presenta en la Tierra del Fuego es un aviso para impedir su generalización porque, de no hacerlo, sería catastrófico, por lo que considero -como mentor- que las autoridades educativas deberían profundizar más en cuanto al trabajo fundamentalmente vinculado con los padres de familia, y abordar el tema de la relación pedagógica que debe estar basada en el amor, en el cariño, en la comprensión y principalmente en el respeto recíproco.


Juan José Garralda, quien funge como delegado de la Federación de Educadores Argentinos expresó que “Los adultos violentos tienen que hacerse responsables de sus actos. Nosotros con un chico podemos trabajar, pero un adulto debe responder ante este tipo de hechos. Si los chicos y los padres tienen derechos, los docentes también los tenemos”.

Lo que ha expresado Garralda es totalmente natural; lo importante es encontrar los mecanismos y las ideas que conduzcan hacia la conquista de un ambiente ordenado, propicio para alcanzar las metas que desde siempre ha señalado la Pedagogía tradicional, porque es en la escuela donde deben cultivarse los más preciados valores humanos.

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