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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Cuchi-cuchi
Benjamín Garcimarrero
18 de junio de 2012
alcalorpolitico.com
Cuando yo era niño e inocente, la onomatopeya: Cuchi-cuchi solo significaba hablar al oído con voz muy baja, audible únicamente para el interlocutor; mas o menos secretearse, decir las cosas a sottovoce.
 
Cuchi-cuchi se volvió verbo aunque no se encuentre en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (en escabeche), y se utilizó como cuchichear que es la acción de secretear; de ahí se puede conjugar de la misma manera que amar, temer y partir, convirtiéndose en: Yo cuchicheo, tu cuchicheas, él cuchichea, nosotros cuchicheamos, vosotros cuchicheáis, ellos cuchichean.
 
Como todos saben, el término onomatopeya proviene del latín onomatopoeia y éste a su vez del griego ὀνοματοποιΐα que se refiere a un vocablo que imita el sonido de la cosa o la acción nombrada.
 
En la escuela primaria, la profesora Nievitas, de grata memoria, nos reprendía con la consabida frase: “¡Nó estén cuchicheando!, que es de mala educación”.
 
Pero como el idioma es un ente vivo y cambiante, las palabras se gastan de usarlas demasiado o de no usarlas, o cambian si se usan en una cantina o en un templo, o si las utiliza un partido político u otro, me acabo de encontrar una nueva implicación referida al débito conyugal que alguna vez utilizó otra onomatopeya como “chaca-chaca”, haciendo alusión al ruido de la cama en su acompasado vaivén cuando se cumple el ritual que el equilibrio de la salud exige. O los modismos como prau-prau inventado por el payaso Brozo.
 
Viene a cuento el asunto, porque el día 15 de junio, con motivo de las campañas que cada candidato despliega en los lugares de visita proselitista, la candidata del PAN, Josefina V.M. estando en Sinaloa, se recetó una frase que se guardará en el imaginario popular, gane o pierda la elección del primero de julio.
 
Dijo así dirigiéndose a las mujeres: “Que lleven e inviten a sus hijos, a sus amigas, a su pareja, y ¡ay! de aquella pareja que no vaya (a votar), porque no le hacemos ‘cuchi-cuchi’ en un mes”.
 
Desde luego que puede entenderse como hacerle el piojito al cónyuge, pues la expresión “cuchi cuchi”, no es muy precisa si trata de imitar el sonido que surge del cuchi-plancheo.
 
El verbo cuchi-planchar, usado hace dos o tres décadas, ha caído en desuso, me refiero solo al verbo no a la acción, pues por lo contrario ha disminuido la proclividad a la poesía y al reducirse la producción de poetas, se incrementa la producción de hijoepoetas, pues bien sabemos que el amor no correspondido produce poesía y el correspondido produce hijos.
 
Como si fuera una confesión velada la de no hacer el cuchi-cuchi en un mes, cabría preguntarse: Cuándo las cosas van bien con obediencia y amaestramiento, ¿cada cuando se hace el cuchi-cuchi?, ¿O cada cuando debe hacerse?, ¿Se vale conseguir el viagra jet? ese que dicen que hasta en la casa sirve; ¿Podría ser suficiente el viagra pediátrico? ¿Servirá el cialis (tadalafil) teledirigido y de largo alcance?
 
Pero no vayamos más allá, que esto de las especulaciones puede llevarnos a descubrir intimidades que sobrepasan las campañas y la potencialidad del chisme. Así que, en cuanto a las mentiras de campaña no se vale llamar ni al pan, Pan ni al vino, vino; sino al vino pan y al Pan, vino.