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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
La última llamada
Miguel Molina
21 de junio de 2012
alcalorpolitico.com
Las cosas van en serio en Veracruz. Primero el gobernador Javier Duarte decretó que se hicieran exámenes toxicológicos a los funcionarios estatales de confianza, y la idea marcó un hito en las acciones de este gobierno pese a que se implementó de manera equivocada.

Es claro que una medida como la que anunció el mandatario tenía que haberse aplicado de inmediato, para evitar suspicacias y trampas. También tuvo que haberse informado desde el principio quién pagaría esos análisis...

Nadie pensó que sólo se tomarían muestras de sangre, cuando la toxicología forense advierte que los exámenes de orina o de cabello son mejores indicadores para determinar si alguien ha consumido alguna sustancia durante mucho tiempo. En fin, detalles de comunicación que se les pasó a quienes implementaron la orden de Duarte.


Pero eso ya pasó. Lo interesante que al parecer vienen otras pruebas. En la última llamada que recibí de México, un corresponsal que ha sido confiable en otras ocasiones sostiene que la idea de los exámenes toxicológicos fue sólo un primer paso.

Lo que sigue - asegura mi informante - es una investigación profunda sobre los bienes y las fortunas de los servidores públicos de ahora y de antes. Y esta vez no se va a tratar de un anuncio como otros, sino de un operativo que se va a hacer (o está a punto de concluir) casi en secreto. Sin duda va a haber sorprendidos.

La idea, presuntamente promovida desde una importante oficina estatal, buscaría marcar distancias definitivas entre lo que fue y lo que puede ser, entre lo que puede hacerse y lo que debe hacerse. Si es verdad, es bueno que se haga. Si no es verdad, debería hacerse. Sobre todo, es diferente de lo que se ha hecho hasta el momento sin resultados.


La estrategia de hacer las cosas primero y después anunciar lo que se hizo sería lógica, porque hasta ahora se habían hecho las cosas al revés en un extraño uso de la comunicación social que permite informar que se va a hacer algo y procede a festinar el anuncio como si fuera la obra.

Esa nueva actitud es buena porque permitirá que las cosas se hagan bien. A estas alturas es claro que a nadie - bueno, casi a nadie - ayudaba que se anunciara dónde y cuándo habría retenes militares; al contrario, permitía que los controles se evadieran con facilidad y sin problema. Pero ese es sólo un ejemplo...

El refrán advierte que quienes hablan sobre lo que van a hacer pecan menos que quienes hablan sobre lo que hicieron. Pese al nuevo plan, la comunicación volvió a fallar, como ilustra el caso del futuro de las siete autopistas que habrá en Veracruz, que se anula con el presente desastroso de los caminos que ya están. Así ha pasado otras veces.


Los cambios en la forma de hacer las cosas y en la oportunidad de informar sobre ellas servirán a las autoridades para buscar nuevos canales de comunicación con los veracruzanos. Después de todo, la gente está a dispuesta a creer a quien satisfaga su necesidad de saber.

Recuperar esa credibilidad - a todas luces perdida - supone una inversión muy grande de capital político. Pero investigar y aplicar la ley a quienes hayan amasado fortunas desde el gobierno en un sexenio ayudaría mucho a que la gente pensara que no todo está perdido ni se lo han llevado todo.

Si me hubieran pedido mi opinión, yo les habría recomendado que se limitaran a hacer cuentas. Un funcionario que ganó un sueldo equis durante su trabajo en el servicio público no podría pagar una casa que cuesta diez, quince, veinte veces más de lo que podría ganar en seis años, ni vehículos y bienes que valen casi tanto como una casa.


Sería fácil deducir quién es quién y cómo le hizo y de dónde vino lo que vino. Las matemáticas no mienten. Mi corresponsal fue práctico y fue parco. "Por eso no te pidieron tu opinión", me dijo. "Tú no eres matemático. Veremos cuando se hagan las cuentas...".