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Columnas y artículos de opinión
¡Llegó la hora, salgamos a votar!
Helí Herrera Hernández
25 de junio de 2012
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELIHERRERA.es
 
Escribo este artículo 6 días antes de las elecciones. El siguiente aparecerá el lunes 2 de julio y como no tengo una bola de cristal, al redactarlo no sabría quien ganó la Presidencia de la República, razón suficiente para aprovechar éste para precisar algunas reflexiones sobre el primero de julio.
 
Abrazando el método dialéctico me convenzo que solo Enrique Peña Nieto o Andrés Manuel López Obrador son, de los cuatro candidatos, los únicos que pueden alzarse con la victoria. Llego a esa conclusión después de observar durante más de 90 días la correlación de fuerzas no de los partidos políticos que los postulan, sino de la respuesta que la sociedad les ha dado, traducida en concentraciones multitudinarias a los mítines que convocaron.
 
En un frente convocados –hay que decirlo sin tapujo alguno-, por el perfil de un hombre guapo que utilizó a los medios de comunicación para buscar primero la candidatura y posteriormente ganar la elección, y los poderes fácticos utilizándolo a él para que siga siendo un instrumento a su servicio y a sus intereses. Armaron, habrá que reconocerlo, un escenario propio de una telenovela con primera actriz y todo, que buscan coronar el 1 de julio con un triunfo arrollador, de varios puntos porcentuales, para evitar que sean cuestionados por la sociedad nacional, y desarmar de esa forma al contrincante, amarrándole las manos para evitar actos de protesta postelectorales.
 
Del otro lado un candidato que nunca descansó después del fraude electoral de 2006, que se puso a recorrer la totalidad de los municipios de la República Mexicana, que se rodeó de intelectuales, artistas, científicos, líderes sociales, empresarios, estudiantes, maestros. Que diseño un buen proyecto de gobierno y que para llevarlo al cabo dio nombres de los que serían, de ganar el primero de julio, los miembros de su gabinete –mujeres y hombres que nadie cuestionó, por cierto, ni sus adversarios políticos-.
 
Un candidato que nunca rehuyó el debate por más adversos que fueran los escenarios. Fue al foro de la casa misma donde se tejió la candidatura de Enrique Peña Nieto para decirle a sus corifeos que no era un político ladrón ni mentiroso, callándoles la boca porque no pudieron desmentirlo, aprovechando Andrés Manuel esos escenarios para alimentar el sueño de construir un México diferente, donde no exista un Estado rico y un pueblo pobre, unos funcionarios que ganan hasta 600 mil pesos mensuales y obreros maquiladores que sobreviven con 2 mil pesos al mes. Una clase trabajadora que paga impuestos mientras las grandes empresas son exentas de los mismos.
 
Un candidato que viajó a ras de tierra para visitar miles de pueblos y acortó distancias para llevar su mensaje a las sociedades de las grandes ciudades en avión y asiento comercial, mientras los de enfrente lo hacían en jets particulares y helicópteros de lujo.
 
Hoy más que nunca estoy convencido que el candidato del PRI, si ganara, no cumplirá un gran porcentaje de sus promesas porque nunca se comprometió atacar la causa que ha generado la problemática nacional. ¿Cómo le va hacer para que el salario sirva para comprar más satisfactores si nunca firmó ante notario reducir el precio de la gasolina? que por cierto, fueron sus diputados al lado de los del PAN los que aprobaron que siga subiendo su precio mensualmente y hasta el 31 de diciembre de 2014.
 
Me parece demagógico plantear la reducción de 100 diputados plurinominales para ahorrar dinero, en lugar de bajarle el sueldo a la alta burocracia de todas las secretarias de estado, de los otros dos poderes de la federación, de las empresas públicas y descentralizadas y de los organismos autónomos, cuyos integrantes se asignan sueldos estratosféricos y ofensivos para los más de 60 millones de compatriotas que viven al día, si acaso con 25 pesos y menos.
 
Hubiera propuesto mejor la desaparición de los 300 diputados de mayoría y dejar los 200 de representación proporcional, copiando los sistemas parlamentarios europeos que así operan, y que acá, en México, nadie ha querido entrar al debate de fondo sobre la utilidad y resultados de unos y otros.
 
Cualquiera puede ganar. De triunfar el PRI habrá que estar preparado para soportar no solo 6 años de más de lo mismo, sino la soberbia, la prepotencia, el “sí señor lo que usted diga”, la sin razón y barbería sin escrúpulos, las votaciones mecánicas en el Congreso de la Unión y, sobre todo, la cultura del dedazo que revivirá con mucho mayor fortaleza.
 
Yo voy a votar por Andrés Manuel. Mi voto se sumará al que darán por él los escritores Juan Villoro, Sergio Pitol, Elenita Poniatowska, Sergio Sarmiento, Alejandro Monsivais, entre muchos otros; al que le dará el historiador Lorenzo Meyer, Alberto Aziz Nassif, Florence Toussaint, al que le darán los artistas Damián Alcázar, Ana de la Reguera, Susana Zabaleta, Demian Bichir, Regina Orozco. Al que le darán millones y millones de compatriotas conscientes que México ya no está para experimentos sino que requiere una transformación para beneficio de los más necesitados.
 
Con dignidad aceptare un resultado adverso, y con mucha humildad el del triunfo. ¡Salgamos a votar!