Cuenta una vieja historia que en los tiempos de la Roma imperial, un comerciante en especias, solía atravesar el desierto del Sahara llevando una caravana de bien dotados camellos y dromedarios, cuya ganada tradición es que son aguantadores, resisten las altas temperaturas y pueden estar largo tiempo sin tomar agua, por lo que eran mejor que un Volkswagen de esos que inventaron los alemanes cuando pretendieron conquistar el mundo.

 

La moraleja inicia con la leyenda de que el camellero sobrecargaba su hato hasta el límite de su resistencia, y los hacia rendir al máximo hasta que alguno de los camélidos caía exhausto.

 

De Inmediato acudía hasta donde estaba el animal despatarrado bajo la carga y le ponía más y más carga hasta que a punto de reventar, lo dejaba largos minutos a que pusiera cara de “me muero”; entonces empezaba lentamente a quitar el sobrepeso hasta que el cuadrúpedo quedaba con la misma carga con la que se había caído, pero al sentirse mas liviano se levantaba y echaba a caminar poniendo cara de agradecimiento, suponiendo que el camellero le había hecho el favor de salvarle la vida.

 

Los que fuimos, porque yo también fui a votar, somos camellos que asistimos a consumar nuestra carga ciudadana, después de salir de la casilla, nos sentimos alivianados con la sensación de haber cumplido y por si fuera poco, agradecidos con la democracia, a pesar de la desconfianza demostrada con tinta indeleble en el dedo, aceptando el juego de tener que votar por el partido de Televisa, el de la cuchiplancha, el del amor y el de la cuadra de Elba Esther, con absoluta negación de los más puros principios democráticos.

 

Mañana iremos a nuestra oficina, o con nuestros amigos, con el jefe o simplemente destacando el orgullo de llevar el dedo bien marcado con la tinta indicadora de que las instituciones electorales, no confían en nosotros.

 

Y en seis meses mas vendrá el cambio de camellero… ¿Y si el que se va quedara de procurador de Justicia de la República?, hasta donde sé, él no es abogado, ¿Podría?.

 

Los Subprocuradores, Oficial Mayor y Visitador General deberán reunir los requisitos que establezca esta Ley y serán nombrados y removidos libremente por el Presidente de la República, a propuesta del Procurador General de la República.

Para ser Subprocurador, Oficial Mayor o Visitador General, se deberá cumplir con los siguientes requisitos:

I. Ser ciudadano mexicano por nacimiento;

II. Tener cuando menos treinta y cinco años cumplidos el día de la designación;

III. Contar con título profesional de Licenciado en Derecho, con ejercicio profesional de diez años.

 

¿Qué irá ser de nosotros con esta camellada tan flaca?, lo que debemos estar seguros es de que las cargas van aumentar hasta quedar exhaustos, porque siguiendo el mismo principio anunciado por Nicolás Maquiavelo y Azorín, el que siga, necesariamente será peor que el que se va.