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Columnas y artículos de opinión
La historia del triunfo
Angel Lara Platas
5 de julio de 2012
alcalorpolitico.com
En un análisis de fondo se puede determinar que su único pecado es no haber sido feo. Por este detalle de creación, todos sus opositores se le echaron encima. Ocuparon millones y millones de segundos en medios visuales y auditivos, para lanzarle adjetivos comparativos de la más inimaginable índole. Muchos de ellos carentes de toda moral y ética política.

Enrique Peña Nieto cargó con el pecado de ser el guapo del grupo de los competidores por la silla más alta del país.

Sin embargo, aguantó estoico todo tipo de proyectiles y dardos –algunos envenenados-.


A veces incólume, otras un poco perturbado, pero con movimientos precisos supo esquivar todo tipo de calificativos.

Durante las campañas, que en la medida de su avance se tornaron atípicas, corrió mucha tinta azul y amarilla para tratar de persuadir a un electorado que desde el inicio ya tenía definido su voto.

Por primera vez en la historia moderna de los procesos electorales en México, la ciudadanía, con toda anticipación, había escogido al candidato que debía pagar los platos rotos de la fiesta sexenal. Por eso, el voto llamado “de castigo” siempre tuvo nombre y apellido. También, desde el principio quedó claro a cual candidato debían otorgarle el voto de confianza.


Las empresas encuestadoras desde marzo hicieron su agosto. Dejaron satisfechos a sus clientes. Presentaron las graficas en los tamaños que cada quien quería para su ego. Sin embargo, las más serias coincidieron en sus resultados de principio a fin. Pero ninguna -buenas o malas-, colocó al mexiquense en otro lugar diferente al primero.

La crítica fue demasiado severa con los candidatos pero particularmente con el puntero. Los opositores y algunos que se ostentan como pensadores y analistas políticos, no cejaron en su empeño de dar puntapiés en las espinillas del priista. El golpeteo fue repetitivo e inmisericorde.

Aunque el ahora presidente electo parecía que sería doblegado por el quinto contendiente, la decisión de mantener actitud serena ante los embates que provenían de la casa real de la calle Constituyentes, generó la confianza de una sociedad harta de la violencia y la inseguridad.


La gente votó por el más templado. Se decidió por la imagen que ofrecía más confianza y más prudencia.

En otra lectura de los resultados electorales, además del voto a los partidos y candidatos, claramente se puede observar que los votantes también calificaron el trabajo del gobierno federal y, por supuesto, de quien lo encabeza. Podría hablarse, incluso, que muchos mexicanos le dieron a su voto cierto carácter de referéndum.

Las líneas discursivas que cada uno de los candidatos empleó durante las campañas, fue definitoria para los resultados. El discurso de Peña Nieto fue de corte pacifista, sin sobresaltos ni rispideces. Evitó la confrontación con sus adversarios y, en algunos casos, hasta caballeroso se portó con sus atacantes.


Un hecho que marcó las campañas, dicho sea sin titubeos, fue la aparición del movimiento estudiantil Yo Soy 132. Primeramente atrajo la atención de quienes reconocían que la espontanea actitud de los estudiantes de la Ibero, era el resultado del olvido en que a la juventud toda tenía el gobierno y los partidos políticos. Nadie tenía el derecho de sospechar que se tratara de alguna manipulación política. Quienes lo hicieron, fueron llevados al banquillo de los acusados.

Las cosas cambiaron cuando empezaron a aparecer cifras, datos y apellidos de los involucrados en el prometedor movimiento estudiantil.

Por ejemplo, de los más de 17 mil jóvenes que estudian en la Universidad Iberoamericana, el 15 por ciento está becado por el gobierno del Distrito Federal que comanda el perredista Marcelo Ebrard. Mayores son los porcentajes de beneficiados con esta prestación social en la UNAM y en otras universidades del Valle de México.


Aparte del compromiso de gratitud de los becarios para con el jefe del gobierno defeño (motivo suficiente para apoyar cualquier proyecto, incluso político), se han puesto al descubierto relaciones de familiares de algunos líderes del movimiento Yo Soy 132 y Andrés Manuel López Obrador.

El oportuno deslinde de los estudiantes idealistas del Yo Soy 132, después de descubrir los intentos de manipulación por intereses contrarios al ex gobernador, la campaña del priista vuelve a su cauce normal. Solo prevalecieron las agresiones de grupos impulsados por las izquierdas, que finalmente no consiguieron su propósito de descarrilar la campaña tricolor.

Después de haber alcanzado el triunfo, Peña prepara el instrumental para la “operación cicatriz”. Sabe que una abultada bolsa con votos azules y amarillos finalmente fueron depositados a su favor.


No es albañil, pero urge la reconstrucción del país.

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