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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Los por qué
Arturo Reyes Isidoro
6 de julio de 2012
alcalorpolitico.com
En política nada se da por generación espontánea. Todo tiene una causa, un por qué. A reserva del resultado final, confirmado y reconfirmado, del recuento de votos en el estado, me he preguntando a causa de qué o por qué esta vez Andrés Manuel López Obrador se fue hasta el tercer lugar en votación en la entidad cuando hace seis años quedó en primer sitio. Ciertamente, hasta ahora, la distancia con los punteros no es tan grande si se toma en cuenta el universo del padrón electoral de Veracruz, pero marcha en tercera posición. Acaso hubo un exceso de confianza en el voto duro y esta vez no se trabajó para motivarlo, cuidarlo y conservarlo. En la revista Proceso de esta semana, con el título “La estrategia de la reconciliación, insuficiente”, leo una declaración del coordinador de campaña del Movimiento Progresista, Ricardo Monreal, quien declaró a la reportera Rosalía Vergara que para ellos sus entidades “estratégicas y prioritarias” fueron Jalisco, Nuevo León, Puebla, Tamaulipas, Chihuahua, Sonora y Baja California. Y que en lo concerniente al centro y el sureste del país, donde goza de amplias simpatías, el Peje se dedicó a afianzar sus “bastiones históricos”: el Distrito Federal, Tlaxcala, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Puebla. O sea, en ningún momento se incluyó a Veracruz ni como estratégico ni como prioritario ni tampoco como bastión histórico. Hace seis años, el PAN quedó en segundo sitio, muy cerca del tabasqueño, y el PRI estuvo muy, pero muy por debajo, en tercer lugar. Hoy, el tricolor, por menos de mil votos de diferencia sobre el blanquiazul puntea y el blanquiazul mantiene su votación e incluso se puede decir que está en empate técnico con el primer lugar. El que perdió votos, pues, fue AMLO. El que los ganó fue Peña Nieto. A Veracruz, al decir de Monreal, no lo consideraron clave, importante, cuando tiene el tercer padrón electoral más grande del país. Las consecuencias se viven ahora.
 
Ayer comenté lo publicado por Joaquín López Dóriga sobre la viabilidad de que José Antonio Meade repita en la Secretaría de Hacienda. De entrada, se entendería que sería un acto de pluralidad del virtual nuevo Presidente, Enrique Peña Nieto, de inclusión, de que va a gobernar con personajes disímbolos por cuanto a su origen político se refiere. Sería el primer panista invitado a colaborar en un gobierno de filiación priista. Pero parece que no es así. No si se atiene uno a lo declarado por Octavio Aguilar Valenzuela al prestigiado portal ReporteIndigo. Aguilar Valenzuela, considerado el número tres de la campaña de Josefina Vázquez Mota y “acaso el miembro más libre de la campaña presidencial panista”, declaró al reportero Raúl Tortolero que perdió y cayó hasta el tercer lugar porque hacía su campaña confiando en que la estaban arropando cuando en realidad la estaban traicionando. Barre parejo en su acusación, de Calderón para abajo. De Meade, concretamente, dice que no solo no ayudó sino que “es enemigo”. “No solo no ayudó, sino que es enemigo. Operó en contra”. No dice más de él, pero tendría lógica pensar que Meade fue cooptado por el operador estrella de Peña Nieto, Luis Videgaray, de quien también publiqué ayer que son compañeros desde jóvenes, de estudios medios superiores y superiores en el ITAM (junto con José Yunes Zorrilla y Ernesto Cordero Arroyo), y que entonces operó desde adentró en contra de la causa josefinista y a favor de la peñanietista y que por eso ahora tendrá su recompensa: lo dejarán en el cargo.
 
El miércoles publiqué: “Un hecho cierto, el único cierto hasta ahora, a ojos vista, es la consideración que tiene el gobernador Javier Duarte de Ochoa con el virtual nuevo senador José Yunes Zorrilla. Con un dato adicional, cierto también, muy cierto como la foto que ha dado pie a esta larga elucubración: en ningún momento por parte de su “competidor” en el recién pasado proceso, de su ‘primo’ el panista Fernando Yunes Márquez, ha existido ninguna intención de impugnar el resultado de las elecciones, es decir, el triunfo del primo Pepe –y de paso del tío Héctor–. La que busca camorra es la dirigencia estatal del blanquiazul, pero eso será motivo de otro comentario”.
 
Ese día, el frustrado candidato a la senaduría del PAN por la segunda fórmula, Julen Rementería del Puerto, salió a reprochar públicamente la postura del también conocido como Chiquiyunes o Chiquifer, Fernando Yunes Márquez, su compañero de partido, que encabezó la primera fórmula, por avalar el triunfo del PRI, concretamente de sus competidores José y Héctor Yunes. “Bueno, la familia está de acuerdo”, dijo en clara alusión al parentesco de los tres alegres Yunes y utilizando el eslogan de una famosa cadena de tiendas. Habló de impugnación por parte de su partido, porque dijo que Yunes Márquez no vio, no revisó o no le convino ver las inconsistencias.
 
Tiene razón. El cachorro de Miguel Ángel Yunes Linares no quiso ver, no quiso revisar ni le convenía saber nada que no fuera el triunfo de sus parientes y de paso asegurar el suyo. Poco se ha reparado hasta ahora en que los Yunes, los de Perote y el de Soledad de Doblado, los priistas y el panista, han hecho válida la existencia del PRIAN pero, más que eso, ya se encaramaron al poder y están en la antesala de la gubernatura para 2016, cualquiera de los tres, algo que a toda costa combatió el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán cuando sin decir agua va quitó de la presidencia del CDE del PRI a Pepe cuando vio que estaba tomando fuerza, quitó del Congreso a Héctor y hasta lo persiguió cuando éste intentó ser candidato a la gubernatura, y siempre mantuvo a raya, a fuego limpio, a los Yunes Linares-Márquez. A la larga, los Yunes se han salido con la suya. Y cuidado que son unidos. Pelearse con uno de ellos es pelearse con los tres y de paso con sus respectivas familias. Son ya una fuerza, un poder, un verdadero clan político.
 
Pero, que se sepa –y lo sé de buena fuente–, en realidad el pleito de los panistas agrupados en la dirigencia estatal no es ni con Pepe ni con Héctor, es con Fernando. Hoy se puede afirmar plenamente que el saludo y el abrazo aquel en La Parroquia el pasado 27 de junio y los buenos deseos de Julen para con Fernando fue de mentiritas. Lo declarado por Rementería del Puerto el pasado miércoles no es más que el inicio de una guerra despiadada y sin cuartel que a partir de esa declaración iniciaron los panistas panistas en posesión de la dirigencia estatal en contra de los Yunes Linares-Márquez. Desde ya pero sobre todo una vez que pase el alboroto éste del recuento de votos, la beligerancia se va a recrudecer. Mientras, los Cambranis, los Rementería, los Bueno, hasta los Pipos, etcétera, afilan cuchillos. Ya les contaré.