Se dice, de acuerdo con la mitología griega, que Hércules, hijo de Zeus y Alcmena, realizó como castigo 12 grandes tareas; uno de esos supremos trabajos era limpiar los establos del rey Augías, en un solo día. Para ello, el referido héroe aprovechó la corriente de 2 ríos y por medio de conductos y boquetes esa agua impetuosa aseó los recintos malolientes. Algo similar, pero de mayores dimensiones, debería hacerse para depurar las elecciones presidenciales del presente año, porque definitivamente no se puede tapar el sol con un dedo y la ciudadanía fue testigo de la avalancha de regalos, de la repartición de dinero, de la compra de conciencias, de las bodegas repletas, de los controles corporativos, de las tarjetas de Soriana, de la cantidad excesiva de espectaculares y del acarreo de electores manipulados. Fue tan grotesco lo ocurrido alrededor de los comicios del primero de julio que hasta los mismos tricolores no celebraron estruendosamente su supuesto éxito. Pareciera que una sombra de vergüenza invade el territorio nacional.

Los políticos tradicionales pueden decir que ya todo está concluido y que el abanderado priísta será el próximo Presidente de la República, pero en verdad hay muchas cosas que ameritan aclararse. La gente se pregunta de dónde salió tanto dinero para respaldar esa campaña del mexiquense, por qué el IFE no sancionó a tiempo o llamó la atención a ese partido que rebasó con creces el tope de gastos estipulado y asimismo por qué motivos les otorgó licencias plenas a las compañías encuestadoras para operar de manera sesgada (inducción al voto). Si lo anterior fuera poco, no se entiende cómo los errores, la mala organización, la presencia infortunada del candidato predilecto en la Ibero y las protestas populares para nada afectaron los índices de popularidad de Peña Nieto. No hay que omitir que a AMLO lo atacaron con todo y a pesar de ello alcanzó una respetable votación cercana a los 16 millones.


Más allá de los resultados de este proceso electoral, habrá que considerar las condiciones anómalas en que acontecieron los hechos y ello ya es noticia en el extranjero, donde se califica a México como un país subdesarrollado, donde se impone el fraude, las componendas, la impunidad y que gana el que tiene menos escrúpulos. Andrés Manuel durante su campaña hablaba de la moral y de la ética proyectada a la vida pública y hoy constatamos que esa idea esperanzadora es letra muerta para esos prevaricadores y protagonistas de las trapacerías efectuadas. Los grandes contingentes de jóvenes pretenden adecentar la actividad social y política de la Nación, por ello se inconforman ante la manipulación realizada y por la pervertida coacción y compra de sufragios. Habrá que estar muy atento a las impugnaciones que presente ante el tribunal el equipo de AMLO y también será muy importante analizar y evaluar el comportamiento de esos funcionarios judiciales que deben proceder de manera autónoma, con objetividad, con la ley en la mano y sin presiones de ninguna índole.

Por otra parte, algo bueno ha sucedido en este proceso; podemos decir que se ha engrandecido el grupo de los inquietos, se ha vigorizado el equipo de los elementos propositivos y de aquellos que estamos indignados por los malos manejos. Somos cada vez más los que anhelamos un país digno, pacífico y laborioso. Todo ese contingente amerita organizarse para empujar hacia adelante, lo cual no es tarea fácil en razón de que el sistema imperante, para impedirlo, se valdrá de sus amplios recursos para seguir sojuzgando. Algo que debe ser asimilado: “… de aquí para lo que falta habremos de vivir bajo protesta. En los próximos meses y años deberemos estar en guardia y en resistencia permanente. Para los que estamos hechos a la mala vida no es novedad, pero para los debutantes y para los muchos que pensaron en el logro rápido, tendrán que hacerse a la idea de que el pueblo vive, de que Morena sigue adelante y de que los jóvenes #Yosoy132 no fueron únicamente unas flores de temporada primaveral…”